La pasión como diferencial en el futuro de las ciencias económicas
En una década creció 40% la matriculación de los profesionales del área y variaron las modalidades de trabajo: lo que antes insumía horas ahora se resuelve rápidamente. Aunque la tecnología agilizó tareas mecánicas, “Este cambio no significa que la profesión ya no requiera de un cimiento sólido”, dice el autor.
En la Argentina hay más de 170.000 matriculados registrados por la Federación Argentina de Consejos Profesionales en Ciencias Económicas, nada menos que un 40% más que los 120.000 informados por la misma entidad hace apenas una década.
La evolución no es sólo numérica: el cambio vertiginoso abarca todas las aristas vinculadas con el ejercicio profesional. Basta pensar las herramientas que tenían a mano quienes se iniciaron en este campo en la década del ’80, la mayoría de las cuales califica hoy como “pieza de museo”: máquinas de escribir ruidosas que se trababan antes de comenzar una nueva línea o computadoras tan grandes que eran imposibles de mover son apenas algunos ejemplos.
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El día a día también tenía características impensables en la actualidad: buscar información demandaba horas de biblioteca y el trabajo consistía, en gran medida, en tareas repetitivas, rutinarias y manuales.
Las actividades que antes ocupaban el 80% de la jornada hoy no deberían insumir más del 5%"
Hoy el panorama es opuesto. La digitalización, el trabajo remoto y, más recientemente, la inteligencia artificial (IA) revolucionaron el ejercicio profesional: las actividades que antes ocupaban el 80% de la jornada hoy no deberían insumir más del 5%.
Y esta es una noticia muy positiva. ¿Por qué seguir dedicando tiempo y esfuerzo a repetir fórmulas y hacer tareas mecánicas, cuando podemos concentrarnos en desplegar nuestra creatividad, nuestra capacidad de innovación y nuestro talento? Ese parece ser el principal desafío para las nuevas generaciones.
El futuro: muchos interrogantes y nuevas oportunidades
Este cambio no significa que la profesión ya no requiera de un cimiento sólido. La formación universitaria constituye la base de un edificio que, cuanto más alto se quiera construir, más profundo y firme debe ser. Y en tiempos tan cambiantes, esa base debe nutrirse de un aprendizaje constante.
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El futuro de la profesión plantea interrogantes difíciles. Hace apenas una década nadie imaginaba el surgimiento de herramientas como ChatGPT, hoy aliada cotidianos en la práctica profesional y en el estudio. Lejos de verse como enemigos, estos avances deben ser abrazados como socios estratégicos que permiten concentrar el esfuerzo en lo verdaderamente humano: la ética, la creatividad, la empatía y la capacidad de generar confianza.
Ese vínculo con la tecnología exige también un liderazgo renovado. Las nuevas generaciones valoran tanto el tiempo libre como la remuneración y buscan esquemas de trabajo flexibles, basados en objetivos y no en horarios rígidos.
La conducción de equipos hoy implica comprender esas expectativas personales y equilibrarlas con las metas organizacionales. La reconfiguración continua es parte de nuestra realidad.
Y mientras todo se modifica y evoluciona, aparece un elemento en la esencia del profesional de ciencias económicas, que siempre existió y que sigue siendo un factor diferencial: la pasión. La ejecución mecánica de los conocimientos técnicos o del cumplimiento de trámites burocráticos ya no tiene lugar.
El entusiasmo, la convicción y la energía en cada clase de un docente, en cada asesoramiento a un cliente, en la investigación de un nuevo campo de trabajo o en la participación en espacios colegiados es lo que mueve montañas y convierte las dificultades en oportunidades de crecimiento.
Al final del día, lo que diferencia a un profesional destacado de uno promedio es la pasión: más allá de las nuevas tecnologías, seguirá siendo la brújula para quienes elijan ejercer esta profesión con orgullo, responsabilidad
*Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Belgrano
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