Ya tenemos el primer indicio de la popularidad del presidente Joe Biden en la primera etapa de su presidencia: la estimación de FiveThirtyEight lo ubica en 54,2% de aprobación y 34,7% de desaprobación.
La comparación más obvia es con el expresidente Donald Trump, quien nunca se acercó a esos niveles. Comenzó en 2017 con 44,1% de aprobación y 42,2% de desaprobación, y ese rating fue prácticamente el mejor de su presidencia. Luego, el índice de desaprobación superó rápidamente el 50% y así se mantuvo.
Trump inició su mandato con una menor popularidad y Barack Obama con una más alta. Otros presidentes recientes, desde Ronald Reagan hasta George W. Bush, comenzaron sus mandatos en un rango de aprobación muy similar al que Biden ocupa ahora.
Antes de Reagan y la era actual de polarización partidista, los presidentes recién electos generalmente comenzaban con un poco más de popularidad. Jimmy Carter, por ejemplo, registró una aprobación de 66% en la primera etapa de su presidencia y, de hecho, esta se disparó antes de que las cosas comenzaran a desmoronarse. Este tipo de popularidad en la fase inicial de los mandatos ha sido bastante común para presidentes recién elegidos desde que iniciaron las encuestas, de Dwight Eisenhower en adelante. Solo Trump, Obama y George H.W. Bush no mejoraron su rating inicial en algún momento durante sus primeros 100 días, y el de Bush subió poco después de este marcador. Así, no debemos suponer que la aprobación de Biden va a llegar a un punto más alto.
Para Biden, lo malo es su rating de desaprobación, que es el segundo peor desde que hay registros de encuestas. Trump ocupa el primer puesto. Es casi seguro que podemos atribuirlo a la polarización partidista más que porque Biden haya hecho algo. En las últimas presidencias, la desaprobación inicial ha aumentado constantemente. No se sabe si esto significa que Biden se enfrentará a un umbral bajo o no, pero si en algún momento logra que dos tercios aprueben su trabajo como presidente (como ha sido el caso para la mayoría de los presidentes al menos brevemente), necesitará convertir a algunos que inicialmente se le oponían activamente. Supuestamente, esto es mucho más difícil que obtener el apoyo de aquellos que a la base son neutrales.
Parece que Biden está del lado popular en algunos temas en este inicio de mandato. HuffPost y Morning Consult han encuestado sobre varios de los temas de sus medidas ejecutivas, y en todos hay apoyo de la mayoría relativa o de la mayoría. También parece probable que los elementos principales de su primer paquete legislativo tengan un buen recibimiento: los pagos de ayuda directa de base amplia han tenido buena acogida en el último año, por ejemplo, y supongo que una mayoría abrumadora apoya el gasto para la distribución de vacunas y otros esfuerzos para combatir la pandemia de coronavirus. Veremos si estos temas siguen siendo populares y si alguno se convierte en ley.
A largo plazo, sin embargo, los resultados de las políticas determinarán la popularidad de Biden, no lo que la gente piense de las políticas que propone.
¿Importan los ratings de aprobación inicial? En cierto modo, no. Los índices de aprobación a inicio de mandato no proyectan cómo serán las cosas al momento de las elecciones legislativas y estatales de mitad de período o la reelección del presidente.
Sin embargo, sí importan hasta cierto punto ahora. Por un lado, la tendencia es que un presidente que se percibe como popular tiene una mejor posición de negociación frente a miembros del Congreso, grupos de interés, burócratas del poder ejecutivo y otros. Por otro, cuando un presidente es popular, esto ayuda a aumentar el número de personas que quieren ser candidatos del partido, y reduce la cantidad de interesados en el otro. Pero cuando un presidente es impopular, el efecto que se produce es el contrario.
En general, los candidatos no son tan importantes como solían serlo para el éxito electoral, pero los partidos igual prefieren ya sea que sus titulares populares continúen con otro mandato o que los mejores candidatos se postulen. La dinámica ya está en marcha para las elecciones de 2022 a nivel estatal y ha comenzado para concursos a la Cámara de Representantes de EE.UU.