Empalagoso sabor K
El año 2005 deja un completo sabor a K en el paladar. Desde el canje de deuda, hasta el desendeudamiento, pasando por el triunfo electoral en la provincia de Buenos Aires, todo fue a gusto y placer del Presidente.
La virtualidad se convirtió en realidad efectiva, como diría la marcha peronista: Kirchner logró materializar el apoyo mayor o menor que proyectaron las encuestas durante dos años en poder político contante y sonante. No hubo crisis energética, ni quedamos aislados del mundo, ni el crecimiento se frenó, aunque sí se desató más inflación que la que afirman los índices oficiales.
Esto no significa que no haya tenido problemas, empezando por algo que técnicamente ocurrió el año pasado –Cromañón– con las dudas respecto a si aparecía o no públicamente en esos días, o si apoyaba o no a Ibarra.
No es tanto el balance en sí, sino por qué no queda en la boca algún otro sabor que no sea el del Presidente. La respuesta es que Kirchner no quiere, y tiene suficiente poder para que eso suceda. Es el gobierno del Presidente, por el Presidente y para el Presidente (una particular adaptación del concepto de democracia). El problema es que un solo sabor empalaga.
También te puede interesar
-
Nahir Galarza demandó al psicólogo Gabriel Cartañá
-
Vizzotti aseguró que seguirá la pandemia "hasta que no accedan todos los países a la vacuna"
-
En una semana clave de negociaciones, Alberto Fernández envió un mensaje anti-ajuste al FMI
-
Qué harían Alberto Fernández y Larreta si fueran los líderes indiscutidos de sus coaliciones