cambio climático

COP26: las razones del protagonismo del Reino Unido

El gobierno británico se ha convertido en uno de los grandes impulsores de la transición productiva que permita enfrentar el calentamiento global. Una decisión que incluye razones ecológicas, comerciales y hasta financieras.

Boris Johnson. El primer ministro británico fue un actor central de la cita global en Edimburgo. Foto: afp

El Reino Unido se considera un líder en la acción climática: fue uno de los primeros países en consagrar por ley un objetivo de cero emisiones netas de carbono para 2050, el primero en intentar comprometer a otros países con la Ley de Cambio Climático de 2009, y el primero en comprometerse a reorientar la financiación extranjera de todos los combustibles fósiles, instituciones e instrumentos financieros hacia la energía limpia este año. Como anfitrión de las negociaciones climáticas de la COP26, esforzó aún más sus compromisos climáticos. En nuestra sociedad capitalista, en la que todo son decisiones a corto plazo, sigue siendo difícil saber si cumplirá sus promesas y cuáles son sus verdaderas intenciones.

“Teniendo en cuenta el fuerte campo de la investigación y del desarrollo en el Reino Unido, las universidades, las empresas de energías renovables y las iniciativas de la sociedad civil, no cabe duda de que existe una coalición de defensa que tiene interés en impulsar medidas proambientales más exigentes”, afirma Alexander Katsaitis, becario de Políticas Públicas y Administración en la London School of Economics and Political Science. 

Tim Benton, director de Investigación de Chatham House en Energía, Medio Ambiente y Recursos, destaca por su parte que hay un sector de la sociedad británica que impulsa las medidas contra el cambio climático sin que ello implique un “lavado verde”. Dentro de esta movida incluye a “algunos ministros y asesores clave de la administración pública que realmente entendieron la cuestión (por ejemplo, el ministro Ed Miliband), y el fuerte respaldo de la comunidad científica sobre el clima, como la Oficina Meteorológica, las universidades, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático y el asesoramiento del Comité del Cambio Climático”. 

El analista advierte que, “si bien la transición por el cambio climático tiene costos, también tiene oportunidades. Como dijo el Boris Johnson en la COP26, no se le pide a la gente que cambie su estilo de vida, sino que innove en el camino hacia una posición ecológica”.

Intereses. Si bien el Reino Unido parece preocuparse por el medio ambiente por razones ecológicas y sociales, también lo hace por intereses geopolíticos y financieros. Katsaitis, Benton y Antony Frogatt, investigador principal del Programa de Energía, Medio Ambiente y Desarrollo de Chatham House, coinciden en que la COP26 era una ventana de oportunidad para que el país mostrara su poderío a nivel internacional tras el Brexit. “Hay una voluntad de mostrar que el Brexit puede ofrecer una historia de éxito”, apunta Katsaitis.

Por su parte, Francisco Mango, magíster en Relaciones y Negociaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés y de Barcelona, añade que Londres también está tratando de posicionarse en el ámbito del comercio internacional y “el medio ambiente es un buen lugar donde empezar”. 

Como el quinto mayor importador del mundo, “está tratando de diferenciarse del enfoque de la UE de protección del mercado interno como herramienta de lucha contra el cambio climático, y busca adoptar por el contrario una perspectiva de liderazgo multilateral”. 

Benton objeta esta mirada: “aunque el Reino Unido tiene una economía fuerte, no es tan influyente como nos gustaría pensar. China probablemente preferirá negociar con la UE, por ejemplo. De ahí que los acuerdos comerciales con otros países tras el Brexit no prioricen el medio ambiente sino el comercio”. Entonces, si bien el comercio internacional puede en cierto modo empujar al Reino Unido a aplicar medidas más ecológicas, no parece ser la razón principal.

Además de su deseo de contrarrestar a la UE, Londres tiene una larga historia como centro financiero mundial. Por lo tanto, queda claro que también tenía intereses financieros en la COP26, especialmente en lo que se refiere a los fondos de ayuda a los países en desarrollo. El doctor Serdar Türkeli, investigador de políticas de la Universidad de las Naciones Unidas - MERIT, sostiene que el Reino Unido no quiere compartir los problemas a los que se enfrentan otros países. “El Reino Unido prefiere ‘financiarizar’ esos problemas porque su competencia está en las finanzas y le preocupa cómo van a emitir el depósito a los países en desarrollo, cómo van a recuperar sus inversiones y sus intereses. (...) Se piensa que la movilización de recursos financieros para la adaptación al clima desde los países desarrollados es una salida para América Latina, pero no lo es. Es solo la transferencia del riesgo a través de la deuda, y la estratificación, la transformación de la crisis climática en crisis social y política adicional”. El problema es que, por ahora, no existe ningún mecanismo eficaz que garantice el uso correcto de las ayudas del fondo y ningún país le da la importancia que debería tener. 

 Aunque algunas empresas británicas de energías renovables, muchas ONGs y muchos diputados quieren resolver el problema del cambio climático, el Gobierno también ve una oportunidad financiera y política. Hasta cierto punto, su firme postura en la COP26 parece reflejar un cierto “lavado verde”. Puede que sean los campeones de los fondos de ayuda y de la fijación de objetivos climáticos, pero ¿podrán hacer un aporte clave para resolver el problema del cambio climático? Esa es otra pregunta.