El Gobierno de Estonia se apresura a identificar instalaciones como refugios antibombas en medio del creciente temor a un posible ataque de Rusia.
Las autoridades están examinando los edificios públicos, las escuelas y los centros comerciales en busca de espacios que puedan ofrecer protección. Desde junio, han aparecido decenas de carteles de colores -triángulos azules sobre un fondo naranja- para señalar los refugios públicos.
“Hace diez años, la narrativa predominante era que no habría más batallas convencionales, ni cohetes”, dijo el ministro del Interior, Lauri Laanemets, en una entrevista. “El hecho de que no haya guerra hoy no significa que no debamos prepararnos para lo peor”.
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Entre las docenas de sitios marcados recientemente como refugios públicos se encuentra un laberinto de túneles bajo una fortificación del siglo XVII en Narva, una ciudad situada en la frontera con Rusia. El bastión, que se utilizó cuando los aviones soviéticos bombardearon repetidamente la ciudad en la Segunda Guerra Mundial, podría albergar a cientos de personas.
Al menos parte de la planificación se basó en una visita de los ministros del Interior bálticos y polacos a Finlandia en octubre. Los funcionarios en Helsinki comenzaron actualizando su red de más de 50.000 refugios de defensa civil construidos en las últimas ocho décadas.
El ministro de Estonia dijo que el “viaje de estudios” demostró que el país había estado descuidando su infraestructura durante tres décadas.
“Tomará algunos años equipar los edificios de apartamentos con refugios básicos”, dijo Laanemets en la entrevista. “Necesitaríamos décadas para desarrollar una red de refugios altamente seguros y especialmente diseñados”.
Sin embargo, los líderes estonios han subrayado en repetidas ocasiones a la opinión pública que el Kremlin no representa actualmente una amenaza directa, añadiendo que la OTAN proporciona la máxima garantía de seguridad.
Además, la 76ª división de asalto aéreo rusa, que suele tener su base a unos 40 kilómetros de la frontera estonia, ha sido reubicada en gran parte en Ucrania.
Según una encuesta encargada por el gobierno y publicada el 9 de noviembre, casi un tercio de los encuestados dijo que era probable un ataque militar limitado por parte de un país extranjero contra un objetivo estratégico estonio.
Estonia mantiene desde hace tiempo una relación incómoda con Moscú, pero se ha visto especialmente afectada por su invasión de Ucrania.
A esto le siguieron ciberataques, simulaciones de ataques con misiles contra la nación báltica y advertencias de que Rusia podría desconectar la región de la red eléctrica.