Andrés Manuel López Obrador llegó al poder con el abrumador apoyo de los mexicanos a sus promesas de combatir el crimen y la corrupción. Pero en su primera semana de gestión las noticias estuvieron dominadas nada menos que por los bonos aeroportuarios.
El plan del nuevo presidente de desmantelar un proyecto de aeropuerto de US$13.000 millones generó preocupación en las mesas de negociación globales respecto de que su gobierno tendrá que pagar de inmediato US$6.000 millones en bonos vendidos para financiar la construcción. Proporcionó un claro ejemplo de que AMLO, como se lo conoce, no teme alarmar al sector empresarial.
Sus seguidores, sin embargo, aún están inmersos en el brillo de su asunción, que tuvo lugar hace una semana. Para ellos, la presidencia de AMLO está encarnada en el hombre arrodillado envuelto en una nube de incienso en una ceremonia nativa frente a una multitud de 150.000 personas en una plaza pública. O en el discurso de dos horas que siguió, en el que hiló 100 promesas de poner fin a la corrupción, sacarlas de la pobreza y detener una ola de crímenes.
La primera semana del presidente en el poder ha ampliado la brecha entre su base –que crece día a día en tanto su nivel de aprobación continúa aumentando- y quienes lo critican, que ven a un hombre al que parece importarle cada vez menos lo que el mundo y sus mercados piensen de él. Para los inversores, la próxima prueba llegará cuando presente el presupuesto el próximo sábado, que algunos temen que pueda no ofrecer propuestas realistas para pagar todos los programas sociales que ha prometido.
“Si bien reconoce la sabiduría colectiva del mercado, AMLO ha dejado en claro que sus prioridades son gobernar México y consultar a la población en lugar de escuchar a los inversores en Nueva York o en Londres”, dijo Duncan Wood, director del Mexico Institute del Woodrow Wilson International Center for Scholars de Washington. “AMLO podría terminar por descubrir que compromete su propia capacidad de gobernar”.
Salida cara
AMLO se hundió a los ojos de los inversores al prometer cancelar el enorme aeropuerto diciendo que ahorraría dinero de los contribuyentes al retirarlo de un proyecto que en su opinión tenía un costo exagerado por la corrupción. Pero podría terminar por gastar US$10.500 millones tan sólo para indemnizar a inversores y contratistas, según Banco Bilbao Vizcaya Argentaria SA, sin tener un aeropuerto de categoría internacional que mostrar a cambio.
Gran parte de ello procedería del rescate de bonos, US$6.000 millones de los cuales vencerían de inmediato si la cancelación del aeropuerto desencadena un default. El gobierno de AMLO presentó un plan de recompra para apaciguar a los tenedores de bonos dos días después de entrar en funciones, pero un grupo de ellos dijo que no aceptaría las condiciones. En sus conferencias de prensa diarias, AMLO recibe una andanada de preguntas sobre el aeropuerto.
En su discurso de asunción, criticó algunas de las políticas que prefieren los mercados. Calificó de “desastrosa” una reforma energética que abrió México a la exploración privada y prometió poner fin a la era neoliberal del país, que es la forma en que describe las políticas que considera que favorecen a los inversores en detrimento de los intereses de los alrededor de 131 millones de habitantes de México.