Entrevista

"El cine me salvó siempre": Cecilia Kang, directora de Hijo Mayor, habla sobre memoria, inmigración e identidad cultural

La realizadora, hija de inmigrantes coreanos, presentó su última película en el 7º FICER tras ser premiada en Locarno. Reivindica al cine como herramienta de pensamiento crítico y asegura que "es un mito" que el público no vea películas argentinas.

Cecilia Kang, directora de Hijo Mayor Foto: Prensa Festival de Mar del Plata 38º

En su paso por el Festival Internacional de Cine de Entre Ríos (FICER), la directora argentina Cecilia Kang, hija de padres surcoreanos, presentó Hijo Mayor, película que vuelve a interrogar la identidad partida, la herencia migrante y las fisuras que atraviesan a quienes crecen entre "dos mundos". Nacida en Buenos Aires y moldeada en el cruce de culturas, encontró en el cine un lenguaje capaz de comunicar esa complejidad.

Ese sentido de pertenencia múltiple es el centro emocional tanto de su nuevo film, como de sus películas anteriores: Mi último fracaso (2017)Partió de mí un barco llevándome (2023). Esta última fue ampliamente premiada en la 38º edición del Festival de Mar del Plata y en los Premios Sur tras ser injustamente "ninguneada" por el actual jefe de Gabinete Manuel Adorni, en ese entonces vocero presidencial, al usarla como ejemplo de producciones que —según su criterio— justificaban recortes en el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales).

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"La idea de que 'las películas argentinas no llevan público' o que 'el público no ve películas argentinas' es un mito", remarcó la cineasta en diálogo con PERFIL, desde la ciudad de Paraná. Y explicó: "Muchísimas películas argentinas no le llegan a la gente porque no se distribuyen, el público ni sabe que existen".

En el elenco de Hijo Mayor se encuentran Chang Sung Kim, actor coreano de larga trayectoria en el cine y la televisión argentina, y Anita B. Queen, joven DJ que también tiene ascendencia de este país asiático y que hace su debut en un largometraje. Kang plantea con sensibilidad preguntas universales para todas las diásporas, como qué implica sentirse distinto en el lugar donde vivís. El puntapié para el proyecto fue una serie de entrevistas que le realizó a su propio padre sobre su experiencia.

"Hijo Mayor", la nueva película de Cecilia Kang.

La directora ficcionaliza la realidad para no perder la memoria sobre la historia de su comunidad, y lo hace de esta manera porque tiene una relación existencial con el cine desde su niñez y adolescencia. Desde su adolescencia en videoclubes y su trabajo en todo tipo de roles técnicos, lo describe como su refugio, el lugar "que siempre la salvó".

En el FICER fue premiada con el DAC-Género a la mejor directora de la Sección Oficial, mientras que en el prestigioso Festival de Locarno (Suiza) ya venía de ganar el premio a la Mejor Dirección Emergente. 

Entrevista a Cecilia Kang con PERFIL 

—¿Dónde naciste, dónde vive tu familia y cuándo empezó tu amor por el cine?

—Nací en Buenos Aires en 1985, pero soy hija de padres coreanos. Mi papá llegó a la Argentina en 1983 y al año siguiente vinieron mi mamá y mi hermana. Llegaron con el regreso de la democracia en el país, básicamente, porque en Corea del Sur en ese momento se vivía una dictadura posguerra, sin trabajo ni posibilidades. Buscando un futuro mejor, se vinieron para acá.

Mi amor por el cine empezó desde que tengo memoria. Siempre digo que el cine me salvó. En los momentos más difíciles de mi vida, el lugar donde podía sentirme contenida era una sala de cine. Era mi refugio en situaciones familiares y de conflictos que tuve que atravesar.

—¿Cómo viviste la época del VHS y los videoclubes?

—Crecí con el videoclub. Tenía un ritual: desde los 13 hasta los 15 años, todos los viernes a la noche me alquilaba dos o tres películas, volvía a casa y me pedía una pizza. Esa era una cita que tenía conmigo misma.

Veía de todo. Me encantaban las comedias románticas, así que veía las de Drew Barrymore y Adam Sandler. Después, sin saber demasiado, empecé a alquilar películas de Pedro Almodóvar porque me atraían mucho los títulos y las tapas. Vi toda su filmografía y flipé. Esa fue mi educación sentimental y queer, de alguna forma. Me asombraba mucho con sus personajes, las mujeres en sus películas.

Hay otro momento y otra película que me marcó mucho. Recuerdo una escena muy puntual: un día me escapé de una clase de química en el secundario, en el Nacional de Buenos Aires, bajé al microcine del subsuelo y estaban dando Los 400 golpes (de François Truffaut). Fue un flechazo.

Cecilia Kang fue premiada en el Festival de Cine de Locarno

—¿Cuándo empezaste a dedicarte profesionalmente al cine?
—Empecé hace más de 20 años. Hice de todo: maquillaje, VFX (Efectos Visuales), arte, utilería, asistente de dirección… Me formé estudiando, pero sobre todo trabajando.

La última película donde hice asistencia de dirección fue Cuando la miro, de Julio Chávez. Fue una experiencia hermosa trabajar con Julito, es un gran actor y director, muy generoso. También fui asistente de dirección en La larga noche de Francisco Santis y en Un crimen común, entre muchas otras, antes de empezar con mis películas.

—¿Cómo nació Hijo mayor y cómo dialoga con tus películas anteriores?
—Surgió cuando estaba escribiendo unos cortos. Me di cuenta de que hablaban todos de una misma historia. Al principio no había un hilo concreto, pero luego apareció de forma inconsciente. Lo que me impulsó fue una entrevista que le hice a mi papá en 2017. Se trató de un ejercicio personal: ver fotos viejas, hablar de cada una. Ahí sentí que el corazón ya había elegido la película, porque así es como creo que nacen las películas: no es que yo las elija, sino que son las películas las que me eligen a mí.

Hijo mayor es una ficción, no me gustaría llamarla semibiográfica porque no es solo sobre mi familia, sino también de las familias coreanas que vinieron a Argentina, así como cualquier otra diáspora que tuvo que emigrar de sus países. Creo que dialoga mucho con mis documentales anteriores porque reflexionan sobre esa doble identidad: soy argentina y soy coreana, ¿Qué pasa cuando vivís entre dos culturas? 

—¿La película tuvo dificultades de producción en este contexto complicado para el cine?

—Muchísimas. Con el productor, Juan Pablo Miller, siempre decimos que hacerla fue “un salto al vacío”. La búsqueda de financiamiento fue larga y compleja. Había escenas que originalmente iban a filmarse en Corea del Sur, pero no llegamos a obtener un fondo coreano muy importante, así que tuve que reescribir la película. Fue doloroso, pero también un aprendizaje.

Cecilia Kang en el 7º FICER

Y más con la situación actual de la cultura nacional: tuvimos que posponer el rodaje muchísimas veces porque no contábamos con nada. Tenemos un INCAA desfinanciado, que encima te destrata y todo es muy triste cuando uno trata de apostar por nuestro cine. Así que se volvió algo más que un tema personal para mí, un tema de decir “existimos, el cine argentino existe, y vale”.

—¿Cómo vivís los debates actuales sobre el rol del Estado en la cultura?

—El rol del Estado es fundamental. Esta idea de que “las películas argentinas no llevan público” o que “el público no ve películas argentinas” es un mito, una fake news te diría, que viene desde hace tiempo, pero está muy instalada por el Gobierno nacional actual. Lo entiendo porque el cine es una herramienta de comunicación masiva muy importante, de construcción de sentido y pensamiento crítico. Entonces, un Gobierno con políticas necias no va a querer un pueblo pensante, crítico y presente.

Muchísimas películas argentinas no le llegan a la gente porque no se distribuyen, el público ni sabe que existen y encima está bombardeado por noticias falsas que aparecen en las redes sociales. Esas oportunidades las va a dar un Estado activo con políticas públicas de distribución equitativa. La industria del cine es una industria de mucho trabajo, mueve muchos sectores, es incluso anticapitalista no fomentarla.

"Yo sé que soy quien soy gracias a que tuve las oportunidades para desarrollarme en Argentina"

Corea del Sur, por ejemplo, que tiene una industria fuerte y que les reditúa mucho económicamente, tiene políticas muy claras en las películas nacionales cuentan con las mismas posibilidades en cartelera que las de Hollywood. Cuando uno ve estas situaciones claramente ve que hay una obstrucción por motivos ideológicos. Es una lástima; defender la cultura y el arte en un país es importantísimo porque es construcción de sentido, de identidad, es una manera de representarnos frente al mundo.

—¿Qué sentís cuando escuchás discursos antiinmigración creciendo en el mundo?
—Cuando tengo que viajar por mis películas y vuelvo al país, lo hago con mucha felicidad y orgullo de ser argentina. Pienso que tengo un gran privilegio de haber nacido acá. Pese a todos los quilombos, vivimos en un país con una democracia viva y presente que hay que luchar por conservarla. Aquí podés decir lo que querés y pedir por tus derechos. Eso no es común en el mundo.

Los argentinos somos muy libres y a veces no nos damos cuenta. Lo damos por hecho, pero no es así. En muchos países asiáticos, por ejemplo, está prohibido manifestarse. Imaginate eso.

Como hija de inmigrantes, sé lo que significa porque me formó y me forjó como soy. Yo sé que soy quien soy gracias a que tuve las oportunidades para desarrollarme en este país. No voy a negar que también viví situaciones de racismo y discriminación, claro, pero veo que con el tiempo muchas cosas cambiaron. Las generaciones más jóvenes viven su identidad de otra manera. El argentino tiene esa capacidad de aprendizaje también, somos más abiertos a la diversidad. Eso es algo que yo siempre trato de mostrar y fomentar en mis películas y mis círculos más cercanos.

 

ML