OPINIóN
Bronca

Cuestionamiento al aumento de tarifas de energía en Santa Fe

“La política tarifaria que el gobierno provincial aplica sobre la Empresa Provincial de la Energía y el comportamiento de los diputados nacionales santafesinos vienen garantizando sin fisuras la gobernabilidad parlamentaria del experimento libertario” dice el autor. Porqué.

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En la Argentina del ajuste permanente, no todos los gobernadores juegan el mismo partido. Algunos intentan amortiguar el impacto social de las políticas nacionales. Otros negocian márgenes de autonomía. Y hay quienes deciden alinearse sin matices con el proyecto de Javier Milei. En Santa Fe, el gobernador Maximiliano Pullaro eligió claramente este último rol: convertirse en el mejor alumno del presidente.

No se trata de una consigna ni de una exageración retórica. Es una conclusión que surge de los hechos y que se expresa con claridad en dos planos concretos: la política tarifaria que el gobierno provincial aplica sobre la Empresa Provincial de la Energía (EPE) y el comportamiento de los diputados nacionales santafesinos que responden políticamente a Pullaro, que vienen garantizando sin fisuras la gobernabilidad parlamentaria del experimento libertario.

El primer eje es el tarifario. En medio de una emergencia económica y energética que golpea de lleno a los hogares, a los comercios, a las pymes y al entramado productivo, el gobierno santafesino decidió trasladar de manera directa el ajuste a los usuarios. Aumentos sostenidos, falta de información clara, ausencia de auditorías públicas y una EPE convertida en una caja opaca, sin control legislativo efectivo, configuran un esquema que replica punto por punto la lógica nacional: que el costo del ajuste lo pague la gente.

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Santa Fe tiene recursos, capacidad industrial y tradición estatal suficiente para pensar un modelo de desarrollo con energía accesible, empresas públicas fuertes y un Estado que regule"

Mientras nosotros gobernamos Santa Fe con Omar Perotti, nunca aumentamos las tarifas de la EPE por encima de los reconocimientos paritarios de sus trabajadores. Esa no fue una casualidad ni una concesión: fue una decisión política consciente, orientada a cuidar el poder adquisitivo de las familias y la competitividad de la producción, entendiendo que la energía no es una mercancía más sino un insumo estratégico para el desarrollo. Fue gestión con responsabilidad social, no relato.

Hoy ocurre lo contrario. Al igual que Milei en el plano nacional, Pullaro se desentiende del impacto social de sus decisiones. No hay políticas de contención, no hay segmentación inteligente, no hay una discusión seria sobre la estructura de costos de la empresa ni sobre el rol estratégico que debería cumplir la EPE en una provincia productiva. Hay, en cambio, una respuesta automática: subir tarifas, aun en un contexto de recesión, caída del consumo y deterioro acelerado de los ingresos.

Mientras con la pandemia a cuestas y la peor sequía de la historia nosotros implementamos paritarias por sobre la inflación, el Boleto Educativo Gratuito y la Billetera Santa Fe para cuidar el bolsillo de la gente y ayudar a reactivar la economía, hoy Pullaro suma ajuste al ajuste.

El segundo eje completa el cuadro. En el Congreso Nacional, los diputados santafesinos que responden a Pullaro vienen acompañando sin matices todas las leyes clave del gobierno de Milei. Presupuesto, delegación de facultades, endeudamiento, recortes a las provincias, eliminación de fondos específicos: cada iniciativa central del ajuste contó con su voto afirmativo.

El gobierno santafesino decidió trasladar de manera directa el ajuste a los usuarios"

No hubo disidencias ni advertencias. No hubo defensa del federalismo ni de los intereses concretos de Santa Fe. Hubo obediencia política. El último presupuesto nacional, aprobado con ese respaldo, consolida un modelo que paraliza la obra pública, debilita las capacidades del Estado y profundiza desigualdades territoriales. Santa Fe no quedó al margen: fue parte del engranaje que permitió su aprobación.

Cuando los legisladores que responden a un gobernador acompañan sistemáticamente un programa nacional que ajusta a las provincias, ese gobernador no puede simular distancia. La representación política también es responsabilidad. Y en este caso, el alineamiento es evidente.

Pullaro no solo aplica en Santa Fe una versión local del ajuste libertario, sino que además garantiza gobernabilidad parlamentaria al gobierno nacional. Ajuste hacia adentro, obediencia hacia arriba. Esa doble vía explica por qué, lejos de ser un actor autónomo, el gobernador se ha transformado en el mejor alumno de Milei.

El problema no es solo político. Es social, económico y productivo. Santa Fe tiene recursos, capacidad industrial y tradición estatal suficiente para pensar un modelo de desarrollo con energía accesible, empresas públicas fuertes y un Estado que regule en favor de las mayorías. Elegir el camino contrario no es una imposición: es una decisión política.

Y como toda decisión política, debe ser discutida de cara a la sociedad. Porque cuando el ajuste llega a la boleta de la luz y se vota al mismo tiempo en el Congreso, ya no hay lugar para las excusas. Pullaro en Santa Fe invoca al Brigadier López, pero en Casa Rosada se arrodilla ante el centralismo porteño, como si fuera un discípulo de Bernardino Rivadavia, el unitario que gobernó de espaldas al interior.

* Diputado santafesino del bloque “Hacemos Santa Fe”