La guerra climática estaba en todo su apogeo durante las elecciones de mitad de período del martes. Y el resultado, como con muchas otras cosas, es una mayor polarización.
Los campos de batalla más evidentes fueron aquellos estados con iniciativas energéticas o relacionadas con el clima en las urnas. Ambos lados sufrieron algunos golpes, pero los activistas medioambientales fueron los más dañados el miércoles por la mañana. En particular, la Propuesta 112 de Colorado que establece límites de distancia para perforación y la Iniciativa 1631 de Washington para fijar una tarifa de carbono fueron las más disputadas. Ambas fueron derrotadas por mayorías significativas. Las victorias en Florida (que prohíbe la perforación en alta mar) y California (mantener los impuestos a la gasolina) tuvieron mucho menos importancia.
Mientras tanto, una victoria para los defensores de las energías renovables en Nevada se contrapone a una derrota en el vecino Arizona. Podemos debatir la magnitud de la “ola azul”, en referencia al color con que tradicionalmente se asocia al Partido Demócrata, pero definitivamente no hubo una “ola verde”.
A nivel nacional, el hecho de que los demócratas den vuelta la Cámara de Representantes es una ventaja para los ecologistas. La congresista Nancy Pelosi, la favorita para la presidencia de la Cámara, ha dicho que le gustaría reactivar el comité enfocado en el cambio climático al que se le quitó el financiamiento después de que los republicanos asumieron el control de la Cámara en 2010. Y la supervisión de los comités clave puede, en general, frenar a las agencias que impulsan la amplia campaña del presidente Donald Trump para socavar la acción sobre el cambio climático.
Aun así, es probable que temas como la ética y las leyes de campaña, los derechos de votación y los resultados de la investigación de Mueller dominen la agenda de los demócratas de la Cámara. Junto con el hecho de que los republicanos reforzaron su control sobre el Senado, no espere que emane ninguna legislación ambiental de amplio alcance de la Cámara en el corto plazo.
Ello, incluso antes de considerar la pérdida de los miembros republicanos de la Cámara que formaron parte del Cónclave de Soluciones Climáticas bipartidista. Esta mañana recibí un anuncio enviado por correo electrónico del Instituto Heartland, que está a favor de los combustibles fósiles, en que se me informó que el elemento republicano del cónclave fue "sacrificado" debido a sus “políticas climáticas alarmistas” (NB: siempre mantenga a los cabilderos alejados del tesauro). Sin embargo, de los 11 sacrificados, prácticamente todosestaban en el tipo de distritos suburbanos que se alejaron de Trump y los republicanos en general. Culpar inmediatamente a su postura sobre el clima en lugar de, digamos, preocupaciones sobre salud o la simple asociación con el partido del presidente es ciertamente dudoso.
Sin embargo, la pérdida de cualquier republicano que muestre alguna semblanza de preocupación por el cambio climático, incluido Carlos Curbelo de Florida --quien de hecho introdujo la legislación para gravar las emisiones de carbono este verano-- servirá para ampliar la división en la Cámara.
El resultado es que, a pesar de las derrotas infligidas en diversas iniciativas ambientales, el nivel estatal seguirá siendo el campo de batalla fundamental del clima al menos durante los próximos dos años.
Mientras que las iniciativas incluidas en la papeleta de votación en Colorado y Washington perdieron, estas luchas pueden no haber terminado todavía, como ha señalado ClearView Energy Partners, una firma de investigación con sede en Washington.
El próximo gobernador de Colorado, el recién elegido Jared Polis, ha apoyado previamente restricciones de perforación similares a la Proposición 112 (aunque se opuso a esta en particular). La cuestión de cómo podría lidiar con un renovado intento en 2020 todavía puede impulsar una acción legislativa para destrabar este asunto. Mientras tanto, la mezcla peculiar de Washington de ingresos medios relativamente altos, baja intensidad en carbono y control político demócrata significan que probablemente habrá otra disputa en la fijación del precio del carbono. Y el enfrentamiento entre California y Washington continuará.
En otras palabras, el cóctel de política climática que prevalece en Estados Unidos de estancamiento nacional y malestar local solo se intensificó.
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