Los efectos de la pandemia sobre la mortalidad han sido desiguales. La esperanza de vida se redujo en la mayoría de los lugares el año pasado, reduciendo en 28,1 millones de años la longevidad acumulada en 31 países. Pero los habitantes de un pequeño grupo de lugares que lograron mantener a raya el covid-19, como Nueva Zelanda y Taiwán, en realidad vivieron más tiempo.
La esperanza de vida es un índice de cuánto tiempo promedio vivirán las personas según su edad, siempre que no haya grandes cambios en el número de personas que muere en cada rango etario a lo largo del tiempo. Otro indicador –el exceso de años de vida perdidos– cuantifica el impacto cuando esos cambios ocurren y da mayor ponderación a las muertes que ocurren a edades más tempranas.
Un estudio de 37 países y territorios publicado en la revista BMJ reveló que la pandemia fue un campo de muerte en la mayoría de los lugares. En 2020 se perdieron más de 28 millones de años de vida en 31 países y territorios, de los cuales, Rusia, Bulgaria, Lituania, Estados Unidos y Polonia registraron el mayor número de víctimas, según el estudio dirigido por Nazrul Islam, médico epidemiólogo y estadístico médico de la Universidad de Oxford.
Los años de vida perdidos en 2020 fueron más altos de lo esperado en todas partes, excepto en Taiwán, Nueva Zelanda, Noruega, Islandia, Dinamarca y Corea del Sur.
La cantidad de años de vida perdidos debido al covid-19 fue más de cinco veces mayor que los perdidos por la influenza en 2015, durante la peor epidemia de gripe estacional desde el cambio de siglo.