La primera ministra británica, Theresa May, se presentó en la cumbre de esta semana en la ciudad austríaca de Salzburgo esperando que los líderes de la Unión Europea fueran amables con ella.
Como las perspectivas de un acuerdo ordenado para el brexit disminuirán drásticamente si May es derribada por los simpatizantes de un brexit duro en su partido, los diplomáticos de la UE informaron de antemano que estaban dispuestos a contribuir a la "Operación salvar a Theresa".
Por lo tanto, los funcionarios británicos se mostraron un poco molestos cuando el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dijo que un acuerdo para el brexit estaba "muy lejos"; el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, no observó ningún progreso desde marzo; y el presidente de la UE, Donald Tusk, dijo que los planes de May deben "reelaborarse".
Los británicos podrán ser famosos por los eufemismos constantes, pero en esta ocasión el equipo de May esperaba algo un poco más positivo, según personas enteradas de su reacción. Sin embargo, los europeos, que suelen hablar sin vueltas, también estaban un tanto desconcertados. "Fuimos amables", dijo un funcionario de la UE. "No dijimos que su plan estaba muerto".
Choque de culturas
La división cultural entre los británicos informales, a menudo monolingües, y sus homólogos políglotos y formales ha atormentado las negociaciones desde el principio, cuando un diplomático del Reino Unido apareció en un caluroso día de verano vistiendo bermudas para reunirse con su homólogo, que estaba elegantemente vestido.
La capacidad del Reino Unido para salvar la brecha se redujo cuando su embajador ante la UE, Ivan Rogers –un funcionario que sí entendía a los europeos– se retiró tras discutir con los principales asesores de May por su visión pesimista. Los diplomáticos europeos dicen que ese fue el punto de inflexión porque perdieron a la única persona con la cual realmente podían comunicarse.
En lugar de concentrarse en las palabras de Tusk sobre reelaborar el plan para el brexit, el Reino Unido debería estar contento de que el presidente de la UE haya sugerido que hubo una “evolución positiva” del pensamiento británico, dijo el funcionario europeo.
El mensaje de May cayó en saco roto el miércoles por la noche, cuando instó a sus compañeros líderes a ayudarla a romper el impase sobre la frontera con Irlanda. "La responsabilidad recae sobre todos nosotros", dijo.
Sus 27 contrapartes estaban decepcionadas porque no había nada que no hubieran escuchado antes, según tres funcionarios de la UE. Un líder con un papel clave en las discusiones dijo que todavía no entendía por qué el plan europeo era un problema para May.
’Los británicos culpan a la UE de intransigencia y obsesión por las reglas y se ríen de cómo Michel Barnier –el jefe de negociaciones de la Comisión Europea con el Reino Unido– puede reducir cualquier problema a una hoja de cálculo codificada por colores o un powerpoint. Los europeos acusan al contingente del Reino Unido de omitir detalles e improvisar.
A medida que se acumulan los malentendidos, crece la frustración en ambos lados.
"A veces, Theresa May y su equipo, y también nuestro lado, usan una comunicación dura", dijo Tusk a los periodistas al final de la cumbre. "No debemos ocultar esta obviedad de que atravesamos negociaciones muy complicadas, y esto significa que también es un juego duro".