ECONOMIA
ECONOMISTA DE LA SEMANA

¿Qué pasará con la economía? El “trade off” 2026-2027

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Escenario. El Gobierno podría seguir confiando en Trump. | Bloomberg

Tras las elecciones se observó un fuerte ingreso de capitales financieros (colocación de obligaciones negociables, préstamos en dólares y colocaciones de deuda provincial) al que se sumaron buenas perspectivas para los próximos meses de ingreso de inversión extranjera directa (IED) y la vuelta del gobierno nacional a los mercados de crédito voluntario. Estos dos aspectos disminuyeron la expectativa de devaluación y contribuyeron con una calma cambiaria que promete mantenerse durante los próximos meses. De no mediar una crisis financiera internacional, las perspectivas económicas para el año próximo son de crecimiento del PBI y de continuidad en la baja de inflación, aunque la magnitud depende de si el Gobierno aprovecha o no esta coyuntura para reformular el esquema económico en función de las enseñanzas de esta primera mitad.

Al primer tiempo libertario se lo puede dividir en tres etapas, según cuál fue el objetivo principal del equipo económico (voluntario o involuntario): i) diciembre 23-abril 24, evitar la espiralización inflacionaria; ii) mayo 24-febrero 25, expandir la actividad y bajar la inflación; iii) marzo 25-octubre 25, evitar una crisis cambiaria. El deterioro en los objetivos del programa fue consecuencia de la decisión del gobierno respecto de la duración de la primera etapa donde el ajuste externo e interno permitió una importante acumulación de reservas internacionales. Posiblemente, si la primera etapa se hubiera extendido a todo 2024, se hubiera evitado la tercera.

El próximo año, la incógnita es si el Gobierno aprendió o no algunas de las lecciones de este primer tiempo. El Gobierno tiene dos caminos. En el primero, se ignoran las enseñanzas de estos dos años confiando en el apoyo de Trump. En este escenario, en 2026, el tipo de cambio real se vuelve a apreciar y la economía crece en una cifra cercana al 4% anual con una nueva baja en la inflación anual. Es decir, se aprovecha el ingreso de dólares del sector privado para impulsar la actividad y bajar la inflación. El problema es que este camino minimiza la acumulación de reservas internacionales.

En el otro camino, el Gobierno aprende de las lecciones de estos dos años e incorpora como objetivo central de 2026 la acumulación de reservas internacionales en el BCRA. Esto tiene costos: un tipo de cambio real más elevado, crecimiento moderado cercano al 1% anual y una inflación que se mantendría en niveles similares a los actuales. Los beneficios de esta política se verían a principios del siguiente año. El 2027 es un año de una elección presidencial donde lo más probable es que cambie el signo de la cuenta financiera y aumente la dificultad para lograr financiamiento para el sector público. El Gobierno enfrenta un dilema, tal como lo planteó el economista Amilcar Collante en redes sociales: menos inflación y más crecimiento en 2026 a costa de mayor fragilidad financiera en el inicio de 2027 o la misma inflación y crecimiento bajo, pero mayor acumulación de reservas del BCRA de cara a las presidenciales del año próximo.

En las declaraciones del ministro de Economía posteriores al triunfo electoral pareciera que se va a optar por el primer escenario. En este caso, a prepararse para una primera parte del año con mayor actividad económica, aunque manteniendo la heterogeneidad sectorial y el pobre desempeño del empleo formal, a una nueva baja en la inflación que podría llegar al 1% mensual, a récords de argentinos en el Mundial 2026 y a un proceso de dolarización de portafolio que va a arrancar en el último trimestre del año, porque a muchos argentinos no hay Bessent ni Trump que los convenzan de que en un año electoral presidencial como va a ser 2027, lo mejor es “dólar en mano”. Y ni que hablar si en la puerta del BCRA hay un cartel que dice: “Sin reservas”.

* Economista de la consultora Audemus.