La forma como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha abordado el tema de los bloqueos por coronavirus se ha caracterizado por una serie de inquietantes acciones extralimitadas y reversas. A fines de marzo, Trump declaró que quería poner fin a los bloqueos en el país antes de Pascua. Pocos días después, el presidente revirtió su declaración y extendió los lineamientos federales para los cierres hasta fines de abril. Esta semana, Trump intentó reivindicar brevemente la autoridad presidencial para ordenar a los estados que pusieran fin a sus bloqueos, pero después de que quedó claro que esto probablemente era inconstitucional, dio marcha atrás y afirmó que no interferiría con los planes de reapertura estatales y regionales. Ayer, en una conferencia de prensa, Trump dio su bendición a los gobernadores para que siguieran adelante con sus propios planes y emitió pautas con recomendaciones sobre cuándo debería volver a abrir cada estado o región. Es un paso en la dirección correcta.
Algunas personas continúan pidiendo que la economía se vuelva a abrir rápidamente a pesar del peligro mortal de la pandemia. Trey Hollingsworth, representante de Indiana, afirmó recientemente que la gran cantidad de muertes en el país resultaría ser el “menor de... dos males”, si se compara con el costo económico de los continuos bloqueos. El inversionista Michael Burry, famoso por sus especulaciones durante la burbuja inmobiliaria de principios de la década de 2000, sostuvo que “no hay justificación” para las políticas actuales. Y manifestantes en Michigan, Ohio y en otros estados han exigido una reapertura inmediata.
Estas personas están peligrosamente equivocadas. Incluso con la mayor parte de la nación con órdenes de confinamiento desde fines de marzo, las muertes en EE.UU. han aumentado a más de 34.000 y se pronostica que superarán las 60.000. Este número sobrepasa al de estadounidenses que murieron en la Guerra de Vietnam y es muchas veces superior a la cifra de personas que murieron en la guerra contra el terrorismo. Sin bloqueos, los epidemiólogos predicen que las muertes podrían alcanzar los cientos de miles y posiblemente cobrar más vidas que cualquier guerra en la historia del país. Y eso ni siquiera incluye el daño a largo plazo a los pulmones y otros órganos de muchos de los que sobreviven a la enfermedad.
Pero sopesar estos asombrosos costos humanos con los supuestos beneficios económicos de una reapertura rápida se basa en una suposición crucial y errónea: que las condiciones económicas volverían rápidamente a la normalidad si los gobiernos solo permitieran que las personas salieran de sus casas. La verdad es mucho más sombría.
Si la economía se reabriera sin suficientes medidas de contención, muchas personas tendrían razón de estar recelosas de comprar en tiendas y comer en restaurantes antes de que el peligro del coronavirus haya pasado. A medida que algunos salgan de sus hogares y las infecciones comiencen a aumentar rápidamente, la gente volvería a tener miedo de salir. Las empresas minoristas, que generalmente no operaban con grandes márgenes de ganancias antes del coronavirus, seguirían sufriendo, con la diferencia que sin el apoyo del Gobierno la mayoría quebraría y despediría a los trabajadores en lugar de recibir un pago por mantenerlos en la nómina, como lo están haciendo ahora. A la larga, el temor al virus aumentaría la presión pública para que se volvieran a imponer bloqueos, con un costo para la economía de más semanas o meses cruciales, al tiempo que la enfermedad destruiría más vidas.
Además, las regiones que impusieron medidas de confinamiento de forma temprana y decisiva probablemente estarán preparadas para un crecimiento más rápido después de que pase la crisis. Esta fue la experiencia de las ciudades estadounidenses durante el brote de gripe española de 1918. Como explicó Scott Kominers, colega de Bloomberg View, las ciudades que aplicaron más medidas de distanciamiento social al principio de la epidemia crecieron más rápido después.
Por lo tanto, no es una elección entre la economía y la vida de las personas; es una elección entre pérdidas económicas a corto plazo o pérdidas económicas prolongadas combinadas con muertes masivas. No es de extrañar, entonces, que incluso naciones orientadas a los negocios, como Singapur, hayan cerrado rápidamente empresas y escuelas cuando el coronavirus parecía estar fuera de control.
La pregunta sobre cuándo se puede volver a abrir la economía es una cuestión de si están dadas la condiciones, no de cuándo. Se debe esperar hasta que exista un régimen de salud pública capaz de contener el virus. Como explicó el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, el centro de ese sistema debe ser un programa de pruebas y seguimiento. Esto significa que cuando alguien da positivo para Covid-19, los trabajadores de salud pública deben rastrear a todas las personas con las que ha tenido contacto en los dos días previos a la manifestación de los síntomas (cuando la mayoría de los pacientes comienzan a contagiar) y evaluar a todas esas personas también. Todos los que dan positivo deben recibir la orden de aislarse en sus casas durante al menos dos semanas.
Afortunadamente, muchos de los gobernadores que ahora organizan planes de reapertura regional parecen entender la importancia de hacer pruebas y seguimiento. Mientras tanto, compañías tecnológicas como Apple y Google están trabajando en un software que permite a los teléfonos realizar un seguimiento de contactos de forma anónima, preservando la privacidad de las personas.
Trump también debe darle más énfasis a las pruebas y el seguimiento. Bloomberg News informó que la administración se centra en una mayor capacidad de prueba como uno de los criterios clave para la reapertura. Pero hace solo unos días, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Trump casi dejó de apoyar a los centros comunitarios de pruebas de coronavirus en todo el país y solo revirtió la medida después de una gran protesta. Y algunos laboratorios informan que se necesitan más fondos federales solo para que las pruebas se mantengan en los niveles actuales, ni hablar de aumentarlos. Si Trump realmente se toma en serio las pruebas, debe hacer más para demostrarlo. Mientras tanto, los lineamientos de Trump deberían modificarse y agregar la necesidad de seguimiento de contactos y aislamiento de los enfermos.
En este momento, las inversiones en pruebas, seguimiento de contactos y sistemas de aislamiento de pacientes ofrecen un mayor retorno de la inversión, tanto económica como en términos de vidas humanas, que cualquier plan de estímulo, y ciertamente mucho más que una reapertura prematura. Cuanto antes se implementen estos sistemas, antes los estadounidenses podrán sentirse seguros y lo suficientemente confiados como para salir de sus hogares, y comenzar a comprar y volver a trabajar.