Carles Puigdemont quiere que los separatistas catalanes sigan luchando por una república independiente, jugada a la que renunció cuando el año pasado tuvo la oportunidad. Pero los aliados que quedaron atrás para recoger los pedazos cuando el expresidente regional huyó al exilio no están tan seguros de responder a su llamado esta vez.
El gobierno catalán acaba de recuperar sus facultades después de siete meses de intervención de Madrid y los sucesores de Puigdemont están más atentos a estabilizar el barco que a provocar otro choque destructivo con el gobierno central. En tanto el nuevo gobierno español está dispuesto a analizar cambios de política concretos en una reunión que tendrá lugar esta semana, también hay dinero sobre la mesa.
El vicepresidente catalán Pere Aragonès, de 35 años, dijo durante una entrevista que no renuncian a su proyecto político pero que se necesitará otro tiempo y otro equilibrio de las fuerzas políticas y que propondrán avanzar cuando estén dadas las condiciones para que tener éxito.
Muchas cosas han cambiado desde que Puigdemont escapó del país en octubre pasado dejando a su gobierno sumido en el caos luego de una declaración de independencia poco entusiasta. Más importante aún quizá fue que el líder socialista Pedro Sánchez tomara el control en Madrid con el apoyo de los votos separatistas catalanes en el Congreso de los Diputados.
Conversaciones sobre financiamiento
Después que siete años de intransigencia del expresidente del gobierno Mariano Rajoy, de 63 años, dejaron a la sociedad catalana partida al medio, Sánchez ofrece diálogo y la oportunidad de restañar algunas heridas.
Como primera medida, Sánchez, de 46 años, restablecerá una comisión bilateral que estuvo inactiva bajo el gobierno del conservador Partido Popular de Rajoy. El organismo se reunirá por primera vez el miércoles y discutirá el financiamiento para la policía catalana y la infraestructura de inversión –aunque la demanda fundamental de los separatistas de un referéndum oficial sobre la independencia está fuera de discusión para Sánchez-.
Aragonès dijo que son plenamente conscientes de que lo que ha ocurrido en los últimos ocho años no se resolverá en ocho semanas y que le gustaría tener un diálogo que dure meses y que trabajará para ello. Ambas partes tienen incentivos para hacer que eso funcione.
Los principales adversarios de Sánchez, Albert Rivera de Ciudadanos y el nuevo líder del PP, Pablo Casado, han adoptado una postura de línea dura contra el separatismo catalán y están posicionados para beneficiarse en las elecciones programadas para 2020 si su acercamiento fracasa. Los catalanes saben que, si quieren llegar a un acuerdo con Madrid, quizá no tengan más posibilidades que con Sánchez.
Mientras el gobierno catalán se ocupa de las preocupaciones cotidianas de los votantes después de años de campañas ideológicas, Puigdemont trata de mantener unido el movimiento separatista en un solo bloque centrado en la campaña por la independencia para las elecciones municipales españolas de mayo. Aragonès, de la agrupación de centroizquierda Esquerra Republicana, rechazó de plano ese enfoque y dijo que el movimiento independentista es tan variado que es imposible reducirlo a una sola lista.