Si usted cree en las calificadoras de riesgo crediticio, no esperará un buen futuro para la lira turca.
S&P Global Ratings señaló que Turquía probablemente enfrentará una recesión el próximo año, al tiempo de reducir tarde el viernes la calificación del país un escaño a B+. Moody’s Investors Service le siguió solo unos minutos más tarde con una rebaja de un escaño.
Si S&P tiene razón, se trata de malas noticias para la moneda; y también deja al banco central del país con un dilema.
A pesar de que la inflación de los precios al consumidor se ha acelerado a un 15,8 por ciento, y las alzas de los precios al productor, que generalmente encabezan la tasa general, se ubican en un 25 por ciento, las autoridades se están demorando en elevar las tasas. Para decepción de todos, el Comité de Política Monetaria no modificó su índice de referencia en su reunión del 24 de julio, aludiendo a preocupaciones sobre el debilitamiento de la demanda interna.
La moneda turca lidera pérdidas por las sanciones de Estados Unidos
Desde entonces, las autoridades han estado realizando pequeños ajustes. La semana pasada, una iniciativa conjunta del banco central y la Agencia de Regulación y Supervisión Bancaria impidió a las firmas financieras que querían hacer operaciones de permutas de divisas internacionales pedir préstamos a la tasa de recompra de una semana del 17,75 por ciento, forzándolas a usar la tasa a un día más cara de un 19,25 por ciento. Es una restricción de la política monetaria con otro nombre.
Una línea de crédito de US$3.000 millones de Qatar ayudará a respaldar el sistema financiero, pero es una gota en el océano en comparación con las necesidades sustanciales de refinanciación de Turquía, que he descrito anteriormente.
Es cierto que estas medidas han tenido cierto éxito en detener la caída libre de la lira, y la moneda se ha fortalecido a casi 6 por dólar frente a los más de 7 en un momento de la semana pasada. No hay forma de evitarlo. El banco central tendrá que subir las tasas para poder controlar la inflación. Esto parece presentar una opción difícil: ajustar la política ahora y arriesgarse a desacelerar la economía, o dejar la política tal como está y dar a la economía la fortaleza que necesita para capear la tormenta que se avecina.
Pero esta no es la manera correcta de mirarlo. En este punto, la elección es entre una recesión corta y aguda, o una más larga y mucho más dolorosa. Retrasar un aumento en la tasa de interés de seguro hará que la inflación se mantenga fuera de control y que la contracción sea más severa. Lamentablemente, ese parece ser el plan.
La próxima reunión programada del banco central no se realizará hasta el 13 de septiembre. Dado que los mercados turcos están cerrados por vacaciones durante la mayor parte de esta semana y un día de la próxima semana, los funcionarios pueden mantenerse durante este período sin un alza urgente de tasas. Pero es solo cuestión de tiempo antes de que los mercados les obliguen. Y los mercados ya están ahí. Los bonos a dos años de Turquía están rindiendo más del 27 por ciento, lo que sugiere que los inversionistas tienen una confianza limitada en la disposición del banco central para controlar la inflación.
A menos que los encargados de política tomen medidas decisivas, Turquía deberá prepararse para una recesión severa: las tasas de crecimiento anual del 7 por ciento corren el riesgo de convertirse en una cosa del pasado. La recuperación reciente en la lira puede ser solo un breve respiro.
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.