El quiebre entre lágrimas, imágenes imborrables traducidas en una mirada que se pierde y en un mentón que se sujeta con fuerza. En la actualidad, Javier Karlen es eso, pero también dueño de un recuerdo que, el próximo martes, cumplirá 21 años. La noche del 30 de diciembre de 2004 se cobró 194 jóvenes vidas en Once, durante el inicio de un recital de la banda Callejeros. Un dolor que aún persiste a nivel social y cultural.
Entre los años 2003 y 2004, Karlen promovió cinco presentaciones de Callejeros en Córdoba: dos en el Centro Cultural de barrio General Paz, otras dos en el colegio Corazón de María y una en la antigua Vieja Usina. Karlen recuerda: “Habíamos llevado cuatro bondis al recital de Callejeros en Excursionistas, el 18 de diciembre. Afortunadamente, para los shows de fin de año decidimos no sacar micros por las fiestas”.
A eso hay que sumarle que la banda de Villa Celina recibiría el 2005 actuando en Córdoba. “Después del recital, al día siguiente teníamos todo listo para volvernos con los chicos de Callejeros y pasar año nuevo acá en Córdoba, porque el 15 de enero tocarían en el Anfiteatro de Mina Clavero”, recuerda.
—¿Dónde estabas en el instante de la tragedia?
—Estaba con un par de pibes y pibas en la barra, empezó a tocar la banda pero no se veía bien porque había una curva de la pared del camarín que nos tapaba. En un momento, se corta el sonido, nos miramos, empieza el griterío y a ponerse todo muy tenso. Lo primero que pensamos era que se había armado quilombo. A los dos segundos no se veía nada. Comencé a preguntarme “dónde están todos” y a pensar “tengo que zafar de esto”. No sabía qué hacer. Había mucha desorientación y gritos. Se me ocurrió seguir derecho por la barra para salir.
—Imagino que ese camino habrá sido eterno
—Iba caminando, todo oscuro, tomado de la barra con una mano mientras sentía que me manoteaban las piernas. El aire estaba abonado y respiraba el olor al plástico quemado, derretido. En un momento me topé con una montonera de gente que intenté esquivar pero me empujaron y caí al piso. Creo que cayeron tres o cuatro personas sobre mí. Recuerdo con exactitud la desesperación por tratar de separarme.
—¿Cuál creés que fue la clave para tu supervivencia?
—Me salvé porque caí al suelo. Después investigué y el monóxido tiende a subir. Es decir, tenés más posibilidades de respirar aire puro mientras más abajo estés. Lamentablemente, sentí que el o la que estaba arriba mío se movió un minuto, pero después se quedó quieto o quieta.
—¿Quién te sacó?
—Cuando cerré los ojos porque no aguantaba el olor escuché: “¡Cordobés!” Y empecé a sentirme más liviano. Después entendí que era porque iban quitando los cuerpos que estaban sobre mí. Me salvó mi amigo “Chino” junto con un bombero.
—¿Quiénes estaban pendientes de vos en Córdoba?
—Yo soy hijo único y vivía con mi viejo. Pero mi tía leyó mi nombre en el zócalo de Canal 9 en una lista que no explicaba si eran fallecidos o sobrevivientes. En esa época no había WhatsApp, nos escribíamos por mensajes de texto.
—¿Cómo fue el reencuentro con tu papá?
—Yo me quedé cuatro o cinco días acompañando a amigos y familiares de amigos fallecidos. Pero me costaba respirar, por eso me aconsejaron que volviera. Cuando llegué a mi casa en barrio San Martín mi viejo me abrazó y me di cuenta de que no me creía. Él necesitaba verme porque pensaba que tenía algo más grave. Ahí, en ese abrazo, entendí que tendría que haber vuelto antes.
—¿Cómo es cada diciembre para un sobreviviente de Cromañón?
—Uno piensa que cada año dolerá menos, pero llega esta época y es volver a vivirlo. Cada diciembre es distinto, uno piensa que se irá suavizando, pero no.
—¿Quién fue el culpable?
—El Estado. Y no se hizo justicia. Hubo una zona de Buenos Aires que jamás tuvo una habilitación y en donde todos los sábados pasaba un comisario, un bombero y un inspector a cobrar coimas.
—Tuviste contacto con Omar Chabán, ¿cómo fue?
—Una vez almorzamos, al poco tiempo de que él comenzara con Cromañón y me mostró unas fotos que le habían compartido. Eran de un baile de Rodrigo en el mismo boliche. Antes se llamaba “El reventón bailable”. En las fotos se veían más de cinco mil personas.
—¿Cómo qué boliche de Córdoba era Cromañón?
—Era como la mitad de la Plaza de la Música, pero con recovecos: las escaleras a los costados, balcones, techo bajo, la media sombra para darle acústica al lugar… y al lado había un pasillo que derivaba en un hotel.
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—¿Qué opinas de la serie “Cromañón”?
—Germán Arrascaeta (periodista de La Voz) me llamó, nos juntamos y se largó a llorar cuando le conté lo que había vivido. Estaba buscando relatos de sobrevivientes para contrastar con algunas declaraciones de los padres de las víctimas. Al tiempo, me dijo: “Javi, necesito que veas la serie y me des tu opinión”. Cuando vi el avance, creí que iba a poder verla completa, pero no. Me hizo mal.
De cara al sol
Leticia Martínez es escritora, poeta y tallerista. Nació en Buenos Aires y actualmente vive en Unquillo. Asistió a los recitales de Callejeros en Cromañón durante el 28 y 29 y la fatídica noche del 30 de diciembre acudió al lugar, luego del incendio, en busca de sus amigos. Es autora de tres libros, entre ellos “De cara al sol (2021)” que aborda el contexto social, cultural, económico y político que rodeó a la tragedia.
“Me preguntaba si yo podía dar curso a esa historia, al no haber estado. Me costó sentarme a escribir como si tuviese que pedirle permiso no sé a quién. Pero muchas veces la escritura aflora cuestiones que la persona desconoce. Con el tiempo comprendí que fui partícipe cultural en recitales, viví la adolescencia en los 2000, entendía cómo era ser ‘una piba’, lo que estaba permitido y lo que no. Entre las voces de los padres, las víctimas, los familiares, el periodismo… Fue mi propia voz, entre tanto ruido, y varias obsesiones las que derivaron en la historia del libro”, resalta Martínez.
“‘De cara al sol’ fue mi segundo libro. Es un relato en primera persona con irrupciones de notas periodísticas. Cuando iba a publicarse tenía mucho miedo al qué dirán de los sobrevivientes. Había escrito un libro sobre la amistad, circuló mucho y recibí devoluciones maravillosas. La recepción me sorprendió mucho”, añade.