La mayoría de la gente habla de la pandemia de coronavirus en términos de “olas”, debido en parte a la forma en que la infección ha ido aumentando y luego disminuyendo en una simetría cuasi perfecta durante casi dos años. El golpe llega en diferentes momentos en diferentes lugares, y el patrón se repite, como olas en el océano.
No me gusta; ¿Por qué? Porque no hay un final obvio. Si alguna vez ha dormido cerca al mar, sabe que el oleaje nunca para. Es una visión que no necesito en este momento.
Prefiero la analogía de la montaña rusa. También permite más matices. No solo subirá y bajará, sino que también sorprenderá. Los nervios se disparan en la subida, sin saber exactamente lo que nos espera, y luego hay una ráfaga de liberación después de alcanzar la cima. Hay giros inesperados. Lo más importante es que, en algún momento, se acaba. La atracción se detiene.
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Mis editores me pidieron que investigara el futuro del mundo ahora que nos acercamos al inicio del último trimestre del segundo año de la pandemia. Era una misión amplia: hablar con historiadores médicos y expertos en enfermedades infecciosas, personas que han estudiado brotes anteriores y virólogos que están rastreando las complejidades de este patógeno específico. Las noticias no son buenas.
Sí, es probable que el recuento de casos y las infecciones se reduzcan en los próximos días y semanas, a medida que el mundo se recupera de la última oleada de la enfermedad. Pero este respiro probablemente no durará. Debido a la alta virulencia de la variante Delta, es probable que el nuevo despegue sea más adelante en el otoño e invierno del hemisferio norte. Otras mutaciones que podrían permitir que el virus escape de la protección que brinda la vacuna sería un escenario apocalíptico —un acontecimiento temido pero hasta ahora infundado—.
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Las infecciones continuarán hasta que la mayor parte del mundo haya tenido un contacto con el virus, ya sea por infección o inoculación. Si bien se ha avanzado con las inmunizaciones, cientos de millones de personas siguen vulnerables —lo que los científicos llaman inmunológicamente ingenuos— al virus. Lo que les suceda determinará la trayectoria futura de la pandemia.
Lo que está claro es que este viaje no ha acabado. Aún no se conoce el final. Y los expertos no creen que lleguemos a puerto final en las próximas semanas. Así que revisen sus cinturones de seguridad.