Cumbre en Brasil

En la cumbre de Foz do Iguazú, Lula reivindicó al Mercosur frente a un mundo que construye muros

Decidido a encumbrar al bloque regional por sus cualidades, Lula reveló su expectativa de que en los próximos 6 meses se celebren buenos acuerdos internacionales.

Lula en el Mercosur Foto: AFP

SAN PABLO - El actual escenario mundial está pintado de colores oscuros y pesimistas, según las descripciones de Luiz Inácio Lula da Silva y de su canciller Mauro Vieira, al dejar inaugurada la Cumbre del Mercosur LXVII en Foz de Iguazú. Pero en ese contexto, el presidente brasileño juzgó que “el Mercosur es un ejemplo de cómo podemos continuar con el ejercicio del multilateralismo, con el cuidado del crecimiento de nuestras economías y del aumento de la calidad de vida del pueblo que representamos”.

Decidido a encumbrar al bloque regional por sus cualidades, Lula reveló su expectativa de que en los próximos 6 meses, esta vez bajo la presidencia pro tempore de Paraguay, se celebren buenos acuerdos internacionales. “El mundo está ávido de hacer acuerdos con nuestro mercado común y, con certeza, vamos conseguir en este próximo período los pactos que no se lograron cerrar bajo nuestro mandato en el bloque”. Con esta sentencia aludió específicamente al tratado que aún se negocia con la Unión Europea, cuya firma fue cancelada ayer y pasada para el 12 de enero de 2026.

En el balance realizado por el jefe de la diplomacia de Itamaraty insistió que la agenda del último medio año apostó a reforzar el Mercosur como “instrumento de desarrollo, prosperidad e inserción internacional competitiva”, en un escenario marcado “por crecientes incertidumbres”. Es por eso, que el trabajo realizado en el bloque apuntó a “consolidar nuestra unión aduanera”, de modo de “robustecer nuestras cadenas productivas, y mejorar la calidad industrial y de los empleos”. Pronunció su frase más categórica al señalar que Brasil impulsó “la unidad del Mercosur en el frente externo, en momentos de proliferación de medidas unilaterales que fragilizan el comercio mundial”.

Lula aterrizó ayer a Foz de Iguazú para inaugurar un nuevo puente entre Brasil y Paraguay. Recordó en ese momento que los ex mandatarios Raúl Alfonsín y José Sarney dejaron inaugurados el Puente de la Fraternidad en 1985, entre brasileños y argentinos. Hoy, durante la cumbre regional, el mandatario brasileño insistió en marcar diferencias con la situación del planeta: “En un mundo en el que construir muros para más fácil que construir puentes, este es un legado que merece ser recordado” como una “determinación de caminar juntos”. Insistió luego que “el ejemplo de construir puentes para el comercio de mercaderías y para que los pueblos puedan transitar libremente, es un ejemplo de lo que implica la libertad de ir y venir”. Las fronteras “no pueden ser prohibitivas” sostuvo, en directa crítica a las políticas anti inmigratorias adoptadas por el norteamericano Donald Trump.

Fastidio de Lula, internas y geopolítica: el Mercosur redefine su estrategia tras el aplazo europeo

Los cuestionamientos a la agenda geopolítica del jefe de la Casa Blanca no se hicieron esperar. “Los límites del derecho internacional están siendo testados por la presencia militar de una potencia extra regional: una intervención armada en Venezuela sería una catástrofe humanitaria y un precedente muy peligroso para el mundo” sostuvo el líder brasileño. Y añadió que “la fuerza de los regímenes democráticos viene siendo colocada a prueba. La democracia brasileña sobrevivió al más duro atentado desde el fin de la dictadura (el intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2023). Los culpables fueron investigados, juzgados y condenados a prisión”. Admitió, además, que “por primera vez en su historia, Brasil arregló las cuentas con el pasado”.

Se refirió luego a uno de los asuntos más candentes dentro de Brasil: el narcotráfico. “Hemos demostrado disposición a enfrentar a las redes de delincuencia de forma conjunta. Hace más de una década creamos una instancia de autoridad especializada en política contra las drogas. Y en este semestre firmamos un acuerdo contra el tráfico de personas, que nos permitió crear una comisión que implantará la estrategia contra el crimen organizado”.

Como no podía ser de otra forma, Lula dedicó varios minutos a hablar del tratado con los europeos. “Luego de 26 años de negociaciones, esperábamos firmar finalmente el tratado con la UE, y trabajamos para garantizar que este pacto contribuya al desarrollo económico y  social del Mercosur, sin afectar las políticas industriales y de incentivos a la innovación”. Agregó de inmediato que a cambio fueron “aceptadas poner cuotas fijas a la exportación de los productos agropecuarios, aunque pedimos que también fuera aceptada por la UE nuestra reciprocidad  en sectores sensibles”. El presidente de Brasil se lamentó: “Teníamos en las manos la oportunidad de transmitir al mundo un mensaje importante de defensa del multilateralismo y de fortalecer nuestra posición estratégica. Pero, por desgracia, la Unión Europea todavía no se decidió”. Puso entonces en la mesa las consecuencias de las dificultades de países como Francia y ahora Italia, en llegar a un final exitoso:  “Ayer recibí una carta de la Comisión Europea y del Consejo Europeo sobre la expectativa de la aprobación del tratado en enero. Solo que sin voluntad política y sin coraje de los dirigentes, no será posible concluir la negociación”.

¿Qué hará entonces el Mercosur?: “Seguiremos trabajando con otros socios. Vale recordar que en septiembre último firmamos un acuerdo con el EFTA, la zona de libre comercio de los países europeos que no están dentro de la UE. Dimos también inicio a la ampliación del tratado con la India y avanzamos con los Emiratos Árabes”, relató el jefe de Estado brasileño, a modo de advertencia ante el rezago de la UE.

 

LT