Jorge Capitanich: "Argentina puede llegar a la peruanización"
El exgobernador de Chaco advirtió que la economía argentina sufre problemas crónicos que generan desigualdad y frenan el crecimiento. A juicio de sus palabras, resolverlos requiere atender restricciones, cumplir reglas incumplidas y corregir políticas fallidas, pero no agravando la inestabilidad.
El exgobernador de Chaco por el Partido Justicialista, Jorge “Coqui” Capitanich, advirtió que “creemos que Argentina podría llegar a la ‘peruanización’”, en referencia a un posible escenario de inestabilidad política. Según sus declaraciones en el programa Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190), la situación depende de las capacidades institucionales y estatales y enfrenta restricciones importantes: energética, logística, de obra pública y política, que requieren inversiones y acuerdos estratégicos para garantizar la competitividad y el desarrollo del país.
En el Partido Justicialista, Jorge “Coqui” Capitanich se destacó como contador, dirigente político y gobernador del Chaco en dos períodos: 2007-2015 y 2019-2023. Se desempeñó también como jefe de Gabinete en la gestión de Cristina Fernández de Kirchner entre 2013 y 2015. Actualmente actúa como diputado nacional en representación de su provincia.
Me gustaría que nos expliques cuál es tu perspectiva y cómo va a ser la evolución de la relación del gobierno nacional —que acaba de crear nuevamente el Ministerio del Interior— con los gobernadores. Solo tres gobernadores se reunieron con el flamante ministro del Interior, y uno de ellos fue el de tu provincia, el Chaco. ¿Cómo crees que va a ser la relación de los gobernadores con este gobierno en este primer período presidencial?
El gobierno se encargó de atacar el federalismo en sus entrañas. Primero, respecto a la eliminación de las transferencias discrecionales de recursos. Segundo, con una estrategia de desinversión estructural en materia de inversión pública; prácticamente no transfirió nada y hubo un ajuste de casi 84% de las partidas en obra pública. Y en tercer lugar, la composición del Congreso es bicameral: los senadores representan a provincias y los diputados nacionales representan al pueblo, pero con terminales políticas en los gobiernos provinciales. De manera tal que el objetivo de Milei, en estos prácticamente dos años de administración, fue ejercer un liderazgo sin la cooperación de los gobernadores.
En consecuencia, cuando lanzó el Pacto de Mayo fue un dibujo político y, en definitiva, no tuvo una agenda desde el punto de vista del sistema federal. Argentina necesita inexorablemente la construcción de un proyecto nacional que involucre la integración de las economías regionales en el desarrollo territorial. Por ejemplo, sin un corredor bioceánico norte, central y patagónico, y sin esquemas transversales —Ruta 40, Ruta 3— y algo que conecte integralmente norte-sur con pasos fronterizos Atlántico-Pacífico y la pertenencia a un corredor, a un país bioceánico, la verdad es que no tiene sentido un desarrollo sin una alianza estratégica desde el punto de vista federal.
Por lo tanto, creo que lo que hizo Milei es soslayar el federalismo, sin generar ningún tipo de acuerdo sólido con los gobernadores y, en los casos en que lo hizo, terminó imponiendo sus condiciones.
¿Cómo ves el escenario electoral de octubre, tanto a nivel nacional como en tu provincia?
En los últimos 42 años de democracia se registraron diez elecciones nacionales, de las cuales seis fueron ganadas por el justicialismo en distintas variantes. A la par, el radicalismo obtuvo dos triunfos, pero ninguno de sus gobiernos pudo completar el mandato: Alfonsín y De la Rúa. A eso se suma Macri, que finalizó un período, y Milei, que está en funciones.
Si se analizan las elecciones legislativas de medio término, el mejor resultado lo obtuvo Raúl Alfonsín en noviembre de 1985, con el 43,29%. Ese desempeño se apoyó en tres circunstancias centrales: el reciente regreso de la democracia con Alfonsín como líder, el Juicio a las Juntas y el Plan Austral, que logró reducir la inflación del 30% al 2%.
Cuando uno observa las mejores performances, tanto de Kirchner como de Menem, ninguna superó el 40%. ¿Cuáles eran entonces las perspectivas de Milei? Dependían, en primer lugar, del desarrollo de las alianzas políticas: si lograba sumar a la UCR y al PRO, si evitaba la dispersión del voto y si alcanzaba resultados económicos. Con todos esos factores a favor, su proyección máxima rondaba el 42%. Con todos en contra, podía caer al 36%, como combinación de variantes. Esto refleja el clivaje entre su voto propio, el núcleo duro, y el voto variable, que depende de los resultados.
Si se traslada este esquema al escenario de un balotaje, puede estimarse que entre un 25 y un 30% corresponde al voto duro de Milei. El resto es voto blando, que en determinados contextos puede converger con el núcleo duro. Por eso es perfectamente posible pensar en una elección, el 26 de octubre, con Milei cercano al 36%. Y esa definición depende en gran medida de la provincia de Buenos Aires. ¿Por qué es determinante? Porque en las últimas elecciones obtuvo allí un 47,3%, el mejor resultado de los últimos 42 años de democracia, con triunfos en seis de las ocho secciones electorales. Desde esa base, el panorama parece más cercano a un piso que a un techo electoral.
La provincia de Buenos Aires renueva no menos de 15 diputados nacionales y, con un buen desempeño electoral, puede superar esa cifra. En paralelo, el Congreso tiene 24 jurisdicciones y cada bienio se renueva un tercio de senadores, es decir, ocho provincias. En ese esquema, Fuerza Patria, que cuenta con 34 bancas, podría renovar entre 14 y 15. ¿Qué es lo importante de esta elección? Primero, se trata de una elección de distrito único, donde cada distrito vale por su importancia en términos de subrepresentación. En tercer lugar, la mayoría calificada del artículo 99 en el Senado.
Los mecanismos de coordinación y consenso tienen mucho que ver con la representación en el Senado, de manera que, a partir del 10 de diciembre y con la elección del 26 de octubre —muy trascendente para el Senado—, no se espera que la configuración del Congreso cambie estructuralmente en su dinámica de representación respecto al resto de los componentes. ¿Por qué? Porque La Libertad Avanza (LLA) reemplaza a Propuesta Republicana (PRO) y, en general, los polos políticos de representación en Argentina no van a variar significativamente.
En concreto, a partir del 10 de diciembre, el gobierno seguirá sin capacidad de gobernar solo. ¿Y quiénes serían, si no, los gobernadores, el otro foco de poder con el que tendrían que negociar?
Sí, claramente la República Argentina tiene un sistema de construcción política basado en liderazgo presidencial, fuerza de representación en el Congreso y rol de los gobernadores en términos de asimilación de senadores y diputados. Por ejemplo, cuando se observa a la UCR, se reducirá a la mínima expresión: entre 11 y 14 diputados como mínimo, como máximo; en consecuencia, está en vías de extinción, PRO sufrió una fuerte licuación de su poder y aumenta la expansión del poder de Libertad Avanza. Pero efectivamente generó las condiciones para que distritos presenten candidatos propios.
Por ejemplo, en Chaco se eligen tres senadores: dos por mayoría y uno por la minoría. Si ganamos dos por la mayoría, el que entra por la minoría será de Libertad Avanza, no de la UCR. Y de siete diputados, quedarán para solamente dos.
Con lo cual, hay un proceso de consolidación del poder de La Libertad Avanza y de licuación de otras expresiones, entre las cuales se encuentra el poder territorial de los gobernadores. De manera tal que, después del 26 de octubre, esa reconfiguración mostrará si el rol es más de coaliciones nacionales tipo Fuerza Patria, más de incidencia de los gobernadores o de una nueva articulación política que se pueda contrarrestar.
Fuerza Patria, ¿existe hoy con un conductor al frente?
Creo que hay una clara expresión que tiene que ver con lo orgánico partidario y las expresiones territoriales. Yo hace mucho tiempo vengo advirtiendo que nuestro partido se configuró como una confederación de partidos provinciales con liderazgo de carácter local y que, efectivamente, la mayor hegemonía política es la de Cristina dentro del espacio, pero con fragmentación territorial. Entonces, hay una fragmentación del poder político en Argentina, fragmentación territorial y un proceso de construcción de hegemonía. Y eso es lo que se está dando.
¿Y no ves a Cristina en un proceso de retirada?
Ella tiene un rol importante en ciertos mecanismos de identidad y de cohesión política del espacio. Pero, si analizamos la provincia de Buenos Aires, lo que debemos plantear es, primero, un acierto estratégico y una decisión del desdoblamiento del gobernador Kicillof: un liderazgo para reafirmar su decisión, pero también una cooperación política muy fuerte, tanto de Cristina como de Massa y del liderazgo territorial. Cuando hay un proceso dinámico de política, esto se va expresando de manera gradual y se desarrolla por pasos sucesivos: el 7 de septiembre, primer paso; el 26 de octubre, segundo paso; y el tercer paso será la construcción de la alternativa para el año 2027.
Viste que hay una senadora en Tucumán, homónima de tu exesposa, Sandra Mendoza, que dijo que el gobierno no llegaría a octubre. ¿Cuál es tu visión respecto del riesgo de que el gobierno no termine su mandato presidencial?
Es absolutamente imprescindible respetar la Constitución Nacional. Allí, el artículo 88 establece las condiciones de cese respecto al presidente y al vicepresidente. El segundo tema es la ley 20.972, que efectivamente fue una herramienta de la Asamblea Legislativa en el año 2001-22, pero sinceramente estoy en contra de esta cuestión, porque tiene que ver con juicios políticos o mecanismos de carácter institucional que tienden a debilitar al poder ejecutivo.
¿Por qué razón? Porque nosotros, y lo vengo sosteniendo hace varios años, creemos que Argentina podría llegar a la “peruanización”, es decir, generar un proceso de inestabilidad política. La inestabilidad macroeconómica de origen crónico produce y reproduce desigualdades sociales, obstaculiza el crecimiento sostenido de la economía y fomenta la falta de cooperación en el sistema político, lo que genera una tendencia secular al estancamiento. Esto requiere resolver restricciones irresueltas, reglas incumplidas y políticas fallidas, pero no se logra agravando la inestabilidad.
Al parecer, Perú es nuestra contracara: posee estabilidad económica pero enfrenta inestabilidad política; Argentina, en cambio, mantiene estabilidad institucional y sufre desorden económico. Siempre se debate el orden de influencia: si la economía condiciona a la política o si la política determina la economía. Desde tu perspectiva, la persistencia de esta inestabilidad financiera podría derivar en problemas políticos.
Es un dato objetivo de la realidad. Esto puede ocurrir o no, dependiendo de las capacidades institucionales y estatales. De manera tal que creo que tiene restricciones irresueltas. ¿Cuáles son? Primero, la restricción energética. ¿Estamos en vías de solución? Sí. Para el período 2025-2033, claramente es un tema que requiere inversión significativa.
Segundo, la restricción logística. Este gobierno la agrava. ¿Cuánto se necesita? 250.000.0000. Se puede resolver, sí, con organismos multilaterales de crédito y mecanismos de financiamiento existentes, porque sin inversión ningún país puede avanzar. La competitividad sistémica depende de la logística integrada y de la infraestructura disponible.
Tercer tema, obra pública. Mirando Argentina con transferencias corrientes, se pueden destinar entre 2 y 4,5 puntos del PIB. Si observamos el período de mayor densidad de inversiones, entre 1800 y 1890, la inversión bruta pública alcanzó hasta el 45%, combinando telégrafo, ferrocarriles e infraestructura. Y, finalmente, la cuarta, la más compleja: la restricción política. Argentina enfrenta un problema político estructural. Se discuten temas medulares del sistema capitalista, pero lo que se pone en debate son aspectos clave de la macroeconomía que podrían acordarse.
Hay discordancia y un problema de reglas. Argentina discute temas como la regla fiscal, la regla monetaria o la regla cambiaria, que con reglas institucionales claras no deberían ser un gran problema. ¿Por qué la regla fiscal? Porque, en la literatura, las reglas fiscales incluyen ingresos, egresos, balance y deuda. Yo agregaría otras: solvencia, coordinación horizontal y coordinación vertical. Al analizar series estadísticas, por ejemplo de la Fundación Mediterránea, desde 1913, en 100 años, la mayor acumulación se dio en la década del 20, casi 28% de reservas. Brasil tiene 15% del PIB; nosotros, reservas líquidas negativas. Por eso, se necesitan reglas claras para resolver este problema.
Pero también se requieren políticas estratégicas, necesita cuatro políticas clave: primero, política industrial; es necesario un regreso a la misma. Segundo, política científica y tecnológica: 0,4% del PIB versus 5% en Israel o entre 3,5 y 4,5% en Japón y China. Según el Instituto de Política Estratégica de Australia, de 64 tecnologías críticas en el mundo, 57 son de China y 7 de Estados Unidos. Por eso, es imprescindible una política científica tecnológica.
Tercero, política de empleo. La precarización laboral y el deterioro salarial afectan la distribución del ingreso y la pugna distributiva. Cuarto, distribución espacial del ingreso, es decir, el desarrollo de las economías regionales.
La interna Milei-Caputo lo tiñe todo
Entonces, cuando hablo de un país que tiene que resolver estos doce puntos: ¿creés que no se pueden superar las restricciones, las reglas incumplidas y las políticas fallidas?
mb/mu
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