El presidente francés, Emmanuel Macron, está tratando de contener las consecuencias de la caótica renuncia de su primer aliado político y el ministro más importante, la segunda figura de peso en abandonar su gobierno en tres meses. "Nada de lo que ha estado ocurriendo durante las últimas 48 horas es una crisis política", dijo el miércoles el portavoz del gobierno, Benjamin Griveaux, después de la reunión semanal del gabinete en el Palacio del Elíseo, citando a Macron. "El estado está funcionando, el gobierno está trabajando", señaló.
El ministro del Interior, Gerard Collomb, de 71 años, renunció en las primeras horas del miércoles tras haber anunciado previamente que quería retirarse para volver a la política local en su ciudad natal de Lyon. Durante la reunión del gabinete del miércoles, Macron minimizó la partida de Collomb y dijo que la decisión fue "por razones personales". El primer ministro, Edouard Philippe, está manejando temporalmente todos los asuntos del Ministerio del Interior, hasta que se designe un sucesor, lo que debería ocurrir en "cuestión de días", dijo Griveaux a los periodistas.
El golpe es grande para Macron: la renuncia de Collomb se produce en un momento en que el mandatario está tratando de recuperarse de una serie de errores y contratiempos económicos que lo habían llevado a los niveles más bajos en las encuestas para un líder francés después de 15 meses en el poder. La oposición rápidamente ha tratado de sacar provecho de este nuevo episodio. "El Titanic se está hundiendo cada vez más rápido y la orquesta dejó de tocar", dijo temprano Eric Ciotti, legislador del opositor partido conservador Los Republicanos, en una entrevista con la radio RTL. "Es un desastre al mando del Estado", dijo el legislador socialista Boris Vallaud.
La salida de Collomb sigue a la de Nicolas Hulot, un popular presentador de televisión y activista ambiental que renunció como ministro de Medio Ambiente en agosto, culpando al gobierno por no prestar suficiente atención a las causas ambientales.
Collomb, tres veces alcalde electo de Lyon y ahora en busca de un cuarto mandato, fue la primera figura política francesa en apoyar a Macron cuando el joven e inexperto político lanzó su campaña presidencial. Macron y Collomb, considerado un pilar del gobierno, compartían un vínculo especial según el propio presidente francés: el miembro de más edad de su gobierno lloró en la inauguración presidencial del mandatario de 39 años de edad.
La renuncia, anunciada en un mensaje de texto a los periodistas diez minutos después de la medianoche, se produjo después de 36 horas de señales contradictorias y confusas provenientes del Palacio del Elíseo y del propio ministro. Collomb mostró públicamente algo de descontento mientras se encontraba en los escalones de su ministerio el miércoles por la mañana, esperando con señales de impaciencia que el primer ministro asumiera sus obligaciones de seguridad.
"Se ve mal desde un punto de vista institucional y es malo desde el punto de vista de las comunicaciones", dijo Silnicki. BFM television, la estación de noticias más vista de Francia, tituló su cobertura como "Macron en el caos". El vínculo entre los dos se rompió en julio cuando Collomb dijo en una audiencia parlamentaria que el palacio presidencial era el culpable en el asunto de un guardaespaldas de Macron que golpeó a un grupo de manifestantes. Collomb también dijo en una entrevista televisada en septiembre que la falta de "humildad" de Macron explicaba su caída en las encuestas.
Los índices de aprobación de Macron cayeron por debajo del 30 por ciento en algunas encuestas recientes, y los críticos apuntan a su actitud distante y políticas consideradas beneficiosas para los ricos. Su propio guardaespaldas, quien fue despedido por violencia, dijo que hay una "corte" alrededor del líder francés, haciéndose eco de los comentarios de Collomb.
No obstante, el presidente francés, aunque dijo que no se dejaba influenciar por las encuestas durante una entrevista con Bloomberg la semana pasada, estuvo prestando atención: durante la visita de cuatro días la semana pasada a las islas francesas del Caribe que se recuperan tras los huracanes del año pasado, el presidente intentó mostrar su conexión con las personas. En una entrevista con el Journal du Dimanche, dijo: “Estoy feliz de estar entre las personas. Me gusta estar en contacto, estar con ellos. Me revive".
