desafío corporativo

Cinco pasos para construir espacios libres de violencia en los trabajos

La violencia laboral no solo afecta la salud y el bienestar de las personas que la viven. También deteriora el clima organizacional, aumenta la rotación, genera ausentismo y afecta la productividad. Sin embargo, hay estrategias simples de implementar que pueden llevar a grandes cambios. Estas propuestas van desde conocer primero la realidad organizacional hasta elaborar protocolos y equipos de liderazgo.

Laboral. El 96% de las personas vivieron o presenciaron al menos una situación de violencia. Foto: shutterstock

La violencia contra las mujeres no está solo en los titulares: también habita los pasillos de las oficinas, los grupos de trabajo, las reuniones y los silencios que la sostienen. En este día, más que nunca, necesitamos revisar qué está pasando dentro de nuestras organizaciones y cómo podemos transformarlo.

Desde Grow - género y trabajo, hace años acompañamos a empresas y organizaciones de distintos sectores en la construcción de entornos laborales más equitativos y libres de violencia. Y algo que se repite mucho es la dificultad de reconocer la violencia cuando no se muestra de forma explícita. Porque no siempre aparece como un grito o una amenaza: a veces se expresa en la sobrecarga, en la exclusión o en comentarios “inofensivos”.

Según una encuesta desarrollada junto a MundoSur en 2024, el 96% de las personas encuestadas vivieron o presenciaron al menos una situación de violencia laboral. Este número confirma la magnitud de un fenómeno que atraviesa a todas las industrias, sectores, jerarquías e identidades. El informe muestra que entre 2021 y 2024, la percepción de la violencia laboral aumentó un 9%, lo que muestra un mayor reconocimiento de lo que antes se naturalizaba, pero también que los mecanismos de prevención siguen siendo insuficientes.

La violencia laboral no solo afecta la salud y el bienestar de las personas que la viven. También deteriora el clima organizacional, aumenta la rotación, genera ausentismo y afecta la productividad. Frente a esto, las empresas y organizaciones pueden y deben actuar. Por eso, compartimos cinco claves que pueden ayudar a dar pasos concretos hacia espacios de trabajo más saludables.

1. Medir y conocer para actuar: no se puede transformar lo que no se conoce. Realizar diagnósticos internos permite identificar qué tipos de violencia ocurren, entre quiénes, y si los canales de consulta y denuncia son conocidos o confiables. En nuestro relevamiento regional, el 72% de las personas encuestadas dijo desconocer si su organización cuenta con canales de denuncia, lo que revela una brecha crítica entre el compromiso formal y la práctica cotidiana. Medir y escuchar es el primer paso para actuar con información y no con intuiciones.

2. Contar con una política o protocolo vigente y accesible: las reglas claras que definan responsabilidades, plazos y mecanismos de acompañamiento son fundamentales. Contar con una política o un protocolo específico de abordaje de la violencia, que se conozca y se aplique, es una señal de compromiso institucional. Cuando las personas saben qué hacer y a quién acudir, la prevención deja de ser un ideal para convertirse en práctica cotidiana.

3. Formar a los liderazgos y equipos de abordaje: los liderazgos son quienes pueden identificar y frenar una práctica violenta o, por el contrario, legitimarla con su silencio o ejercerla. La formación en gestión de equipos respetuosos y libres de violencia es clave. También es necesario capacitar a los equipos que reciben y abordan consultas y denuncias, para evitar la revictimización y garantizar acompañamientos adecuados.

4. Sensibilizar a toda la organización: la prevención no se agota en una charla ni en una campaña: se construye en la cotidianeidad. En los talleres que facilitamos, muchas personas se sorprenden al reconocer prácticas que siempre consideraron normales, que muchas veces incomodaban, pero no se identificaban como violencia. Sensibilizar para desnaturalizar estas situaciones es imprescindible. Implica abrir conversaciones y animarse a mirar de otro modo lo que durante años se consideró parte de la cultura laboral.

5. Monitorear y actuar en consecuencia: evaluar el impacto de las políticas, revisar los procedimientos y dar seguimiento a los casos es fundamental para construir confianza y orientar los pasos a seguir. Y actuar en consecuencia, porque monitorear no es solo medir, sino también es demostrar que la organización aprende y mejora a partir de lo que encuentra. 

Estos pasos se enmarcan en el espíritu del Convenio 190 de la OIT, que reconoce el derecho a un trabajo libre de violencia y acoso. El desafío real está en hacerlo carne en cada organización y en cada equipo.

Erradicar la violencia laboral no es solo una obligación ética y legal: es una oportunidad para construir espacios de trabajo más humanos, creativos y sostenibles.

*Coordinadora del área de violencias de Grow - género y trabajo.