OPINIóN

El Premio Nobel al rescate del periodismo y la democracia

Es particularmente destacable que la actividad periodística sea premiada en una época donde la multiplicidad de canales para expresarse sea la más amplia de la historia de la humanidad.

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Distinguidos. (Izq.). María Ressa, CEO y editora ejecutiva del sitio online filipino Rappler News. (Der.). Dmitry Muratov, del diario Novaya Gazeta, cuya sede está en Rusia. | afp

Por primera vez, el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a dos periodistas: la filipina María Ressa y el ruso Dmitry Muratov. Los considerandos del Comité Noruego del Nobel puntualizaron que el premio correspondía ya que los periodistas eran premiados por sus esfuerzos en salvaguardar la libertad de expresión, la cual es una precondición para la vigencia de la democracia y, por tanto, de una paz duradera.

La vinculación periodismo-democracia no es nueva. El concepto cuestionado de la actividad periodística como  “cuarto poder” y la interpretación de la prensa gráfica originalmente -y luego ampliada hacia los medios en comunicación en general- como un actor político y a la vez como un controlador de los poderes públicos y privados, es parte constitutiva del proyecto de la Ilustración.

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Sin embargo, desde el punto de vista formal, la consolidación de estos supuestos en una construcción teórica no es lo usual. No hay casi marcos teóricos “duros” que incluyan a los medios y al periodismo como elementos propios y necesarios de la vigencia de un sistema democrático consolidado. Es más fácil contar las excepciones.

Sin dudas, el gran intento por vincular la democracia y el periodismo es el de Robert Dahl. Politólogo señero del pluralismo, gran parte de su actividad académica y de investigación fue dedicada a abstraer las características básicas que debía contar un sistema democrático en el siglo XX. Así nació su poliarquía, modelo de democracia del presente.

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De sus diversos libros, donde los requisitos varían, nos quedamos con su definición minimalista que está en un libro de fácil acceso para quién no está inmerso en las particularidades de la ciencia política y la sociología. En “La democracia. Una guía para los ciudadanos”, Dahl define su poliarquía a partir de las siguientes instituciones.

  1. Cargos públicos electos
  2. Elecciones libres, imparciales y frecuentes
  3. Libertad de expresión
  4. Fuentes alternativas de información
  5. Autonomía de las asociaciones
  6. Ciudadanía inclusiva

 

Con claridad surge que los puntos 3 y 4 (el 33% de las instituciones que hacen a una democracia hoy en día) hacen a la actividad del periodismo: libertad de expresión y fuentes alternativas de información.

Es particularmente destacable que la actividad periodística sea premiada en una época donde la multiplicidad de canales para expresarse sea la más amplia de la historia de la humanidad. Hoy cualquiera es periodista y cualquiera no lo es. Las definiciones de qué es un periodista, por un lado, y qué es noticia, por otro son de los palos más enjabonados que existen hoy en las fronteras difusas de aquello que llamamos opinión pública.

El mundo dinámico del campo digital ofrece hoy una gama muy diversa tanto para recibir información como para ser productor de contenidos que incluyen aquello que llamamos periodismo.

 

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A mismo tiempo, la democracia como sistema político, pasa por un momento de opacidades. El surgimiento de conceptos que hacen a esos matices de claroscuros, como “democracia iliberal”, “democracia electoral” o “autocracia electiva”.

Veamos casos puntuales. Según el V-Dem Institute con base en Gotemburgo, Suecia, que funda su índex de clasificación de calidad democrática de los países en base a la poliarquía de Dahl, define a la Argentina no como una democracia liberal sino con un rango menor, como una “democracia electoral” (en América Latina sólo Costa Rica ingresa plenamente como una democracia liberal, mientras que Uruguay lo hace ya con asperezas). Filipinas y Rusia, los países de los periodistas que compartieron el Nobel, están clasificados como autocracias electorales.

La grieta entre periodistas

Las preguntas que existen hoy son relevantes y muchas. Dos dejamos aquí.

  1. Cuán democrático puede ser un país sin un periodismo crítico y robusto.
  2. Cómo armonizar clasificaciones cada vez más estrictas y sólidas desde un punto de vista metodológico cuando algunos elementos en juego, la actividad periodística y los periodistas por caso, son difíciles de delimitar.

 

* Christian Schwarz. Dr. en Sociología (UCA). Docente UCA, UNTREF, UCES.