Fuera De cuadro

Mira y las ciudades

Schendel. Instalaciones, papeles y objetos. Foto: cedoc

Llegó a San Pablo en 1953 y todavía se llamaba Myrrha Dagmar Dub. Hubo que esperar un tiempo para que sea Mira Schendel, una de las artistas más perfectas del modernismo brasileño. Había nacido en Zurich en 1919 y si bien era de una familia judía, una vez que con su madre se instalaron en Italia creció en un ambiente católico. En particular, la niña porque Ada, su madre, la criaba sola y la dejaba largas temporadas en internados de monjas. Luego volvía y se sentía culpable. 

Pero Italia bajo el fascismo de esa época no era buen momento para jóvenes de antepasados judíos, aunque supieran el catecismo de memoria, y menos que estudiaran filosofía. Entonces en 1939 dejó la península y comenzó un peregrinaje que la depositó en Sarajevo. Allí conoció a Josep Hagersheimer y juntos se fueron a Brasil. Primero a Porto Alegre, pero al poco tiempo, Mira dejó la ciudad y también a su marido. Ahí es donde su vida se une con su nuevo nombre: Knut Schendel. Era un alemán que vivía en San Pablo, dueño de una librería, futuro compañero de Mira y padre de su hija. La llamarán Ada, como su abuela, para cerrar el círculo de una historia de desarraigos.

En lo que respecta a su arte, no sólo fue un cambio geográfico sin consecuencias: su carrera está ligada a esta ciudad. Allí realizó una verdadera ocupación del espacio con sus instalaciones, papeles y objetos. Toda sutileza y dedicación para realizar una obra que explora los límites de la palabra y la imagen. Que reúne una concepción plástica y filosófica en el entramado de hilos, tintas sobre papeles de arroz. Que construye objetos como plegarias y reza en varios idiomas y diferentes religiones por un lugar en la tierra. No será fácil encontrarlo en algún sitio. Desterrada de su lengua y sus orígenes, Mira Schendel será una refugiada en el arte.