Arte y lavado de dinero: una ley estadounidense resulta sospechosa
El mercado del arte mundial es apenas un porcentaje mínimo del dinero ilícito que se blanquea. Y del arte mundial, una buena parte lo vendido–, cumple con las regulaciones vigentes en tanto a origen de fondos y pago de impuestos. El arte se asocia con motivaciones nobles. Sin embargo, el mercado del arte, con sus transacciones de alto valor por unidad, puede ser explotado como herramienta para la inversión delictiva y el blanqueo de capitales.
Según el Informe del Mercado del Arte 2025 de Art Basel y UBS, en 2024 el mercado mundial del arte alcanzó ventas por U$S 57.500 millones. Con un 43% de las ventas globales (U$S 24.800 millones), el mercado norteamericano resulta el más poderoso. Expertos estiman que el lavado de dinero ilícito a nivel global se puede ponderar a partir del PBI mundial, para 2025 calculado en U$S 113,8 billones, considerando flujo de dinero ilícito entre el 2 y el 5 % del mismo: entre U$S 2,276 billones y 5,690 billones.
Lo que está en juego más que un número: queda claro que el total del mercado del arte mundial es apenas un porcentaje mínimo del dinero ilícito que se blanquea, el norteamericano la mitad de ese porcentaje. Y del arte mundial, una buena parte –por no decir la mayoría de lo vendido–, cumple con las regulaciones vigentes en tanto a origen de fondos y pago de impuestos.
En una reciente nota publicada por The Conversation se argumenta lo siguiente: “El arte se asocia tradicionalmente con motivaciones nobles y patrimonio. Sin embargo, el mercado del arte, con sus transacciones de alto valor por unidad, valoraciones subjetivas o manipuladas, y relativa opacidad, puede ser explotado como herramienta para la inversión delictiva y el blanqueo de capitales, en particular mediante la compra y reventa de obras de arte para legitimar fondos ilícitos.” ¿Es tan así o hay más intereses en juego? Para eso es necesario seguir una serie de huellas, tanto mediáticas como legales.
Se da por entendido que el ámbito del arte es propicio para el lavado: primero, resulta fuente directa de ingresos con la producción de obras falsificadas y la venta de piezas robadas. Segundo, se compran y revenden obras de arte auténticas para limpiar fondos ilícitos. El proceso tiene, al menos, tres etapas: inversión, estratificación e integración. La inversión implica convertir el dinero ilícito en fondos depositados en cuentas bancarias; así los delincuentes compran obras de arte en efectivo para revenderlas, exigiendo el pago mediante transferencia bancaria al nuevo comprador. Esto con sobornos a personas con información privilegiada en galerías, casas de subastas o puertos francos.
Estratificación: mover el dinero invertido a través de múltiples cuentas para ocultar su rastro. El mercado del arte es atractivo en esto por la especulación con ciertos tipos de obras y subastas, que pueden incrementar irracionalmente un precio. A su vez, esto permite invertir grandes sumas de dinero en un número limitado de transacciones sin llamar la atención. Integración, por último, implica reinvertir el dinero blanqueado en activos legales, a menudo a través de empresas fantasma, completando el ciclo.
En febrero de 2013, la Comisión Europea aprobó normas que exigen a las galerías de arte denunciar a cualquiera que pague una obra con más de 7.500 euros en efectivo (unos 9.825 dólares) y presentar informes de transacciones sospechosas. Para la misma época, Estados Unidos exigía que se denuncien todas las transacciones en efectivo de U$S 10.000 o más. Pero parece que esto resulta deficiente, al menos es lo que expresa un comunicado de Transparency International U.S., organización norteamericana que reclama más controles al mercado del arte porque “socava la seguridad nacional”, brindando algunos ejemplos de blanqueo como: “En 2020, una investigación bipartidista del Senado descubrió que oligarcas vinculados al Kremlin utilizaron intermediarios y transacciones anónimas en el mercado del arte estadounidense para mover más de 18 millones de dólares, evadiendo sanciones y aprovechando la opacidad del sector. Casas de subastas y vendedores estadounidenses facilitaron las compras de Teodoro Obiang Mangue, ex vicepresidente de Guinea Ecuatorial, quien blanqueó cientos de millones de dólares procedentes de la corrupción. Tras un largo litigio, Estados Unidos consiguió la confiscación de 30 millones de dólares en activos radicados en Estados Unidos (incluyendo famosos objetos de la cultura pop). Galerías y casas de subastas estadounidenses fueron utilizadas para adquirir arte, incluyendo obras de Van Gogh y Monet, con dineros malversados del fondo soberano de inversión 1MDB (1Malaysia Development Berhad) de Malasia, explotando los mercados estadounidenses para blanquear parte de la trama de corrupción multimillonaria.”
Estos ejemplos defienden la inminente Ley de Integridad del Mercado del Arte, bipartidista, que modificaría la Ley Federal norteamericana de Secreto Bancario para abarcar a ciertos intermediarios en el mercado del arte que, según sus propulsores, se encuentran en una posición privilegiada, como comerciantes, galerías y casas de subastas.
Para Cultural Property News, este proyecto se basa en el lobby de la Coalición de Antigüedades, que emitió informes con severas falsedades confundiendo el mercado legal de antigüedades con el de actividades delictivas. Incluso apoyan su discurso en empresas que ofrecen servicios contra el blanqueo de capitales, como AML RightSource y The ArtRisk Group, exagerando los vínculos entre el mercado del arte y el terrorismo.
Otra crítica de la misma fuente: la ley en ciernes es “un caballo de Troya que utiliza el lenguaje de la delincuencia financiera para perseguir objetivos ideológicos arraigados, destinados a eliminar el comercio de antigüedades. Al confundir arte y antigüedades, criminaliza el comportamiento legítimo del mercado e impone costosas cargas de cumplimiento, así el proyecto de ley amenaza no solo a los comerciantes, sino también a museos, coleccionistas e investigadores.”
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