Pasaron dos años de gestión de Milei y acabamos de cumplir 42 años de la recuperación de la democracia. Simplemente, estos dos elementos de análisis justifican pensar que la memoria fue creada para la política.
Y tanto esto es así, que para muchos, la dimensión de la recuperación de la democracia no tuvo recuerdo, consideración ni acto privado o público que pusiera al hecho en una dimensión simbólica trascendental para la vida civil que hoy gozamos.
No hubo banderas en balcones, pocos actos de dirigentes, un poco más de posteos en redes, a eso se resumió tan importante fecha. Pocos parecen tener en vista, menos las juventudes en su amplia mayoría, lo que implica tener las libertades de las que hacen uso sin mayor deber o responsabilidad.
Si lo anterior, es realmente así, entiendo que estemos ante cada vez mayor liviandad y olvido de una parte de nuestra historia. Y aquí, entre muchos otros hechos relevantes, al menos este fenómeno colectivo que nos contiene y nos implica a todos pareciera adormecido como todo lo que se normaliza o rutiniza en la vida cotidiana.
Si a eso le sumamos los dos años de gestión del actual presidente Milei, algo también hay de ello, de lo anterior.
Los dos primeros años fueron, para muchos analistas políticos y sociales, totalmente contraintuitivos o inesperables. Pocos daban por cierto este escenario actual. Y entonces, la pregunta resurge, la memoria ¿qué rol juega a la hora de analizar y proponer escenarios futuros?
Y la pregunto, en este caso, sólo la recargo sobre los profesionales de las ciencias sociales y económicas, en tanto sí puede cabernos la responsabilidad de la prudencia y el diagnóstico comparativo entre similitudes o semejanzas con períodos anteriores o perfiles dirigenciales.
Sin memoria no hay instituciones políticas vigentes, dado que no sólo la dimensión legal es suficiente para explicar su existencia"
Por esto, la memoria ante lo nuevo juega un rol fundamental. La memoria está claramente creada para la política, sus actores y analistas. Ese escenario es atemporal y es un laboratorio del cual debemos dar cuenta para cotejar con responsabilidad lo que nos ocurre en la actualidad. La memoria es sopesar, analizar, redescubrir, traer al presente, todo lo que nos sea necesario para entender la complejidad en la que vivimos.
Finalmente, pensamos en que la memoria fue creada para la política, y es un máxima así como la presentamos aquí, no con el sentido y la debida advertencia que sea un campo de rediseño, ocultamiento o solapamiento de hechos, actores y momentos de la vida política.
Por esto, afirmamos que sin memoria no hay instituciones políticas vigentes, dado que no sólo la dimensión legal es suficiente para explicar su existencia. Y esa es la tarea que debemos tomar a diario para quienes quieren volver a la política un mero producto de la legislación continua o sólo un eventual y arbitrario decisionismo. La memoria es un freno a las revoluciones y la opacidad política.