Llaryora cree que con los 725 millones de dólares del bono blinda la provincia hasta fines de 2026

La Provincia se aprestaba a dar la vuelta olímpica por la colocación de un bono por 725 millones de dólares que blinda a Córdoba hasta fines de de 2026 y le permite tener independencia financiera. Sin embargo, el escándalo de corrupción policial que terminó con el jefe de la Caminera preso, entre otros uniformados y civiles, demoró el festejo.

Mientras el ministro de Seguridad Juan Pablo Quinteros intentaba explicar este inconcebible episodio que enciende las alarmas sobre la selección y el control de los cuadros policiales, la Provincia siente que dio un gran paso desde lo financiero.

Un calificado vocero del gobernador Martín Llaryora aseguraba a Perfil Córdoba que la colocación de deuda permite a Córdoba no quedar a merced de eventuales presiones del Gobierno nacional para conseguir fondos. “La provincia tendrá lo necesario como para mantener  su independencia económica y no quedar obligada a la ayuda de la Nación”, explicó y aclaró que los fondos que llegan, irán a canje de deuda y obra pública, mayoritariamente.

Córdoba, la primera provincia en emitir un bono en dólares y volver al mercado internacional

Esa inversión comenzará a verse el año próximo, clave para Llaryora, ya que tiene el deseo de avanzar con firmeza en la obra pública, con miras a su reelección.

“El bono emitido es una forma de independizarse de Nación y evitar quedar entrampado en el Congreso a los pedidos del presidente Javier Milei o del ministro Luis Caputo”, interpretó otra fuente del oficialismo provincial.

Más allá de lo que pueda pasar en los comicios legislativos del 26 de octubre de este año, Llaryora comienza a mirar con toda precisión a 2027, cuando intentará la reelección. Está convencido de que en esa elección enfrentará a Luis Juez y quiere, por todos los medios, adelantarla para marzo de ese año, ya que su entorno cree que beneficiará al oficialismo.

El mojón de octubre

Hasta el momento, ningún partido político tiene definido qué hará en los comicios de octubre, al menos no quieren blanquear nombres de candidatos ni tampoco estrategias. Juan Schiaretti –el hombre que entusiasma a los peronistas– sabe perfectamente lo que va a hacer, pero no lo dice ni lo dirá hasta cerca de la fecha del cierre de listas fijada el 14 de agosto.

Por lo pronto, no está oficialmente en la cancha, y la última encuesta encargada por el peronismo dice que el exgobernador tiene más del 70% de imagen positiva, pero una intención de voto del 29%. Esta cifra lo ubicaría en un lejano segundo lugar detrás del candidato que juegue Milei, aunque no hay campañas a la vista, al menos de manera formal. Según ese sondeo del Centro Cívico, La Libertad Avanza superaría los 40 puntos. Habrá que esperar para saber si esa lista está encabezada por un representante puro, por Rodrigo de Loredo o un tercero en discordia.

Un capítulo aparte se lo lleva el radicalismo, ya que debe decidir si el deloredismo que gobierna el partido decide hacer una alianza con los libertarios, con el macrismo o quedarse en la UCR. En principio, la interna radical está pautada para el 3 de agosto y enfrentaría a las huestes de De Loredo con las de Ramón Mestre. Tratándose de los radicales nunca se sabe si se hará.

Lo que parece estar claro es que el mestrismo, haya o no internas, se presentará en las generales, y esto le quitaría puntos a De Loredo.

Resta conocer el destino de Natalia de la Sota, quien ya anticipó que no irá por el kirchnerismo ni por el massismo, aunque extraoficialmente puede ser respaldada por el exministro de Economía de Alberto Fernández. Su caudal de votos será pequeño, pero habrá que ver a quién se los extirpa.

Otro que se presentará es Aurelio García Elorrio por el vecinalismo, aunque sus votos oscilan entre el 3% y 4% , lo interesante es ver a quién se los quita.

Los candidatos con pequeños porcentajes pueden dañar las canastas mayoritarias, y tal vez, torcer el rumbo de la elección.
 

Quinteros entre preguntas, medias respuestas y bicicletas robadas

El ministro de Seguridad Juan Pablo Quinteros se las vio en figurillas para explicar el nuevo escándalo de corrupción en la Policía protagonizado por funcionarios que él designó. Eligió ver el vaso medio lleno y asegurar que las instituciones funcionan y que el delito descubierto fue difundido por el propio Gobierno. Eso es parcialmente cierto.

Lo que no dijo él ni nadie del gobierno es que se trata de otro jefe policial involucrado en escándalos de esta naturaleza. Nadie en el oficialismo se preguntó por qué pasa esto. ¿Falla la formación de los policías? ¿Fallan los controles? ¿Fallan los mecanismos de designación de los jefes azulados?

En el propio peronismo admitían que hay errores que deben ser corregidos porque no puede ser que se repitan con tanta frecuencia. “El único gran perjudicado es el gobierno provincial”, razonaban fuentes del peronismo.

Algunos dirigentes nunca comulgaron con la designación de Quinteros en esa área tan sensible. Ahora le ponderaron su dedicación y su responsabilidad pero consideraron como disvalor que tiene perfil muy alto y que está en todos lados. “No puede ser que cuando encuentran una bicicleta robada y detienen al autor del delito, él vaya a sacarse la foto”, exageraba un dirigente peronista.