A raíz de la histórica caída de los futuros del crudo y el petróleo el lunes, Arabia Saudita emitió un comunicado de prensa en el que afirma que se “esforzará por lograr estabilidad” en un mercado que sufre actualmente una desintegración de la demanda. Para el reino, es vital no solo elevar el precio del petróleo, sino también liderar este esfuerzo.
Su economía unidimensional está en dificultades y la monarquía saudí necesita precios más altos para asegurar su futuro político. Además, el reino ha valorado durante mucho tiempo su imagen como la fuerza más influyente en términos de petróleo y quiere volver a una posición de liderazgo tanto en la OPEP como en los mercados. Riad no puede aumentar la demanda de petróleo, pero puede tomar medidas para fijar los precios del petróleo, proteger a la monarquía y devolver a Arabia Saudita la posición de liderazgo estabilizador. Esto requeriría algunas decisiones difíciles y sacrificios, tal vez más de lo que el Gobierno está dispuesto a hacer, y existe la posibilidad de que resulten contraproducentes. Sin embargo, esto es lo que Arabia Saudita podría hacer:
¿Revolución energética?
El actual ministro de Energía, el príncipe Abdulaziz bin Salman, perdió la confianza de los mercados cuando Arabia Saudita anunció imprudentemente un plan de exceso de oferta el mes pasado y luego se adhirió a la decisión incluso cuando estaba claro que la demanda global había colapsado. Fue el anuncio de Arabia Saudita, no la negativa de Rusia ante un mayor recorte, lo que condujo directamente a la caída inicial de los precios del petróleo el 9 de marzo. Incluso el recorte de producción de la OPEP+ en Pascua fue acreditado por muchos al presidente Donald Trump, no al ministro de energía de Arabia Saudita. Reemplazar a Abdulaziz con una figura petrolera dentro de Saudi Aramco en Dhahran podría ayudar a generar confianza en el mercado. Si bien sacar al hijo del rey Salman de su cargo sería un paso crítico, no sería sin precedentes. Otro de los hijos del rey, Khalid bin Salman, fue embajador en Estados Unidos antes de que Salman lo retirara del cargo luego de la reacción violenta que se desató tras el asesinato en 2018 del periodista saudí Jamal Khashoggi.
Los anteriores ministros de Energía, Ali Al-Naimi y Khalid Al-Falih, eran petroleros de carrera de Aramco con una sólida reputación y ganaron respeto en sus cargos. Si bien no sería aconsejable nombrar al director ejecutivo de Aramco, Amin Nasser, a ese cargo durante la crisis actual, especialmente ahora que Aramco es empresa pública, otras buenas opciones podrían ser un vicepresidente actual o anterior. Para generar máxima confianza en los mercados, se podría hacer el nombramiento de un nuevo ministro en un anuncio público en inglés (no en árabe) mientras los mercados están abiertos en Londres y Nueva York. Idealmente, tanto Al-Falih como Al-Naimi estarían presentes en el anuncio para demostrar su apoyo, pues son respetados a nivel mundial. Además, ambos exministros podrían ser anunciados como asesores del nuevo ministro. También cabría aclarar que en el futuro la política petrolera de Arabia Saudita se basará en maximizar las ganancias para el reino y la estabilidad para los mercados. Los mercados deben tener fe en los líderes de la industria. Si los líderes políticos piensan seriamente en mantener el poder en Riad, deben considerar renunciar públicamente al poder en Dhahran.
Recortes unilaterales
Arabia Saudita no puede reducir la producción lo suficiente por sí sola para compensar el impacto de la demanda, pero puede comprometerse con reducciones unilaterales dentro de unos meses, lo que desde ya permitiría una previsibilidad a los mercados petroleros. Los mercados actualmente no confían en las conversaciones sobre posibles recortes, como los rumores recientes de que Arabia Saudita y/o la OPEP+ pronto harán recortes adicionales. Si Arabia Saudita quiere ser protagonista, podría anunciar recortes unilaterales de producción y detallarlos explícitamente por semana o mes durante un período determinado.
Por ejemplo, si Arabia Saudita cree que la crisis actual de la demanda durará otros seis meses, podría establecer ahora cuánto producirá para ese período en incrementos mensuales o bimensuales. A los mercados les gusta la previsibilidad, y este sería el primer paso. Por supuesto, Arabia Saudita y otros productores podrían no tener más remedio que reducir la producción si la demanda se mantiene tan débil como ahora, y el almacenamiento también es un problema. Pero Arabia Saudita ganaría más credibilidad al ser el primero en actuar, y podría alentar a otros productores a unirse como participantes responsables en la economía global. Esta semana, la Secretaría de la OPEP dijo que la OPEP+ había “celebrado una teleconferencia informal para intercambiar ideas sobre la dramática situación actual del mercado petrolero”, sin Arabia Saudita. Recortes unilaterales y telegrafiados del reino ayudarían a recuperar la confianza de los mercados petroleros y el liderazgo en la OPEP y la industria.
Austeridad presupuestaria
La recuperación de los precios no será inmediata debido a la persistente pandemia, la recesión resultante y el almacenamiento casi total del petróleo. En este momento, los mercados están confundidos con Arabia Saudita y sus estrategias cambiantes. Si el reino presenta un nuevo presupuesto y explica cómo sobrevivirá a los bajos precios del petróleo, la desesperación saudí será una preocupación menos para la fluctuación de los mercados. El anuncio del miércoles del ministro de Hacienda, Mohammed Al-Jadaan, de que el reino podría endeudarse más para hacer frente a los déficits presupuestarios podría no ser suficiente. Los mercados saben lo que impulsa a la industria petrolera de Estados Unidos: las ganancias para cada compañía. Pero no es claro qué está impulsando a la industria petrolera saudí en este momento, por lo que Arabia Saudita debería exponerlo todo como un ungüento calmante y convertirse en el líder responsable que quiere ser.
Ninguno de estos pasos sería necesariamente fácil, ni vendría sin sacrificio. Pero hay momentos en que las decisiones difíciles y los sacrificios tienen el potencial de ofrecer un mejor camino hacia adelante que el statu quo.