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De dónde vino la cercanía del Papa Francisco con los pobres

El Concilio Vaticano II convocado por Juan XXIII influyó en la renovación del catolicismo en América Latina, a través de cinco reuniones episcopales en cincuenta años. De ellas nació la Teología del Pueblo, que inspiró la hoja de ruta de Jorge Bergoglio, cuando llegó al Vaticano.

La peregrinación en los alrededores de la Catedral, tras la misa por el papa Francisco. Foto: Pablo Cuarterolo

En los años sesenta se produjo un hecho capital para la Iglesia católica. En enero de 1959, a los pocos meses de haber sido elegido, el Papa Juan XXIII convocó a un Concilio, la reunión de todos los obispos de la Iglesia para resolver sobre todas las cuestiones que fuesen de interés para la misma. Este, el Concilio Vaticano II, se desarrolló en cuatro sesiones, realizándose la primera de ellas en el año 1962 y la última en 1965. Entre éstas, solo la primera fue presidida por el papa Juan XXIII, ya que este falleció en 1963, quedando las restantes a cargo de su sucesor, el papa Paulo VI.

La influencia del Concilio Vaticano II en las transformaciones de la Iglesia católica en América Latina se dio en las reuniones generales del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), que agrupaba a todos los obispos de esta región.

En cuanto a estas reuniones, se realizaron cinco Conferencias Generales de Obispos, siendo conocidas por los distintos lugares donde se llevaron a cabo. La primera Conferencia General se realizó en Río de Janeiro (1955); la segunda, en Medellín (1968); la tercera, en Puebla (1979); la cuarta, en Santo Domingo (1992); y la quinta, en Aparecida (2007)

Como estas reuniones del CELAM ocurrieron en momentos históricos diversos y bajo distintos papados, presentan también diferentes características, quedando plasmado lo elaborado por cada una en los denominados Documentos. En este sentido, con referencia al “Documento” de la segunda Conferencia, Marcelo Larraquy en su libro Código Francisco comenta: 

“El documento de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM) de Medellín, en 1968, promovió una pastoral de denuncia contra la injusticia social, causa del atraso y el desamparo. Aconsejaba a los obispos asistir y comprometerse con el “Pueblo de Dios”, que reunía a toda la comunidad de cristianos, en el cambio de estructuras económicas y sociales”.

Michael Löwy señala que la idea central de la Teología de la Liberación es la expresión consagrada en la Conferencia de Puebla (1979), “la opción por los pobres”, entendiendo que los pobres son agentes de su propia liberación"

Entre las distintas corrientes posconciliares que tuvieron desarrollo en América Latina, cabe mencionar a dos de ellas: la Teología de la Liberación y la Teología del Pueblo. En cuanto a la primera de ellas, Michael Löwy, un sociólogo especialista en la temática religiosa, en su libro Guerra de dioses. Religión y política en América Latina, explica: 

“La teología de la liberación nació propiamente en 1974 con la publicación de Theólogie de la libération – Perspcetives, de Gustavo Gutiérrez, jesuita peruano y ex alumno de las universidades católicas de Lovaina y Lyon. Naturalmente que esta obra no nació de la nada: era la expresión de diez años de praxis de cristianos comprometidos socialmente y de varios años de discusiones entre teólogos progresistas latinoamericanos”. 

Dentro de las muchas figuras de esta corriente, cabe mencionar también a los brasileños Leonardo Boff y Hugo Assmann.

Además, Löwy también señala que la idea central de la Teología de la Liberación es la expresión consagrada en la Conferencia de Puebla (1979), “la opción por los pobres”, entendiendo que los pobres son agentes de su propia liberación y no simples sujetos de la atención caritativa. 

“Francisco universalizó lo mejor de nuestro pueblo”

Asimismo, al sostener que existían estructuras sociales y económicas injustas, esta corriente entendía que un verdadero cambio implicaba la transformación de dichas estructuras y se mostraba crítica con las características que había tomado el desarrollo capitalista en la región. Por ello, se imponía una lucha contra la pobreza y el subdesarrollo para poder superar las injusticias sociales.

Por otro lado, una segunda corriente católica posconciliar es la Teología del Pueblo, corriente a la cual se entiende que adhiere el Papa Francisco. Tal es así, que en un número del año 2014 de la revista cristiana Razón y fe dice: “Uno de los frutos del Concilio Vaticano II, asimilado a lo largo de los tiempos en Medellín, Puebla y Aparecida, y leído en los diversos países de la América Latina, muy especialmente en la Argentina, ha sido la llamada teología del pueblo. Ahora con el Papa Francisco esta peculiar manera de comprender el pueblo cristiano y su religiosidad ha ganado Roma”.

Si bien esta corriente nace por la misma época que la Teología de la Liberación y también recibe la influencia del Concilio Vaticano II, no pone el mismo acento en el cambio de las estructuras económicas y sociales, es de carácter más moderada y tiene una impronta más de tipo pastoral. Entre sus figuras más destacadas, se encuentran los sacerdotes Lucio Gera y Rafael Tello

Asimismo, en cuanto a la relación de Francisco con esta corriente, precisamente se trata esta cuestión en un artículo titulado El Papa Francisco y la teología del pueblo, publicado en la ya mencionada revista cristiana y escrito por el sacerdote jesuita Juan Carlos Scannone, también vinculado con esta corriente. 

En él se sostiene: “Desde su salida al balcón de San Pedro, después de su elección, el Papa Francisco realizó gestos simbólicos, dio entrevistas, habló como jefe de la Iglesia y publicó una especie de ‘hoja de ruta’ de su pontificado en la Exhortación postsinodal Evangelii Gaudium (EG), que, en no pocos rasgos, recuerdan la Teología del Pueblo argentina”. 

En suma, a partir del Concilio Vaticano II se produce una importante transformación en la Iglesia católica en América Latina, que va tomando forma en las distintas reuniones generales del CELAM. Surgen así distintas corrientes dentro del catolicismo que se comprometen con las duras realidades que se vivían en la región. 

Entre ellas, dos de las más significativas han sido la Teología de la Liberación y la Teología del Pueblo. Dado que se ha vinculado al Papa Francisco con esta última, profundizar en el conocimiento de ésta posiblemente permita encontrar las claves profundas de la acción que él trató de llevar adelante en su papado.

*Licenciado en Letras (UBA), doctor en Ciencias Sociales (UBA)