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50 AÑOS DE LA LLEGADA A LA LUNA

Opinión | La importancia de proteger la historia humana en la Luna

La erosión es diferente en la Luna: no hay agua, ni viento, ni animales, pero hay rayos ultravioleta, micrometeoritos y rayos cósmicos que con el tiempo convertirán las creaciones y los símbolos humano.

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| NASA/Flickr

El tiempo probablemente desgastó los pronunciados bordes de las huellas de botas y oscureció el módulo lunar, una sombra difusa de las imágenes de 1969. La bandera en el sitio del Apollo 11 parece haber desaparecido, probablemente arrastrada por el viento del escape del módulo en ascenso.

La erosión es diferente en la Luna: no hay agua, ni viento, ni animales, pero hay rayos ultravioleta, micrometeoritos y rayos cósmicos que con el tiempo convertirán las creaciones y los símbolos humanos en polvo.

Pero algo en la ubicación del Apollo 11 podría durar cientos o miles de años, restos que contarán una historia cuando celebremos el aniversario 500 o 1000 de esas primeras huellas en la Luna, creadas hace 50 años este mes. Esas piezas históricas necesitan nuestra protección.

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Los ciudadanos de ese futuro lejano podrían haber desarrollado tecnología para viajar en el tiempo que haga parecer simple la ciencia espacial, pero eso no limitará su interés en la historia de la exploración. Nuestros viajes aéreos modernos no nos han hecho perder el interés en los viajes de baja tecnología de Magallanes, Lewis y Clark y Shackleton.

Existen aproximadamente 50 sitios con artefactos humanos: seis de exploración humana, además de docenas de exploradores fuera de servicio, artefactos estrellados o alunizados y orbitadores caídos, asegura Alice Gorman, arqueóloga espacial de la Universidad de Flinders en Australia. Hay equipo de origen chino, indio e israelí, además de estadounidense y soviético.

¿Cuán seguras están esas reliquias?

Los sitios son pequeños y la superficie de la luna es grande, así que con seguridad no hay razón para perturbar esos tesoros con fines científicos, mineros, turísticos o de cualquier otro tipo que las personas pudieran perseguir en la luna. La NASA designó las áreas de alunizaje de los Apollo como "patrimonio", aunque en la actualidad no cuentan con ninguna protección jurídica de ningún país o ningún tratado internacional, como explicó la semana pasada el New York Times.

Los científicos podrían encontrar una justificación para regresar a esos sitios, por ejemplo, para verificar si las muestras tomadas por las misiones Apolo son únicas o típicas. Pero eso, asegura Gorman, puede hacerse sin acercarse tanto como para perturbar cualquier artefacto humano.

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Por supuesto, los científicos, los turistas o los aficionados que operan drones podrían visitar los sitios Apolo simplemente porque son las partes más interesantes de la Luna. "Aunque sea tentador –y como arqueóloga espacial me encantaría ver estos sitios–, creo que debemos mostrar un poco de autocontrol", afirma Gorman.

Algunos han propuesto volver a los sitios Apollo con el fin de preservarlos, dice, poniendo una cubierta que los proteja de los rayos cósmicos y los micrometeoritos, o alguna otra forma de protección. Lo importante, dice ella, es esperar hasta que sepamos lo que estamos haciendo. La humanidad podría tener una nueva técnica para investigar los sitios sin perturbarlos para 2050, explica, "y sería una lástima si en 2025 algún idiota en un explorador lunar pasara por encima del sitio del Apollo 11".

Si bien la historia de la exploración lunar está preservada en imágenes, registros y archivos, nadie sabe cuánto durarán ni cómo pueda cambiar su interpretación a lo largo de los milenios. Los humanos del futuro podrían encontrarse con problemas que les dejarían un vacío grande en su comprensión de la exploración espacial.

Además, cuando las personas regresen, podrían querer reconstruir la historia del origen de los viajes espaciales en el siglo XX. Los elementos naturales desgastarán nuestro patrimonio lentamente, y es posible que no podamos hacer nada para detenerlos, pero le debemos al futuro salvarlos de nosotros mismos.

(*) La autora es periodista, columnista de Bloomberg y la revista Science.