El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, anunció su renuncia, cediendo a la presión para que abandone el cargo o enfrene un juicio político.
La medida marca un sorprendente desenlace a una carrera política de décadas. Cuomo se había atrincherado, negándose a dejar el cargo incluso después de que la fiscal general de Nueva York, Letitia James, determinara que había violado varias leyes federales y estatales de acoso. Los fiscales del condado están evaluando la posibilidad de presentar cargos penales, mientras que los denunciantes consideran entablar demandas civiles.
Hace un año, Cuomo estaba en la cresta de la ola, recibiendo elogios por su respuesta al coronavirus y siendo nombrado como posible candidato presidencial. Pero en los últimos meses, su reputación se deterioró cuando varias mujeres hicieron denuncias que incluían abrazos, besos y tocamientos no solicitados, preguntas sobre su vida sexual, e incluso una invitación a jugar strip poker en un avión del Gobierno.
La acusación más grave, que es objeto de una investigación penal por parte de un fiscal del condado, afirmaba que el gobernador había manoseado a una asistente en su mansión ejecutiva.
Cuomo, de 63 años, también ha enfrentado investigaciones de que su administración encubrió muertes por covid en residencias de ancianos, proporcionó a familiares pruebas del virus antes de que estuvieran disponibles para el público, gestionó mal la construcción del puente Mario Cuomo y utilizó indebidamente recursos públicos mientras aceptaba US$5 millones para escribir un libro, “American Crisis: Leadership Lessons from the COVID-19 Pandemic” (Crisis estadounidense: lecciones de liderazgo de la pandemia de covid-19).
Cuomo negó todas las acusaciones.