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Por qué los despedidos de Whirlpool votaron a Milei: responde Abel Furlán

Luego del anuncio del cierre de la planta de Whirlpool, Abel Furlán, secretario general de la UOM, afirmó que la desindustrialización acelerada y el deterioro del salario explican por qué los trabajadores respaldan al Gobierno a pesar de verse afectados por sus políticas. “Ni los trabajadores ni la sociedad en su conjunto defienden un proyecto industrial en la Argentina, porque no tiene incentivo trabajar en el mundo de la industria”.

Abel Furlán. El dirigente gremial apuntó contra el CEO del grupo Techint, Paolo Rocca. Foto: cedoc

—Imagino la situación que está pasando el gremio con el cierre de Whirlpool.

—Es la situación y el dramatismo que hoy nos toca vivir a todos los trabajadores metalúrgicos. Es una empresa que en 2022 invirtió 52 millones de dólares en tecnología de punta. Ahí no hay un problema de tecnología o de competitividad. Acá claramente hay un combo de situaciones que tiene que ver con la apertura indiscriminada de las importaciones y con la caída estrepitosa del consumo interno. Y esta situación hace que hoy la empresa Whirlpool se vaya de la Argentina. Se va a convertir en importadora, y eso es muy duro.

—¿Y qué van a hacer con esos 52 millones de dólares que invirtieron en robótica y en equipo? ¿Se lo llevan a otro país?

—No, dice que lo van a dejar ahí por el momento, pero que no hay decisión de poner en marcha la producción. Vos recordarás que en el gobierno de Macri, con el ministro de Industria, (Francisco) Cabrera, con las famosas computadoras, decían que la Argentina necesitaba comprar barato, y en aquel momento, que comprábamos computadoras muy caras. Banghó fue la víctima más importante de aquella política del macrismo. ¿Y qué fue lo que sucedió? ¿Bajaron los precios de la computadora? No. Eso sucedió por un ratito. Hoy la Argentina sigue comprando las computadoras más caras del mundo. Sin embargo, el resultado de esa política fue que perdimos 4.300 puestos de trabajo. Con la línea blanca va a pasar exactamente lo mismo. Con la excusa de que no se puede competir con los precios de afuera, vamos a destruir todo el entramado productivo de la línea blanca. Vamos a poner en riesgo cientos de miles de puestos de trabajo. En Rosario, donde está el núcleo de toda la producción de línea blanca, hay entre 3.500 y 5.000 puestos de trabajo que penden de un hilo por esta política de apertura de las importaciones.

Claramente, acá hay un proceso de desindustrialización que va a golpear fuertemente a la Argentina y que la va a someter a una situación que va a ser dramática. Ya es dramática, porque esa situación va a generar dejar tierra arrasada, más el endeudamiento que está tomando este gobierno, que va a ser una mochila muy pesada de sobrellevar para las próximas generaciones. Entiendo que antes de estar discutiendo la legislación laboral, debemos discutir cuál va ser el proyecto productivo para que Argentina genere trabajo digno con salario justo.

—Una semana antes del cierre de Whirlpool, en una de las reuniones de la UIA, Paolo Rocca anticipó este tema de la línea blanca. Cuando lo escuchaste, ¿imaginabas que de alguna manera iba a suceder esto con empresas como Whirlpool? 

—El grupo tiene siempre muy buena información, no dice esas cosas de casualidad. Yo debo decirte con mucha responsabilidad que el grupo Techint es responsable de esta situación. ¿Por qué? Porque hoy uno de los problemas que tiene Argentina es la caída del salario. Han pulverizado el círculo virtuoso de la economía. Hay una recesión económica. ¿Y por qué? Porque les han saqueado el bolsillo a los trabajadores. Hoy el grupo Techint conduce la Secretaría de Trabajo de la Nación, impidiendo que los salarios recuperen frente a la inflación, que recuperen salario real, poniendo pautas que nada tienen que ver con lo que sucede en la realidad del salario de los trabajadores.

Hoy esa situación se hace casi indispensable resolverla para que la Argentina potencie su mercado interno. Cualquier país serio del mundo lo primero que hace es proteger su mercado interno. Hoy vemos nosotros, en este mundo global donde estamos viviendo, que la mayor tensión que tienen los países centrales, Estados Unidos y China, es quién se queda con el trabajo calificado. Y la Argentina está yendo a contramano de esa realidad.

¿Los industriales no son responsables de esta situación? La verdad, yo siento que se callan la boca, que le tienen miedo al ejército de trolls que tiene el Gobierno y no salen a contarle a la sociedad dónde va a terminar esta política de ajuste, de sometimiento, de destruir todo el entramado productivo que la Argentina tiene. ¿Y quién se va a hacer cargo? 

—Nos contaba ayer la delegada de Whirlpool, a quien entrevistamos, que estos 200 y pico de trabajadores que quedan sin trabajo son la mitad de los que ya quedaron sin trabajo, porque a fin del gobierno de Alberto Fernández la planta tenía 500 trabajadores, no 250, y que ya se habían reducido a la mitad. Me preguntaría cuántos trabajadores de Whirlpool votaron por Milei en las elecciones de octubre pasado. ¿Te preguntás esa paradoja?

—Sí, claro que me lo pregunto. Todavía no le hemos encontrado la respuesta a esa pregunta. Muchas veces en esta sociedad, desde la contradicción y desde ignorar cuál es el proceso y la disputa que hoy tiene este mundo global en el que vivimos, nos lleva a votar en contra de nuestros intereses. Pero no es responsable la gente. De eso somos responsables los dirigentes, tenemos que tener una comunicación clara de qué es lo que está en disputa, porque el mundo está en disputa.