crítica

La felicidad era eso

Cronista del alma y sus suburbios, Pomeraniec despliega un barniz de melancolía en recuerdos de otros momentos del periodismo.

Foto: cedoc

En un clásico de las repeticiones, en distintas señales, programa el algoritmo “Tammy” de la impredecible Melissa McCarthy, la película salida de la factoría del nuevo y profundo humor norteamericano de Will Ferrell. Es la historia de una mujer despedida de algo parecido al Krusty Burger, engañada por el marido, y sin amigos a la vista, que decide emprender aventura con la abuela, una increíble Susan Sarandon, que vuelve a las carreteras. Pasó olímpicamente desapercibida en 2014, sin ningún varón estrella en el reparto, este viaje por la memoria, la identidad, la verdad y la sociedad. Hinde Pomeraniec propone volver a la misma ruta en Todos queremos ser felices con la sonrisa definitiva de aquella Melissa/Tammy, viviendo en la iluminación que la felicidad es el otro.

La comparación resulta indicadísima a la hora de escribir sobre esta selección y nueva edición de las columnas, primero en forma de newsletter y luego en columnas, que el sitio Infobae tituló Fui, vi y escribí, entre los inicios de la pandemia y el año pasado. La periodista y crítica, en un estilo conversado cercano a la epístola, desanda las cuestiones de agenda, el uso de la IA o los adelantos científicos, en contradanza de abundantes citas a libros y películas. En “Fran y el cielo del desamparo” reflexiona sobre los datos de los organismos mundiales que pintan el actual planeta de los simios solitarios, que fenece en el autismo autoinducido, y recurre a su amado Aki Kaurismäki. Retomando del finlandés Hojas de otoño, cierra, “una película hermosa y estimulante, de esas que nos hacen creer en los milagros y en la posibilidad que todos tenemos de torcer un destino triste y sellado por la autodestrucción”.

Cronista del alma y sus suburbios, Pomeraniec despliega un fino barniz de melancolía en recuerdos de otros momentos del periodismo, o las nuevas memorias de la familia que se achica y se agranda. Distinta a la melancolía que los griegos y los cristianos medievales tildaban como decaimiento e inacción, Pomeraniec localiza afirmaciones a los desafíos de la realidad postverdadera. Y en vez del abismo del todo negativo y cinismo encuentra en la narración, la tecnología que nos hace sobrevivir desde las cavernas, maneras de contar las verdades de la memoria y la “felicidad que busco”, en el cuadro de Joaquín Sorolla, o en las tacos y risas de una calle nocturna europea. 

Todos queremos ser felices comparte la estantería de otro tratado de cómo no estar solos en la era contemporánea, La ilusión de los mamíferos. “La construcción de cada uno de nosotros fue lo más importante que empezamos a compartir”, dice Julián López en su novela, que aquí Hinde, una melancólica optimista, amplía en el barullo más amado, más necesario. Que es entre todos transpirando los fantasmas de la máquina.

 

Todos queremos ser felices

Autora: Hinde Pomeraniec  

Género: ensayo

Otras obras de la autora: Blackie, una voz insumisa; Rusos de Putin; Katrina, el imperio al desnudo; Lu, Lucy, Lucía;  Rusos. Posterles de la era Putin; Soy mi madre, soy mi hija, soy yo

Editorial: La Libre, $ 12.000