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Medvédev, el ruso que provocó a Trump y generó otra crisis nuclear

Polémico. Dmitri Medvedev suele insultar a Volodímir Zelenski y a los líderes occidentales. Foto: cedoc

Hace unos años, aún estaba considerado un reformista liberal dentro del Kremlin. Pero desde que empezó la ofensiva rusa en Ucrania, el expresidente ruso y exprimer ministro Dmitri Medvédev no deja de hacer declaraciones provocadoras, que han terminado por enfurecer al presidente estadounidense Donald Trump.

Algunos consideran que expresa la visión de la línea dura dentro de la élite rusa. Otros, que es parte de la estrategia del presidente Vladimir Putin para desafiar a Occidente mientras preserva los canales diplomáticos tradicionales.

En sus cuentas de Telegram y X, Medvédev adoptó un tono muy agresivo desde el lanzamiento de la ofensiva rusa contra Ucrania a principios de 2022.

Lejos de su imagen anterior, ahora utiliza lenguaje soez para calificar al presidente ucraniano Volodímir Zelenski, se regodea del supuesto declive de los europeos y agita con frecuencia el espectro de una guerra nuclear con Occidente.

Sus mensajes suelen tener escasa repercusión. Un sector estima que perdió influencia en Rusia. Pese a ello, hay que tener en cuenta que Medvédev, a punto de cumplir 60 años, sigue siendo vicepresidente del Consejo de Seguridad. 

Pero sus provocaciones terminaron por irritar al presidente de Estados Unidos, que el viernes anunció en sus redes haber ordenado movilizar “dos submarinos nucleares en las regiones apropiadas, por si acaso estas declaraciones insensatas e incendiarias son más que eso”.

Trump dijo que había reaccionado así porque el exdirigente ruso había amenazado con usar las armas nucleares tras el ultimátum de Washington para que Moscú alcanzara un acuerdo de paz con Ucrania.

Tras algunos meses en que parecía más bien indulgente con el presidente republicano, Medvédev mencionó la “mano muerta”, una alusión a un sistema automatizado ultrasecreto creado por la Unión Soviética durante la Guerra Fría para tomar el control del arsenal nuclear en caso de destrucción de la cadena de mando.

Medvédev también es muy virulento con los dirigentes europeos y acusó a Friedrich Merz, antes de que se convirtiera en jefe del gobierno alemán, de “mentir como Goebbels”, el ministro de propaganda de la Alemania nazi. También se alegró de las dificultades de la “malvada” presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

Derrumbe. Nacido en Leningrado (hoy San Petersburgo), Medvédev, formado como jurista y considerado uno de los líderes del ala “liberal” del Kremlin, hizo toda su carrera a la sombra de Vladimir Putin, su mentor. 

Pero terminó marginado por el ascenso del clan rival de los “siloviki” (militares y servicios de seguridad).

En la década de 1990 ingresó en el Comité de Relaciones Exteriores del Ayuntamiento de San Petersburgo, entonces dirigido por Putin, quien lo trasladó a Moscú en 1999.

En el año 2000 Putin fue elegido jefe de Estado, nombró a Medvédev jefe de la administración presidencial y en 2005 le dio el cargo de viceprimer ministro.

En 2008 Medvédev fue elegido presidente, porque Putin no podía encadenar más de dos mandatos consecutivos. Pero, en lo que se calificó de “permutación”, Putin fue su primer ministro antes de retomar las riendas del poder en 2012.

Como presidente, Medvédev fue cercano a su homólogo estadounidense Barack Obama en 2010 y mostró su voluntad de relanzar la relación con Estados Unidos.

Aficionado al rock y fan del grupo estadounidense Linkin Park, tenía entonces una imagen de modernidad, e incluso visitó Silicon Valley, donde recibió un iPhone de manos de Steve Jobs, el fundador de Apple.

En política internacional, el acercamiento con EE.UU.  se tradujo en la abstención de Rusia (en lugar de un veto) en una votación en 2011 de una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia, que  permitió a la OTAN lanzar la intervención militar que hizo caer a Muhamar Khadafi.

En 2012, Medvédev se convirtió en primer ministro tras el regreso de Vladimir Putin al Kremlin y poco a poco fue perdiendo protagonismo político.