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Bolsonaro comienza la colecta de firmas para su nuevo partido

El presidente brasileño le dio inicio a uno de los últimos pasos para la conformación definitiva de su nuevo partido político, la Alianza por Brasil.

President Bolsonaro Signs Decree Easing Gun Laws Foto: Bloomberg

El nuevo partido de Jair Bolsonaro comenzó a juntar las firmas necesarias para obtener el reconocimiento del Tribunal Superior Electoral y poder participar de las elecciones municipales de 2020. Son necesarias casi 500 mil firmas distribuidas en al menos nueve de los 26 estados y el distrito federal.

A mediados de noviembre pasado, Bolsonaro abandonó el Partido Social Liberal (PSL), por el que fue electo en octubre de 2018, luego de que se conocieran nuevos detalles de la investigación que lleva adelante la justicia brasileña sobre las candidaturas falsas e irregularidades en el financiamiento de campaña. Las investigaciones habían comenzado a  inicios de año y fue uno de los motivos que en febrero ocasionó la sorpresiva y rápida salida de Gustavo Bebbiano, hasta entonces Secretario General de la Presidencia, hombre de máxima confianza de Bolsonaro y uno de los principales articuladores del gobierno.

Desde la salida de Gustavo Bebbiano, que fue nombrado presidente del PSL durante la campaña electoral a pedido precisamente de Jair Bolsonaro, la relación entre el bolsonarismo duro y el PSL no fue de las mejores. Incluso desde entonces se hablaba de que Bolsonaro abandonaría la sigla para despegarse de las investigaciones y crearía su propio partido, hecho que sucedió ahora.

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El PSL, que es un partido creado a mediados de los noventa y que ha funcionado muchas veces como un “partido de alquiler”, estaba al borde de la extinción ya que contaba apenas con un diputado nacional y muy probablemente no hubiera alcanzado el mínimo de votos que impone la nueva cláusula de barrera para el financiamiento de partidos políticos. La llegada de Bolsonaro y el éxito de 2018 lo posicionaron como el partido con más miembros en el Congreso junto con el PT. El PSL hasta ahora tiene 53 diputados, mientras que en el Senado tiene dos representantes, luego de la salida de Flavio Bolsonaro, el mayor de los hijos del presidente. Sucede que mientras las bancas de diputados -elegidos por sistema proporcional- corresponden a los partidos, las bancas de senadores -elegidos por sistema de mayoría- le corresponden al individuo, lo que permitió que Flavio se desafiliase del PSL sin perder el mandato. Los diputados que pretenden ir al Alianza por Brasil intentarán quedarse en el PSL hasta que el nuevo partido esté autorizado para competir en elecciones. Sin embargo, es posible que deban enfrentar procesos disciplinarios y acusaciones de infidelidad partidaria que podrían hacerles perder el mandato.

Con la división del PSL la fuerza del bolsonarismo en el Congreso termina de diluirse. Bolsonaro ya era un presidente minoritario, y ahora no está claro con cuántos legisladores contará el año próximo. Los argumentos presentados por el bolsonarismo para permitir la migración al nuevo partido son que el PSL habría incurrido en prácticas corruptas e incumplido su línea programática, con ello los diputados tendrían “justa causa” para cambiar de partido sin perder el mandato.

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Este escenario se suma a la particularidad de que el gobierno de Bolsonaro no ha conformado una coalición de gobierno, práctica naturalizada en el fragmentado sistema de partidos brasileño, sin la cual ningún gobierno obtiene un apoyo legislativo significativo y mucho menos mayoritario. Montado en el discurso de la antipolítica, Bolsonaro se negó a negociar espacios en el gabinete y formar dicha coalición. Esto le ha valido numerosas derrotas en el Congreso, incluyendo el récord de vetos presidenciales.

La creación de la Alianza por Brasil es un avance en la concreción del proyecto bolsonarista. Un partido a medida de Jair Bolsonaro, creado en torno a su figura y que refleja sus ideales: un partido fuertemente conservador, defensor de la portación de armas, marcadamente anti-socialista y a favor del libre mercado. Este avance del proyecto bolsonarista es elocuente de la forma de hacer política de Jair Bolsonaro: dinamita lo existente, sobre todo si de instituciones se trata, se radicaliza y entabla un diálogo lo más directo posible con su base de apoyo.

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El programa de Alianza por Brasil refleja las convicciones del presidente brasileño y la preeminencia del ala antiglobalista del gobierno. Si la nueva administración del país vecino tiene al menos tres grupos nítidamente definidos (militares, liberales y conservadores y antiglobalistas) este primer año de gobierno muestra que ideológicamente Jair Bolsonaro se identifica con los conservadores y antiglobalistas. El actual canciller brasileño, Ernesto Araújo, es uno de los principales nombres del ala antiglobalista en el gobierno. Un pasaje del programa de Alianza por Brasil recuerda a un artículo de Araújo titulado “Trump y Occidente”, donde habla entre otras cosas de pérdida del espíritu occidental producida por el globalismo y argumenta que el presidente estadounidense viene a reparar ese vacío espiritual. En el programa de Alianza se habla de la corrupción política, que saqueó empresas estatales, y también del intento del proyecto de la izquierda de corromper el espíritu de la sociedad brasileña. El gobierno de Jair Bolsonaro vendría a reparar esa corrupción espiritual y reencauzar a Brasil en los valores de la familia y la tradición judeo cristiana. Pero el principal nombre del ala antiglobalista es Eduardo Bolsonaro, otro de los hijos del presidente. Eduardo es muy cercano a Steve Bannon, otrora asesor de Donald Trump. Bannon es un articulador de un intento de “internacional de la derecha populista”, también conocido por su paso por Cambridge Analytica, empresa acusada de utilizar datos personales durante las campañas electorales.

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Los ejes que aparecen en el programa de Alianza por Brasil, que se propone “capitanear un proyecto de restauración nacional”, son: el respeto a Dios y la religión, los valores fundantes del Evangelio y la Civilización Occidental, la restauración de los valores tradicionales de Brasil, la defensa a la vida y repudio al aborto, la defensa de la familia, de la inocencia de los niños (en alusión a la educación sexual y de género), la defensa del porte de armas y la legítima defensa (punto sobre el que se hace hincapié), garantizar el orden jurídico y combatir el activismo judicial, controlar la burocracia estatal disminuyendo el poder de burócratas no electos, reivindicar a las fuerzas de seguridad, la soberanía sobre el Amazonas, el combate contra la corrupción. Por último, luego de mencionar que el partido se empeñará en “eliminar” el comunismo y el socialismo, realiza una defensa del libre mercado y la propiedad privada.

El partido muy probablemente no llegará a estar autorizado a tiempo de participar de las elecciones municipales de 2020. El propio Bolsonaro reconoció ello: “las chances son del 1%”. La estrategia del gobierno viene siendo, ya desde antes de oficializar la salida del PSL, la de bajarle el precio a las municipales. Como dijo el analista internacional, Patricio Talavera, una estrategia de Alianza por Brasil podría ser no presentar candidaturas robustas en 2020, de modo que las elecciones municipales no se conviertan en un plebiscito sobre la gestión de Bolsonaro.

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Bolsonaro termina su primer año siendo el presidente que más rápido perdió popularidad desde el retorno de la democracia. Actualmente la aprobación a su gestión está en torno al 30%, dependiendo de la encuestadora. Sin embargo, una encuesta que viene realizando en los últimos meses la revista Veja le da buenos índices de intención de voto, ganándole entre otros a Lula da Silva. Más importante, en verdad, tal vez sean los relevamientos como el de XP Investimentos que muestra que el grueso de los brasileños responsabilizan al PT, y en particular a Lula da Silva, por la crisis económica de la que aún está saliendo el país. También hay una mayoría que guarda optimismo con el futuro de la gestión de Jair Bolsonaro.

Habrá que ver qué sucede con las elecciones municipales de 2020, y hasta dónde el bolsonarismo consigue eludir el veredicto de las urnas respecto a su gestión. Los resultados de otras fuerzas, sean de centro derecha o de izquierda, también cuentan. Además, quedará por ver cómo avanza la agenda legislativa, con un gobierno más debilitado en ese terreno y ante la proximidad de las elecciones.