El caos en la política española no podría llegar en peor momento para la Unión Europea.
El lunes, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, convocó elecciones generales anticipadas para el 23 de julio. Pero España asumirá la presidencia rotatoria del Consejo de la UE el 1 de julio, lo que significa que Madrid será responsable de dirigir el proceso legislativo del bloque durante los próximos seis meses.
Es una tarea difícil en el mejor de los casos, y mucho más cuando se atraviesa una campaña y la posible formación de un nuevo Gobierno. Ahora, España estará distraída durante al menos el primer mes de su mandato en la UE, mientras los candidatos se centran en ganarse a los votantes. Y si Sánchez perdiera, eso podría significar una pérdida de tiempo adicional para la transición.
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“La capacidad de España para supervisar la presidencia y dirigir dosieres clave se verá gravemente restringida”, dijo el lunes en una entrevista Federico Santi, analista sénior de Eurasia Group. “El primer mes se perderá con un Gobierno cojo al mando, y probablemente gran parte de agosto, septiembre y octubre cuando el nuevo Gobierno asuma y encuentre su equilibrio”.
El país que ocupa la presidencia de la UE preside las reuniones del Consejo en las que se orienta la política en asuntos que pueden ir desde la reforma del mercado eléctrico hasta la implementación del ambicioso acuerdo verde del bloque. Esto hace que el país que ejerce la presidencia sea el responsable de intentar que los 27 Estados miembros cooperen en temas delicados.
Uno de los grandes asuntos pendientes que se tratarán durante el mandato de España será la reforma de las normas fiscales de la UE, según Jacob Kirkegaard, investigador del German Marshall Fund.
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Los Estados miembros de la UE se han atascado en su intento de ajustar las normas de gasto del bloque, recogidas en el llamado Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que establece límites al déficit presupuestario y a la deuda. Suecia, que preside actualmente la UE, no ha podido avanzar mucho en este expediente.
Un Gobierno distraído también significa que Sánchez puede perder la oportunidad de plantear temas importantes para España.
“En mi opinión, no solo está jugando con su propia vida política, sino que también con la capacidad de España de influir en la agenda más amplia de la UE”, dijo Kirkegaard en una entrevista.