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Gabriel Chaile agrega un capítulo a la historia de las figuras precolombinas

El artista inauguró la muestra Genealogía de las formas e investiga el vínculo entre las culturas originarias del norte argentino y la pobreza estructural de la Argentina con la exclusión como factor común.

Gabriel Chaile en Barro
Gabriel Chaile en Barro | Marcelo Parajó

La galería Barro Arte Contemporáneo inauguró la muestra Genealogía de la forma, un conjunto de esculturas del artista Gabriel Chaile con la curaduría de Andrea Fernández que se expondrá hasta el 20 de julio.

La obra de Chaile está atravesada por dos ideas fundamentales que recorren toda su obra y que tienen que ver con la reutilización de los materiales en función de las necesidades y la historia intrínseca de las formas.

La ingeniería de la necesidad consiste en utilizar desde el arte los recursos que están al alcance y reconvertirlos para crear objetos y estructuras que ayudan a mejorar una situación límite.

En tanto, el concepto que da nombre a la muestra presupone que cada objeto lleva consigo una historia que vuelve a contarse, recuperarse y reinventarse en relación al contexto en que está inmerso.

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La vasija y la figura antropomórfica. ecos de las culturas del NOA.

Las esculturas están hechas en adobe sobre estructuras metálicas y tienen un vínculo innegable con las piezas realizadas por las culturas precolombinas del noroeste argentino desde la materialidad y el diseño.

“Pienso a esta exposición como a esa vitalidad que todavía está presente, esas culturas que sobreviven en mi cara, en el rostro de los norteños o de las poblaciones más pobres de la Argentina”, reflexiona Chaile, nacido hace 34 años en Tucumán, en diálogo exclusivo con PERFIL.COM.

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Las obras están realizadas con adobe sobre estructuras de hierro.

“Encuentro la relación entre el barro, la cosa austera y la pobreza. En ese sentido eso está muy presente. Lo primero que hace uno es negar que parece un indio. Que tiene rasgos de indígena. Porque escolarmente es casi una imposición, como que de eso no se habla”.

El artista revaloriza así a las culturas de pueblos indígenas al apropiarse de motivos precolombinos y establece una relación con la actualidad de los descendientes de aquellas civilizaciones.

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Gabriel Chaile dialogó en forma exclusiva con PERFIL.COM

“En mi opinión, las culturas indígenas sobreviven en los rostros de muchas personas. Y específicamente en las que habitan en la pobreza, que pueden venir de la cultura indígena y son hoy personal doméstico o personal obrero de lo que es hoy Argentina. La cultura sobrevive ahí sin que se tenga conciencia de nuestro pasado; se fue filtrando poco a poco”, expresa Chaile.

"Ahora se habla mucho de la cuestión ecológica y cuidar los recursos. Eso sucede en las culturas originarias y en la pobreza, porque la gente tiene sus gallinas, su huerta. No solamente sucede cuando uno toma conciencia, sino que sucede por necesidad básica de vivir con lo esencial y lo sencillo". 

De este modo, el artista toma las formas que remiten a las vasijas y las pequeñas esculturas que sobrevivieron a la colonización y las hace revivir en piezas que se desbordan por su tamaño y en las que proliferan líneas curvas antropomórficas.

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Chaile admira el poder de síntesis que tenían las culturas del NOA para representar la figura humana.

“Las formas que tomo son de las vasijas del noroeste, que son las menos visitadas”, señala Chaile.

“Cuando se piensa en culturas indígenas se piensa primero en los aztecas, los incas y los mayas y las morfologías propias de esas civilizaciones. Lo que me gusta de las culturas del norte argentino es que vivían en comunidades mucho más chicas y que tenían un poder de la síntesis increíble, no eran naturalistas en su morfología. Tomo ese lenguaje y lo utilizo, pero con licencias”.

Siempre me pregunté qué condiciones se dan históricamente o metafísicamente para que exista un sector que vive con menos.

A partir de las nuevas morfologías creadas por Chaile y su disposición en el espacio, se tiene la sensación de que revivieran antiguos rituales en los que el visitante queda inmerso, no ya con ojos de antropólogo que descubre una cultura antigua sino como participante activo y miembro de una comunidad.

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Vista de la sala.

Así reflexiona sobre aquellos restos de las civilizaciones, vasijas, utensilios, tejidos que hoy se conservan en vitrinas y museos, lejos del contexto para el que fueron hechos.

“Hay algo entre aferrarse a la ficción, de alguna manera, que se te convierte en una convicción religiosa, y algo de exigirle a los materiales más de lo que el material te puede dar, pero que sucede”, subraya Chaile con la intención de establecer un paralelismo entre el proceso creativo del artista, la contemplación de una obra y la fe religiosa.

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Las esculturas están conectadas por tubos de bronce y cobre. 

“Esa fe puede depositarse en el Gauchito Gil, en una promesa, en los tatuajes, en San La Muerte, y también los artistas lo tenemos en la práctica. Eso la cultura indígena lo tenía muy presente: no se trataba solamente de lo racional, era un todo, algo completo, y es lo que le da sentido a la existencia”, destaca ya en un plano metafísico.

A partir de esta muestra, Chaile ha decidido no dar un nombre propio a cada una de sus obras como lo hacía anteriormente y apoyado en un cambio conceptual se convierten en un sistema organizado alrededor de una gran escultura que toma la morfología de un horno de barro y funciona como núcleo del conjunto.

La artista y antropóloga Andrea Fernández me contaba que a los niños wichi que van a la escuela, cuando hay actos escolares los hacen disfrazar de indígenas. ¡Y ellos son indígenas! Es muy fuerte la educación sarmientina llegando hasta ahí, con todos los beneficios que puede tener la educación sarmientina.

“De alguna manera, cuando pensé esta exposición me imaginé la extensión de esa individualidad, de las esculturas a las que yo le ponía nombres propios (porque de alguna manera yo sentía que así se defendían y tenían autonomía), a generar una especie de panadería en cooperativa en relación a estas figuras a las que veo como figuras calientes, entre lo sexual y la máquina. Porque hay algo que quiere quemar, entre rabia y justicia, y está ahí latente” señala el artista.

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Vista de la sala.

Chaile entiende a la figura del horno de barro como una forma que sobrevivió y en cierto modo condensa una cuestión primaria y comunitaria que se relaciona con los elementos de la cocina, el fuego y la idea de compartir.

En torno a la misma idea, Chaile presentará “Aguas Calientes” en la feria Art Basel que se llevará a cabo en Suiza a partir del 13 de junio.

Para el proyecto se vale de la relación que establece entre los utensilios usados por agrupaciones sociales en comedores comunitarios o en la organización de acampes con ollas populares y las vasijas indígenas que se utilizaban en los rituales de las culturas precolombinas.

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Diseños inspirados en las vasijas precolombinas del NOA.

El artista destaca que en los momentos más críticos de la historia reciente el símbolo de la olla como elemento de integración comunitaria aparece con mayor contundencia.

“Me invitaban a las ollas populares y para mí la relación era la misma, la resistencia indígena y la resistencia en las calles, porque eran las mismas caras que habían perdido su conciencia del pasado, de identidad”, expresa Chaile.

Así, con diferentes materialidades y técnicas pero con un eje conductor y una coherencia conceptual que une a las dos muestras, la obra de Chaile estará a la vez en el barrio porteño de la Boca, y desde el 13 al 16 de junio en Basilea, Suiza.

*La galería Barro Arte Contemporáneo está en Caboto 531, CABA, y puede visitarse en forma gratuita de martes a viernes de 12.00 a 18.00 y los sábados de 15.00 a 19.00.