El premio es el ejército venezolano. Y ambas facciones en la crisis que se profundiza se esfuerzan por alcanzarlo.
Activistas que respaldan a Juan Guaidó, líder de la Asamblea Nacional, marcharon por las calles de Caracas este domingo, entregando copias de una medida que promete amnistía frente a las acusaciones de corrupción y abuso contra todos los miembros que abandonen las filas del ejército. Algunos uniformados se mostraron dispuestos a recibir los documentos; otros los quemaron.
Entretanto, en un fuerte al este de la capital, Nicolás Maduro, el controvertido presidente, observaba los tanques que lanzaban un disparo tras otro en un valle polvoriento. La demostración de fuerza apuntaba claramente a transmitir el mensaje de que las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas, los agentes supremos del poder en Venezuela, siguen estando de su lado.
“Quieren que nuestras fuerzas armadas den un golpe”, dijo Maduro a los efectivos en un discurso transmitido por la televisión estatal. “Vamos a dejar a punto y a tono todo el sistema de armas, toda la fuerza militar, todo el apresto operacional, toda la unión cívico militar, toda la capacidad miliciana para que nadie ose siquiera pensar en tocar nuestro suelo sagrado”.
En tono teatral, se mantuvo firme. “Traidores nunca”, dijo. “Leales siempre”.
La batalla por el control del ejército es crucial para el desenlace de esta lucha de poder. Pero también lo es la pelea por la propiedad de los pocos activos fuertes que mantiene en el exterior el país desgarrado por la crisis.
Bajo la presión de funcionarios estadounidenses, el Banco de Inglaterra, denegó la solicitud presentada por Maduro este mes para retirar de sus bóvedas oro venezolano por valor de US$1.200 millones. El Wall Street Journal informó que el gobierno estadounidense, que ha reconocido el derecho de Guaidó a la presidencia, le dio acceso a cuentas venezolanas en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York y otros bancos estadounidenses asegurados. El Journal no aclaró cómo obtuvo la información ni cuánto dinero hay en dichas cuentas. Funcionarios estadounidenses no respondieron en forma inmediata a consultas realizadas a última hora del domingo.
De todos modos, ahora el tema es el alcance de la lealtad en el seno de las fuerzas armadas, en tanto Guaidó aprovecha el profundo descontento en un país cuya economía se ha visto arruinada por el tipo de socialismo autoritario de Maduro.
Guaidó dijo este domingo a The Washington Post que mantenía conversaciones tras bambalinas con “funcionarios gubernamentales, civiles y militares”.
Lealtad militar
Las voces críticas dicen que Maduro esencialmente compró a los militares, habilitando el lavado de dinero, el fraude, la minería ilegal y otros delitos, y que cuenta con ellos ahora que se cuestiona a su gobierno.
Los simpatizantes de Guaidó están decididos a ganarlos para su causa, conforme éste se acerca calladamente a algún eventual político futuro para dirigir la administración y las finanzas de un nuevo gobierno. El máximo agregado militar de Maduro en Washington, el Cnel. José Luis Silva, declaró su lealtad a Guaidó este sábado.
Las negociaciones para un esencial gobierno en las sombras se hallan en sus etapas iniciales pero se ha mencionado a varias personas.
La más destacada es Ricardo Hausmann, ministro clave en el área económica de los años 1990 que dirige el Venezuela Project en Harvard. Se dice que está prestando ayuda de manera informal a Guaidó y que ya elaboró un plan para reconstruir el país, desde lo económico hasta lo energético.
Carlos Vecchio, coordinador político del partido Voluntad Popular de Guaidó, se reunió este sábado con Elliot Abrams, el nuevo enlace de EE.UU. para Venezuela, y ha sido designado representante de negocios ante los Estados Unidos.
“Estas designaciones no lo ayudarán a gobernar internamente dado que eso sólo ocurrirá cuando esté en el poder, pero lo ayudan a organizar el apoyo internacional y a transmitir un mensaje de poder”, dijo Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis que tiene sede en Caracas.
