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GUERRA EN EUROPA

La popularidad de Putin en Rusia aumentó tras la invasión a Ucrania

El apoyo al presidente ruso entre sus connacionales ha aumentado tras la invasión a Ucrania, según la principal firma independiente de encuestas del país, aunque la represión del Kremlin a las protestas plantea dudas sobre la disposición de la ciudadanía a expresar su oposición frente a la guerra.

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Vladimir Putin | Agencia Afp

El apoyo al presidente ruso, Vladímir Putin, entre sus connacionales ha aumentado tras la invasión a Ucrania, según la principal firma independiente de encuestas del país, aunque la represión del Kremlin a las protestas plantea dudas sobre la disposición de la ciudadanía a expresar su oposición frente a la guerra.

Alrededor del 83% de los encuestados aprobó las acciones de Putin como presidente en un sondeo realizado entre el 24 y el 30 de marzo a 1.632 personas, un aumento de 12 puntos porcentuales frente al mes anterior y el más alto desde 2017, informó Levada Center, con sede en Moscú. La proporción de los encuestados que estuvo de acuerdo en que el país va en la dirección correcta se elevó en 17 puntos porcentuales a 69%, el nivel más alto desde que Levada comenzó a llevar registros, en 1996.

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“Se ve muy similar a la situación de 2014 en términos del conflicto en desarrollo con Occidente”, cuando los índices de Putin se dispararon a niveles sin precedentes después de la anexión de Crimea, dijo Denis Volkov, director de Levada. Incluso aquellos que expresaron un tibio apoyo al presidente, en general, concordaron en que él “está haciendo lo correcto” en Ucrania, porque aceptaron el argumento oficial de que Rusia está bajo la amenaza de la OTAN, sostuvo.

El cambio en la percepción de la población se produce tras años un decreciente apoyo a Putin en medio de la rabia ante impopulares reformas de pensiones y el estancamiento de los estándares de vida desde que comenzó su cuarto mandato presidencial, en 2018. Putin presentó la invasión que él mismo comenzó el 24 de febrero como respuesta a la negativa de EE.UU. y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a brindarle a Rusia garantías como prohibir que Ucrania se una a la alianza militar.

También exigió que la OTAN retirara las fuerzas a las posiciones que ocupaban en 1997, alegando que su expansión amenaza la seguridad de Rusia.

Putin ha dicho que Ucrania podría desarrollar armas nucleares, acusación que rechazó el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Autoridades rusas también han acusado a Ucrania de albergar laboratorios de armas biológicas estadounidenses como parte de complots para atacar a Rusia, afirmaciones desestimadas por Washington y el Gobierno de Kiev por considerarlas “absurdas”.

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“El pueblo ruso cree que Occidente está tratando de destruir Rusia”, dijo Gleb Pavlovski, quien fue asesor político del Kremlin durante la primera década de Putin en el poder. Las amplias sanciones internacionales impuestas en respuesta a la guerra “no harán más que unir a la población” detrás de Putin a medida que las consecuencias se vuelven más visibles para los rusos comunes, indicó.

El rublo se desplomó a mínimos sin precedentes frente al dólar en los primeros días de la guerra en medio de las sanciones y un éxodo de empresas extranjeras del mercado ruso. Decenas de miles de rusos huyeron al extranjero, temerosos de un contragolpe político. Desde entonces, la moneda se ha fortalecido hasta acercarse a su nivel anterior a la guerra y la mayoría de los rusos recién está comenzando a sentir el impacto del aumento de los precios y la escasez de bienes.

Gran destrucción

La televisión estatal ha presentado la lucha como una guerra de “liberación” para ayudar a separatistas respaldados por Rusia en las regiones de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, mientras dedica poca atención a los ataques rusos a la capital de ese país, Kiev, y otras ciudades importantes. Ha tratado de desviar la culpa de la gran destrucción infligida por el ejército ruso en esas ciudades afirmando que fue obra de “nacionalistas” ucranianos.

Si bien los rusos recibieron la anexión de Crimea con “euforia”, el ánimo de la población ahora es más serio, dijo Volkov. “La sociedad ha visto esto desde el principio como una guerra defensiva”, sostuvo.

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Sin embargo, es difícil medir con precisión los niveles de descontento en un país donde la gente se ha acostumbrado durante mucho tiempo a decir lo que cree que el Kremlin quiere escuchar, para evitar llamar la atención de los servicios de seguridad del país. Rusia designó a Levada como “agente extranjero” en virtud de una ley que impone estrictas normas de seguimiento a grupos de la sociedad civil.

Las autoridades han castigado duramente a la disidencia sobre la guerra, enviando a la policía antidisturbios para aplastar las protestas callejeras y deteniendo incluso a manifestantes solitarios, al tiempo que fomentan un frenesí patriótico.

El activista de oposición Maxim Katz dijo que “la mayoría de la gente no cree en esto, no los llena de entusiasmo, pero no están listos para criticarlo abiertamente”. “Las autoridades se están comportando de manera muy agresiva, han dejado en claro que tomarán duras medidas contra cualquiera que critique”, agregó.