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Fernando Iglesias: "Nunca hay que dar por muerto al peronismo"

El diputado oficialista participó del Ciclo de Entrevistas organizado por la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA). Su rol de diplomático y la política exterior de Milei. El peso de Trump en el gobierno argentino. Y qué hubiera pasado si Braden le "ganaba" a Perón.

Fernando Iglesias Foto: CEDOC

—¿Por qué Argentina tiene un seguimiento acrítico de los Estados Unidos?

—Argentina tiene acuerdos comerciales preferentes con apenas el 5% del PBI mundial. Con EFTA y Estados Unidos llegaríamos al 33%. Si se cierra la Unión Europea–Mercosur, alcanzaríamos el 50%. El aislamiento nos llevó a la decadencia. El error no comenzó ahora: empezó en 1945, cuando Argentina abandonó su relación estratégica con Estados Unidos por el lema “Braden o Perón”. Los resultados están a la vista: Argentina era el octavo país más rico del mundo y Brasil tenía un PBI per cápita cuatro veces menor. Hoy es igual. Los acuerdos con Estados Unidos, EFTA y la Unión Europea amplían el horizonte de inversiones y generan previsibilidad. El verdadero riesgo para Argentina no es Trump: es el riesgo peronista, que históricamente comienza gobiernos con superávit y los termina con déficit. La previsibilidad internacional es clave para atraer inversiones reales y sostenidas.

—¿Cómo sintetizara el impacto de la política de Trump hacia Argentina?

—Estados Unidos ha vuelto a jerarquizar su vínculo con América Latina, entendiendo que es estratégico para sus intereses. Eso explica el apoyo claro al gobierno de Milei. Hay coincidencias en valores democráticos, libertad económica, defensa de derechos humanos y compromiso institucional. Los acuerdos con Estados Unidos y la Unión Europea alinean a Argentina del lado correcto: el de las democracias y la libertad.

—¿Qué hubiese pasado si en la disyuntiva “Braden o Perón”, hubiera ganaba Braden?

—Lo interesante es el truco propagandístico. Perón no competía contra sus adversarios reales, sino contra el imperialismo. Algo parecido ocurre hoy cuando se dice “perdimos con Trump”. En 1946 Argentina tenía el Banco Central lleno de reservas, equivalentes al 25% del PBI. Era un país sin defaults desde 1890 y con moneda estable. Cuatro años después, en 1950, estábamos en default. Los días más felices implicaron usar reservas como si fueran una tarjeta de crédito; luego llegó la cuenta. También se produjo un giro interno: Perón pasó del modelo eufórico inicial al ajuste de Gómez Morales. La política económica cambió radicalmente, incluso recurriendo a créditos que antes rechazaba. Ese periodo dejó una Argentina muy distinta: inflación del 50%, pérdida del ahorro en pesos y deterioro profundo de la economía.

—¿Qué responde a los que cuestionan su nombramiento como embajador en la Unión Europea?

—Mi nombramiento es un honor. No debería haberse filtrado, pero sucedió. Mucha gente me conoce por mis intervenciones mediáticas, pero mi formación es en Relaciones Internacionales: tengo un máster de la Universidad de Bolonia, especializado en Latinoamérica y Unión Europea. Di clases, publiqué cinco libros sobre temas internacionales y trabajé en integración regional. Conozco Bruselas, tengo vínculos allí y creo que puedo hacer un buen trabajo, especialmente para avanzar en el acuerdo Unión Europea–Mercosur.

Fernando Iglesias participó del Ciclo de Entrevistas de estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación de la USBA.

—¿Milei podrá terminar con el kirchnerismo y desarticular al peronismo?

—Hay un chiste políticamente incorrecto que dicen que cuando tiren la bomba atómica, van a quedar las cucarachas y los peronistas. Y esto no es comparar el peronismo con las cucarachas, es decir que tienen una capacidad de resiliencia y resistencia que hace que más de una vez la sociedad piense que se terminó. No hay que dar nunca por muerto al peronismo, es extremadamente resiliente. Cada vez que se lo da por terminado, reaparece. El chiste de las cucarachas y los peronistas ilustra esa resistencia. La diferencia entre Macri y Milei es que el peronismo gobernó cuatro períodos consecutivos con condiciones internacionales extraordinarias, con soja a 480 dólares promedio, y aun así el peronismo dejó al país devastado. Macri pagó la cuenta. Esa acumulación de fracaso genera una oportunidad para un cambio profundo, pero la historia demuestra que el peronismo siempre encuentra formas de volver.

—Como embajador, ¿defenderás la postura argentina sobre Malvinas, incluso si afecta relaciones con aliados del gobierno?

—Mis opiniones personales son irrelevantes. Juré por la Constitución y la respeto. La defensa de la soberanía argentina sobre Malvinas es clara y la he sostenido como diputado y como presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores. Lo haré también como embajador. La política exterior la decide el Poder Ejecutivo y el Presidente; yo cumpliré esa línea institucional.

—Usted trabajó mucho en los medios, incluso en Editorial Perfil. ¿No odiamos lo suficiente al periodismo?

—Esa frase es desafortunada porque generaliza. No hay que odiar al periodismo, sino a los operadores que hacen operaciones mediáticas en lugar de informar. El periodismo atraviesa una crisis y las redes sociales amplificaron sus problemas. Pero la profesión es fundamental: vivimos en la “sociedad de la información”. El problema es el panelismo: opinar sin datos ni estudio.

—Le agradecemos su participación en este Ciclo de Entrevistas con estudiantes de la Universidad del Sur de Buenos Aires y le damos la posibilidad de cerrar la entrevista con un comentario final.

—Los periodistas deben agregar valor, no repetir lo que dice la cola de la feria, con el respeto que se merece los que en ella están. Su responsabilidad es informar, investigar y aportar profundidad. Si no lo hacen, no cumplen su función democrática.

Por Luz Carone Villanueva, Tamara Ormeño y Francisco Sanabria
Posgrado en Periodismo de Investigación
Universidad del Sur de Buenos Aires

 

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