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TEST / Jeep Commander Overland

Siete ranuras y siete asientos

Jeep Commander Overland 20220528
Jeep Commander Overland | CEDOC PERFIL

Jeep (ahora bajo el manto de Stellantis) es una marca que supo aprovechar aquel legado nacido con el modelo creado para su uso en la Segunda Guerra Mundial y que cobró impulso a partir del éxito obtenido en la contienda militar, trasladando esos laureles al ámbito civil y creando, además, una nueva gama de productos vinculados con su utilización fuera de ruta.

Los años pasaron y, como era de esperar, Jeep fue adaptando sus modelos a las necesidades de un público cada vez más diverso: no todos necesitan un todoterreno, pero sí muchos quieren manejar un Jeep. Así nacieron modelos emblemáticos, cada uno de los cuales tuvo su tiempo de protagonismo en los diferentes mercados. 

En nuestro país, los Cherokee y Grand Cherokee fueron las estrellas de una época en la que la marca americana creció con fuerza. Incluso el modelo más grande se produjo en nuestro país en la planta que en aquel momento tenía en Córdoba Daimler-Chrysler entre 1997 y 2001.

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En la actualidad, la oferta de Jeep en nuestro país está conformada por un abanico muy amplio que cubre todos los segmentos, portafolio al que ahora se agrega un producto nuevo, de reciente presentación a nivel regional y que apunta a las familias numerosas.

El Commander es un SUV grande y el primero de la oferta de la marca actual en nuestro mercado en disponer de siete plazas en tres filas de asientos. Se presenta en dos versiones, Limited y Overland, ambas equipadas con la misma mecánica (turbodiésel de 170 CV con caja automática de nueve marchas y tracción integral), de las cuales elegimos la segunda para esta nota.

Familiar, por fuera y por dentro

La mayoría de las marcas de autos tienen una característica que es empleada para representarlas; por lo general, detalles vinculados con el logotipo o una exclusiva particularidad del diseño. En el caso de Jeep es la parrilla con siete ranuras, detalle que acompaña a la marca desde 1945, cuando se lanzó el CJ-12, versión civil del Willys (en las opciones militares, primero tenía 12 y luego 9 ranuras), y así se mantuvo hasta nuestros días.  

Ese detalle, obviamente, emparenta al Commander con el resto de los modelos de la marca, acompañando el family-feeling general, aunque, lógicamente, este nuevo producto muestra una personalidad individual con rasgos propios. La carrocería es elegante y se advierte como alargada, a pesar de ser más corta que, por ejemplo, la de un Grand Cherokee.

En esta versión Overland, ese casco se destaca por la doble tonalidad, ya que tanto el techo como el portón y las carcasas de los retrovisores están pintados de color negro.

Cobran protagonismo los faros full led alargados (también los antiniebla utilizan esta tecnología), las grandes llantas de aleación de 19 pulgadas calzadas con neumáticos en medida 235/50 R19 y las baguetas cromadas que recorren la parte superior de la zona vidriada. Otro detalle lo constituyen los vidrios tonalizados: salvo las ventanillas delanteras, el resto tiene un tinte oscuro.

En el interior se advierte una esmerada calidad de materiales, especialmente en el sector delantero, con presencia de gamuza y cuero ecológico en la tapicería en general y en la zona del torpedo. No obstante, en la unidad de prueba notamos que el ruido del viento se filtraba hacia el interior a partir de los 110 km/h.

Una excelente posición de manejo (gracias a que la butaca y la columna de dirección cuentan con varias opciones de ajustes), y un enorme techo panorámico compuesto por dos paneles que permiten que el sol (y sus beneficios) lleguen al habitáculo, y que anula completamente el ingreso de los rayos del astro rey cuando incide en forma negativa, ya que el cobertor tipo black-out es del mismo tono oscuro que cubre el tapizado del techo, otorgan una gran sensación de confort a los ocupantes del Commander Overland. En la otra versión, la Limited, el techo solar no está disponible.

Como dijimos, esta unidad de la marca de las siete ranuras es el único modelo de la actual oferta de Jeep en la Argentina con capacidad para transportar hasta siete pasajeros. Lo hacen repartidos en tres filas de asientos: además de las butacas delanteras (ambas con múltiples ajustes eléctricos), aparecen otras dos filas de asientos. La segunda ofrece gran comodidad, ya que se desplaza longitudinalmente y los respaldos son reclinables, además de ser posible abatir en proporción 60/40. Las plazas de la tercera fila son más pequeñas; sólo permiten que viajen en ellas niños o adultos de contextura pequeña.

Esos asientos de la tercera fila se pueden “esconder” para dejar una zona de carga plana que se transforma en un amplísimo sector cuando también se vuelcan los respaldos de la segunda hilera. Teniendo en cuenta este mecanismo que le otorga gran versatilidad al interior del Commander, no es difícil inferir que la capacidad del baúl es generosa. Se mueve entre los 233 litros cuando los siete asientos están disponibles, pasando por los 661 litros cuando son cinco y llegando hasta los 1.760 litros con las butacas de la segunda y tercera filas plegadas. El portón se acciona eléctricamente también desde la llave.

Para acceder a aquella última fila es necesario realizar una maniobra algo complicada, porque es imprescindible mover el asiento de la segunda fila del lado elegido para ingresar.  

A la altura de la demanda

En este tipo de unidades, el nivel de equipamiento es clave. Recordemos que debe competir en un segmento en el que los pocos rivales que en él aparecen son todas unidades de factura moderna.

Por eso, cuando repasamos el listado de los elementos que conforman esa dotación encontramos, entre otros, equipo de audio Harman Kardon (de excelente calidad sonora con nueve parlantes, subwoofer y 450 Watts de potencia), sistema de infoentretenimiento con pantalla táctil de 10 pulgadas desde la que se gobiernan todos los sistemas (muchos de los cuales, como audio y climatización, también disponen de comandos físicos) y que ofrece una destacada calidad de imagen para la cámara de marcha atrás, además de navegador y compatibilidad con los modernos sistemas operativos de los celulares de nueva generación para los cuales, además, trae cargador inductivo.

El climatizador bizona responde muy bien y logra generar un ambiente agradable incluso para los ocupantes de la tercera fila de asientos, ya que también hay salida de aire con ajuste de caudal en la consola central que apunta hacia la segunda hilera de asientos.

Como ya dijimos, las butacas delanteras cuentan con ajustes eléctricos aunque no disponen de calefacción ni ventilación.

El tablero es ciento por ciento digital, configurable, con muy buena lectura de los fieles instrumentos. No obstante, no nos convence demasiado el indicador de nivel de combustible, a cargo de segmentos luminosos que pueden generar cierta imprecisión.

La rueda de repuesto es de uso temporal, y –dada la falta de espacio en el interior– está instalada en la parte externa del chasis, expuesta, por lo tanto, a la suciedad y los amigos de lo ajeno.

Control de velocidad crucero adaptativo, alerta de ángulo ciego, sistema de aviso de colisión con frenado automático, alerta de tráfico cruzado, conmutador de luces altas y alerta de cambio involuntario de carril activo (en nuestra unidad de prueba se mostró muy celoso, denunciando el volante gran resistencia cuando queríamos cambiar de vía sin anunciar la maniobra con la luz de giro correspondiente), además de siete airbags, control de descenso de pendientes y los de tracción y estabilidad, se incorporan a un listado completo al ciento por ciento.

Como en la Toro y otros

La creación de Stellantis ha dado lugar a una inédita mixtura de motores y plataformas para crear nuevos modelos. El Commander es un ejemplo. Sobre la plataforma denominada Small Wide (construida con casi un 80 por ciento de aceros de alta y ultra resistencia), se instaló una carrocería que sigue los lineamientos de los SUV familiares y una motorización de origen Fiat, el propulsor turbodiésel Multijet 2.0 de 170 CV de potencia y 38,7 kgm de par (los 380 Nm que le dan el nombre de TD380) asociado con una caja automática de nueve velocidades y sistema de tracción integral. Este motor trabaja con Urea (en este caso denominada Arnox32), fluido que se inyecta en el sistema de escape para bajar el nivel de contaminación de los gases de combustión. Se almacena en un tanque secundario.

Cuando el nivel de Arnox32 en ese depósito está por la mitad, el sistema le avisa al conductor a través de un indicador que aparece en el tablero. Esos mensajes se proyectan cada vez que se pone en marcha el motor y lo harán con mayor frecuencia a medida que se acerque el momento de recargar la Urea.

Esa sociedad motor/caja/transmisión que ha dado muestras de eficacia en la Fiat Toro (y en otros modelos del grupo), le queda muy bien al Commander. De hecho, en nuestras pruebas relevamos prestaciones que están a la altura de estos parámetros, a las que es necesario agregar el peso en orden de marcha de 2.448 kg.

La velocidad máxima fue de 184,5 km/h, mientras que medimos una aceleración de 0 a 100 km/h en 11,5 segundos. Las recuperaciones no son su fuerte, pero no defraudan: para pasar de 80 a 120 km/h necesitó 9,2 segundos. Es necesario mencionar en este apartado que este modelo no ofrece una opción sport, aunque sí la posibilidad de pasar los cambios de forma secuencial y la de elegir entre tres modos de conducción; Sand/Mud, Snow y Auto (Arena/Barro, Nieve y Automático).

En cuanto al consumo, nos resultó algo elevado el gasto de gasoil Grado 3 (sólo admite combustible premium) en la ciudad, donde el rendimiento fue de 8,3 km/l. Sin embargo, el promedio arroja un valor “normal”: 13,1 km/l. Es que circulando a 90 km/h estables, el motor gira relajado y el consumo se estabiliza en unos muy buenos 17,5 km/l.
Redondean esta buena respuesta los demás componentes mecánicos. Las suspensiones independientes en ambos ejes otorgan confort de marcha en todo camino, aunque, a veces, los grandes neumáticos de 19 pulgadas y perfil bajo resultan algo ásperos en la ciudad. La dirección, con un volante de aro grueso, responde muy bien, con un radio de giro algo amplio.

Por supuesto, a pesar de su herencia Jeep, este no es un vehículo para hacer off-road extremo, aunque dispone de algunas soluciones que, eventualmente, podrían ayudarnos a enfrentar algún terreno complicado: 4WD Low (baja) y 4WD Lock (bloqueo). Sin embargo, los ángulos de ataque y salida, la distancia hasta el suelo y, especialmente, la distancia entre ejes (además de los neumáticos para ciudad) limitan su accionar en situaciones de gran complejidad.