La captura del Stena Impero demuestra la facilidad con la que Irán puede obstaculizar los envíos por el estrecho de Ormuz. Hasta ahora, es un problema particularmente británico, pero de ampliarse, las implicaciones para el petróleo podrían ser inmensas.
¿Por qué una embarcación con bandera del Reino Unido intentaba transitar por la vía marítima sin acompañamiento naval cercano después de las amenazas específicas que se habían lanzado contra los barcos británicos? A primera vista, parece una decisión impulsiva, aunque no está claro si el HMS Montrose habría podido evitar la acción iraní sin abrir fuego. El uso de la fuerza aérea y botes de la Guardia Revolucionaria iraní sugiere que este fue un intento mucho más serio que el que se hizo contra el British Heritage, el cual ahora parece más un sondeo para determinar la naturaleza de una respuesta por parte del Reino Unido.
La captura del Stena Impero fue una represalia directa a la incautación del superpetrolero Grace 1 en Gibraltar a principios de este mes, pero otras acciones no. El MT Riah, un pequeño petrolero capturado la semana pasada, fue remolcado a aguas iraníes para reparación, de acuerdo con el Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, o arrestado por contrabandear combustible iraní, de acuerdo con la Guardia Revolucionaria. De propiedad iraquí, bajo bandera panameña y contratado por una compañía de Emiratos Árabes Unidos para llevar petróleo a Somalilandia, el barco no tiene conexión con el Reino Unido.
Las acciones de Irán son comprensibles –aunque no excusables–, en respuesta al rechazo unilateral del acuerdo nuclear por parte de Estados Unidos y, más importante, a la decisión del presidente Donald Trump de obligar a todo el mundo a seguir sus pasos. Aunque las demás partes del acuerdo nuclear con Irán –la Unión Europea, Rusia y China– quieren mantenerlo vivo, no han podido hacer mucho para preservarlo de manera significativa.
Al imponer sanciones extraterritoriales a todos los compradores de crudo iraní bajo amenaza de negarles el acceso a los dólares y el sistema bancario estadounidenses en los que se basa el comercio mundial, Trump en efecto ha obligado a todos los demás a dejar de comprar petróleo iraní. Esperar que Irán cumpla con su parte del acuerdo sin recibir ninguno de los beneficios comerciales y de inversión que se le prometieron a cambio es ingenuo.
Esto crea un problema para los países europeos y asiáticos que dependen de los flujos a través del estrecho de Ormuz. De unirse a la propuesta de EE.UU. de una coalición para proteger los envíos a través de la vía marítima, estarían poniendo, desde la perspectiva de Irán, otro clavo en el ataúd del acuerdo nuclear. Eso podría provocar a Irán a responder con más acoso al transporte a través del Estrecho.
Eso pondría en peligro todas las exportaciones de petróleo del sur de Irak, Kuwait y Qatar, junto con una porción significativa de las de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. El promedio fue de 14,7 millones de barriles al día en los primeros seis meses del año, y la mayor parte de eso no puede exportarse de otro modo.
Irak ya no tiene la capacidad de mover crudo desde sus campos petroleros del sur hacia sus rutas de exportación en el norte desde que su oleoducto estratégico fue destruido durante la invasión de EE.UU. en 2003. Arabia Saudita podría usar su oleoducto de oriente a occidente para mover crudo a sus terminales de exportación en el Mar Rojo. Tiene una capacidad nominal de 5 millones de barriles al día, pero el año pasado solo transportó aproximadamente 2,1 millones de barriles, muchos de los cuales fueron entregados para procesamiento en las refinerías de Yanbu. La capacidad restante no es suficiente para desviar ni siquiera la mitad de las exportaciones de crudo de Arabia Saudita desde el golfo Pérsico.
Un escalamiento del acoso a los petroleros también podría afectar las exportaciones de gas natural licuado desde Qatar, que representan aproximadamente un cuarto de los suministros globales de GNL. Esto es un poco menos probable, teniendo en cuenta que Qatar tiene buenas relaciones con Irán, pero no puede descartarse.
Poner guardias privados en los petroleros y dar señales de su presencia puede haber disuadido algo de la piratería en la costa oriental de África, pero probablemente no tendrá un efecto similar sobre la Guardia Revolucionaria de Irán. Además, sería insensato que esas fuerzas abrieran fuego contra un bote patrullero iraní.
De escalar el acoso iraní a los petroleros, los países que importan y envían petróleo no tendrían mucha más opción que alinearse con los estadounidenses, por lo menos en lo que a proteger las embarcaciones se refiere. No obstante, si usan fuerzas navales para proteger los petroleros, deben estar preparados para usar sus armas, y ese es un escalamiento que todos quieren evitar.
Con flujos de casi 15 millones de barriles de crudo al día en riesgo, es posible que tengan que dar ese paso, a menos que ambas partes retrocedan y encuentren una solución diplomática. Irán puede no cerrar el estrecho de Ormuz, pero probablemente incrementará el acoso a los barcos que pasen por ahí, lo que incrementará los costos y el riesgo de transportar petróleo por el golfo Pérsico. El presidente Trump no va a matar de hambre a Irán al punto de llevarlo a la mesa de negociación, así que tendrá que encontrar una manera de atraerlo, si es que quiere evitar que el conflicto escale.