INTERNACIONAL
El "nuevo" Washington

Joe Biden tiene un duro camino por delante para revivir el pacto nuclear con Irán

El presidente norteamericano prometió durante la campaña recuperar el acuerdo alcanzado en 2015. Pero las condiciones han cambiado, y tanto él como el iraní Hassan Rouhani, enfrentan una dura oposición interna.

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Los dos presidentes enfrentan la resistencia de sus "halcones" para reiniciar el diálogo | Cedoc

Reactivar el pacto con Irán que Donald Trump rompió en 2018 es uno de los mayores desafíos de la política exterior de Joe Biden, una decisión con la que quiere demostrar que es real el compromiso con el multilateralismo y la cooperación internacional que proclamó en su discurso de inauguración. Pero hacerlo no parece tan sencillo como lo fue regresar al Acuerdo de París, otro de sus pasos hacia el desmantelamiento del “American First”.

Fortalecido por haber “sobrevivido” a cuatro años de sanciones norteamericanas, Teherán exige para volver a negociar que Washington dé el primer paso, levantándolas en forma unilateral, y se niega a incluir otros temas en la negociación para su retorno al acuerdo, como su programa misilístico, la participación de la Guardia Revolucionaria en la guerra en Siria o el apoyo que brinda a milicias fuera de Irán, como Hezbollah en El Líbano o los Hutíes en Yemen.

“El acuerdo fue específicamente diseñado para el tema nuclear, y nada más. Otros elementos de las relaciones entre Irán y Estados Unidos no tienen nada que ver con el acuerdo y no pueden vincularse”, advirtió hoy el embajador iraní en Washington, Majid Takht-Ravanchi, en un artículo publicado en el New York Times.

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Biden revela plan climática y Estados Unidos regresa al Acuerdo de París

La semana pasada, durante la audiencia de su confirmación en el Senado, el secretario de Estado Antony Blinken dijo que Estados Unidos esperará para reanudar los contactos hasta estar convencido de que Irán ha reducido sus operaciones de enriquecimiento de uranio para volver a los límites fijados por el pacto. Sin embargo, esa no es la idea de la otra parte.

“¿Por qué Irán -un país que se mantuvo firme y derrotó cuatro años de brutal terrorismo económico de los Estados Unidos, impuestos en violación a resoluciones de la ONU, debe tener un gesto de buena voluntad primero?”, tuiteó este miércoles el canciller iraní, Javad Zarif, en alusión a volver a poner el pacto en funcionamiento.

“Fue Estados Unidos quien rompió el acuerdo, sin razón. Debe remediar su error, y entonces Irán responderá”, agregó el ministro.

Quienes integran hoy la administración Biden destacan que la “mano dura” de Trump, rechazada por los aliados europeos, y sólo apoyada abiertamente por Israel y Arabia Saudita, fracasó porque el gobierno de los ayatolas no sólo se mantiene firme sino que, además, comenzó a enriquecer uranio a un ritmo cinco veces superior al que tenía antes de la llegada del magnate a la Casa Blanca, lo que lo ubica más cerca de tener suficiente cantidad para una bomba.

El argentino Rafael Grossi, director de la OIEA, viaja a Irán

“Trump siguió las recomendaciones de los oponentes al acuerdo con Irán y fue un desastre total: las actividades nucleares de Irán se expandieron, sus sectores más duros se fortalecieron y tropas norteamericanas fueron atacadas con misiles iraníes” en Irak, opina el analista Dylan Williams, de la ONG J Street, que estudia los vínculos de Estados Unidos con Israel y Medio Oriente.

Como respuesta a la última tanda de sanciones aprobadas por Trump, además de acelerar el enriquecimiento de uranio, el gobierno iraní envió al Parlamento una ley, rápidamente aprobada y que entrará en vigor en febrero, que restringe el acceso de los inspectores de la ONU a las instalaciones nucleares del país si no se levantan las medidas.

El tiempo para alcanzar un acuerdo apremia, como advirtió el argentino Rafael Grossi, secretario general de la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA). “Es evidente que no tenemos muchos meses por delante. Tenemos semanas”, sostuvo.

Pero Biden no puede descuidar el “frente interno”, desde donde varios halcones y sectores del partido Republicano ya han comenzado a acusar a sus funcionarios de complacientes con Teherán, en particular a su enviado para Irán, Rob Malley.

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“Rob Malley tiene un largo historial de simpatía por el régimen iraní y de animosidad hacia Israel”, afirmó el senador Tom Cotton, de Arkansas, quien en el pasado, al apoyar las sanciones contra Teherán de Trump, dijo que una guerra con Irán sólo duraría “varios días”.

También el presidente iraní, Hassan Rouhani, es acechado por los halcones de su país, que se oponen a reactivar el pacto con Estados Unidos. Las elecciones presidenciales marcadas para mediados de este año complican aún más la situación.

“Este gobierno iraní ya no es el de 2015, cuando se firmó el pacto. El año pasado hubo elecciones parlamentarias, y ganaron los sectores que se oponen a un acercamiento con Washington”, explica el analista Paulo Botta. “Y los principales candidatos para las elecciones presidenciales de este año tampoco se ven muy proclives al diálogo”, agrega.

“El presidente tiene un par de meses muy difíciles por delante antes de dejar su cargo. Sus influyentes rivales políticos harán todo lo posible por impedir que reviva el acuerdo antes del final de su gobierno”, sostiene el analista Said Jafari, en un artículo publicado por el think tank Atlantic Council.

Botta, que dirige el Programa Ejecutivo en Medio Oriente contemporáneo de la UCA, cree que Estados Unidos “tendría que ofrecerle un incentivo muy importante” al gobierno iraní para que pueda sentarse a negociar y recuerda que, sin duda, Israel y Arabia Saudita, tradicionales aliados de Washington, resistirán un acercamiento con Teherán