Homeoffice: diseñar espacios que cuiden la mente
“Las viviendas ya no solo como el espacio de construcción de hogares, sino también como un espacio de producción y trabajo” dice el autor. Cómo lograr que una funcionalidad no invada la otra.
El fin de año suele ser un momento de cansancio acumulado y necesidad de pausa. Después de meses de trabajo intenso (muchas veces desde casa), el espacio que habitamos queda expuesto como nunca. Ya no es solo refugio o descanso: es también lugar de trabajo, producción y rutina diaria. Y esa superposición tiene un impacto directo en el bienestar mental.
La nueva contemporaneidad post pandemia que trajo consigo el teletrabajo, ha provocado también que en la práctica profesional, pensemos las viviendas ya no solo como el espacio de construcción de hogares, sino también como un espacio de producción y trabajo. Incluso, en ese contexto, contemplamos la convivencia entre funciones residenciales y profesionales dentro de un mismo edificio, una realidad cada vez más presente en la forma de habitar contemporánea.
Todo esto se traduce en un gran cambio que nos invita a repensar la arquitectura y el desarrollo desde una lógica más flexible, capaz de alojar distintas actividades sin que una invada por completo a la otra, algo que se vuelve especialmente evidente en momentos de agotamiento como el cierre del año.
Homeoffice
Esencialmente, ese equilibrio solo es posible si se diseña desde el origen. La clave está en ofrecer unidades con la capacidad de generar distintos ambientes de modo que el trabajo y la vida cotidiana se puedan dar de manera simultánea, ya sea a través del manejo generoso de las dimensiones, el diseño del mobiliario o unidades con la capacidad de fraccionarse durante ciertas etapas del día y luego comunicarse nuevamente.
¿Oficina o home office? Así será el futuro laboral
Todo esto parte de una convicción clara: el corazón de los proyectos debe ser la experiencia de los futuros usuarios. Nuestro rol a la hora de diseñar implica prestar atención a cómo el edificio interactúa con todos los sentidos, lo que ven, lo que tocan, y generar espacios que se sientan amables, contenidos y equilibrados. En un contexto de cansancio generalizado, el hogar debería funcionar como un límite frente a la exigencia cotidiana por lo que debe ser una experiencia relajante, cálida y placentera.
En ese proceso, la luz natural es de los mejores recursos para generar habitabilidad de calidad y bienestar en los usuarios, especialmente cuando se combina con ventilación natural y vínculo con el entorno. Por eso, pensamos que aberturas generosas en dimensiones y alta calidad, garantizan el cumplimiento de todos los estándares de confort contemporáneos mientras mejoran la percepción sensorial de los ambientes.
El auge del home office también obliga a revisar viejas lógicas del mercado.
No pensar en superficies mínimas, sino en experiencias máximas. Una vivienda no debe nacer desde un cierto metraje, sino desde una lógica de habitación que enriquezca la vida de sus usuarios y contemple una diversidad real de formas de habitar, trabajar y descansar.
Tal vez este fin de año, cuando el desgaste del trabajo remoto se hace más evidente, sea un buen momento para mirar el hogar con otros ojos. Si la casa también es oficina, pensarla desde la calidad, como un factor de consistencia que recorre todas las dimensiones del proyecto, ya no es solo una decisión de diseño: es una forma concreta de cuidar la mente y acompañar la vida real de las personas.
*Arquitecto
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