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Ciudad devastada por COVID-19 bajo mando de ejército ecuatoriano

Soldados se han apoderado de esquinas en los barrios pobres. La alcaldesa está respondiendo a un comité de emergencia dirigido por el ejército. Cientos de infractores del toque de queda han sido detenidos.

Investors have dumped Ecuador's bonds on oil rout, virus spread
Investors have dumped Ecuador's bonds on oil rout, virus spread |

Soldados se han apoderado de esquinas en los barrios pobres. La alcaldesa está respondiendo a un comité de emergencia dirigido por el ejército. Cientos de infractores del toque de queda han sido detenidos.

En ningún lugar ha afectado más el coronavirus en América Latina que en Ecuador y en ninguna otra parte más que en el centro comercial costero de Guayaquil, donde hay un bloqueo militar. La ciudad y sus alrededores son hogar de 70% de los más de 1.200 casos confirmados. La alcaldesa y otros cuatro jefes de suburbios han dado positivo. Veintinueve ecuatorianos han fallecido.

Ecuador es un país de 17,5 millones de personas que dependen de las exportaciones de petróleo, camarones, flores de corte y bananas para mantener su economía dolarizada y esta pandemia no podría haber llegado en peor momento.

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Los hospitales están bajo estrés, con pruebas cuyos resultados definitivos tienen un retraso de dos semanas. Tan desesperada estaba la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, por proteger a la población, que ordenó el envío de camionetas de policías de tránsito hacia el aeropuerto para evitar que aterrizaran vuelos europeos vacíos para transportar a los nacionales atascados en la cuarentena.

Cerca de 3.000 soldados han sido desplegados localmente, según Karla Escobar, una asistente de Viteri. A cargo de Guayaquil están “Fuerzas Armadas bajo la dirección del comité de emergencia en coordinación con la alcaldesa”, dijo por teléfono.

Ante la inestabilidad de las finanzas del Gobierno, donantes privados se han movilizado para pagar y distribuir 120.000 canastas de alimentos a familias necesitadas en tan solo una semana, dijo la activista social Karla Morales.

La pandemia en la provincia de Guayas, con una población de 4,4 millones y donde las temperaturas oscilan entre 24 y 31 grados Celsius en marzo, pone en duda la idea, sugerida por algunos científicos, de que Covid-19 no se extendería tan rápido en climas cálidos como sí es el caso con otros virus. Esta teoría ha alimentado la esperanza de que el virus disminuirá en el hemisferio norte en los próximos meses.

El total de casos en Guayaquil y sus alrededores supera los de Sao Paulo, la megaciudad de Brasil con 20 millones de habitantes en el área metropolitana.

Esta crisis de la salud golpea a Ecuador en un momento particularmente vulnerable. El país depende de las exportaciones de crudo para 10% de los ingresos del Gobierno y los precios se han derrumbado 54% en el último mes.

El Gobierno del presidente Lenín Moreno no puede salir de la crisis con impresión de moneda ya que utiliza el dólar estadounidense como moneda oficial y el limitado efectivo sobrante que tiene es necesario para pagar las deudas externas. Sus bonos, que han caído 75% este año, más que cualquier otro valor del Gobierno, reanudaron las pérdidas el miércoles.

El 23 de marzo, ante un pago de deuda de US$325 millones con reservas de solo US$3.200 millones, el Gobierno rechazó los llamados del Congreso para imponer una moratoria de sus obligaciones y pagó el bono, tan solo el segundo vencimiento que ha cumplido completamente en sus 190 años de independencia.

La medida plantea la cuestión de si otras naciones pobres se enfrentarán al uso de recursos para reforzar las instalaciones de atención médica o mantenerse al día con los acreedores internacionales.

El Gobierno argumentó que el pago del bono ahora desbloquea US$2.500 millones de financiamiento y que los pagos futuros de deuda externa se reperfilarán, incluido el uso de períodos de gracia para el pago de intereses y así permitir que el enfoque se concentre en la emergencia de salud.

Si bien llegó relativamente tarde a América Latina, el coronavirus se está expandiendo. Los casos iniciales llegaron con viajeros adinerados del mundo que tal vez fueron a Venecia, Italia, para el carnaval o a esquiar en Vail, Colorado, o que estuvieron haciendo negocios en Wuhan, China. El primer caso de Ecuador provino de España. A medida que el virus se propaga desde los ciudadanos más ricos, que pueden pagar atención médica privada, a las comunidades de ingresos medios y bajos, que dependen de los sistemas de salud pública, este podría invadir a la mayoría de los países en lo que es la región más desigual del mundo en términos de disparidad de ingresos.

Moreno, antiguo vicepresidente del izquierdista Rafael Correa, rápidamente dio un giro de 180 grados tras ganar la presidencia en 2017 y acogió reformas a favor del mercado. Si bien ha intentado impulsar cambios para ubicar a Ecuador en un camino de deuda y crecimiento sostenible con la ayuda de un acuerdo crediticio de US$4.200 millones con el Fondo Monetario Internacional, se ha encontrado con la resistencia de poderosos grupos indígenas.

En octubre, se vio obligado a revertir un intento por dar fin a los subsidios al combustible después de que las protestas paralizaron la capital e hicieron que él y su gabinete huyeran a Guayaquil. Ahora se enfrenta a solicitudes para permitir que trabajadores informales incumplan el toque de queda para poder vender sus productos en los mercados callejeros para garantizar su sustento.

“Estamos esperando que los bancos nos den algún tipo de ayuda”, dijo Roberto Cabrera, de 56 años, que tiene una panadería ambulante en Guayaquil. “Le he pedido un préstamo a un hermano porque vivimos del día a día”.

En los datos más recientes disponibles del Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, Ecuador tiene un promedio de 1,5 camas de hospital por cada 1.000 habitantes, en comparación con un promedio de 2,2 camas en América Latina y el Caribe.

“Si un hombre alimenta a su familia con US$5 por día, ante la opción de pasar hambre o el riesgo de contraer el coronavirus, saldrá”, dijo César Gonzaga, analista de seguridad. “Para un guayaquileño, el Estado no existe, sin importar lo que diga el Gobierno”.