Circulan por las calles desiertas de Buenos Aires en motocicletas o automóviles con vidrios polarizados. Si la policía los detiene, muestran permisos que les autorizan a entregar alimentos o artículos de limpieza para el hogar. Pero en realidad están entregando dólares estadounidenses, de manera ilegal.
La demanda de moneda fuerte en Argentina está aumentando por temores de un inminente default de la deuda que recuerda traumáticas crisis pasadas. Al mismo tiempo, la cuarentena está obligando a los ahorradores a ser creativos sobre la forma en que usan el mercado negro para evadir los estrictos controles introducidos en septiembre, y deshacerse de los depreciados pesos para encontrar refugio en los dólares.
“Argentina tenía en los últimos 70 años una caída vertical en el valor de la moneda entonces el único refugio que uno tiene para preservar con cierta consistencia los ahorros es una moneda mucho más estable: el dólar”, dijo Gustavo Quintana, analista de PR Corredores de Cambio, una corredora de divisas en Buenos Aires.
El peso ha perdido cerca de un tercio de su valor en el mercado negro desde que comenzó la cuarentena el 20 de marzo, cayendo a un récord de 120 pesos por dólar en los últimos días, según datos compilados por el sitio de noticias Ámbito Financiero. El costo que representa comprar un dólar a la tasa no oficial ahora es casi el doble de la tasa oficial del banco central de 66 por dólar.
El colapso alarmó a formuladores de política que están tomando medidas para frenar la volatilidad. El regulador de valores de Argentina podría reducir la cantidad de liquidez en dólares que los fondos mutuos abiertos puede mantener para atraer una tasa no oficial aparte conocida como contado con liquidación, que tiene un efecto colateral en el mercado negro.
El Gobierno del presidente Alberto Fernández está tratando de reestructurar US$65.000 millones en deuda y recientemente hizo una oferta a acreedores extranjeros. Incumplió los pagos de intereses la semana pasada, y si no se llega a un acuerdo antes del 22 de mayo, la nación tendrá su quinto default desde 1980.
Después de décadas de default, crisis monetarias, alta inflación y políticas volátiles, los hombres que gritan “¡cambio! ¡cambio!” en el centro de Buenos Aires se han convertido en parte de la ciudad. Sin embargo, en medio de la pandemia de coronavirus, nadie está vendiendo en las calles. Han reemplazado esta dinámica por una entrega al domicilio del cliente.
Este negocio no está libre de riesgos. La policía detuvo a un hombre que supuestamente entregaba productos de limpieza, aunque lucía un reloj costoso. Finalmente, lo dejaron ir después de que les mostró una caja de artículos de limpieza.
“No es nada nuevo, estamos acostumbrados a que nos persigan”, dijo, pidiendo no ser identificado ya que está violando la ley. “Los argentinos saben que se acerca una inflación realmente alta, por lo que están tratando de poner todo en dólares”.
Otro comerciante de dólares que habló con Bloomberg News dijo que también trabaja como repartidor para Glovo, un servicio de entrega de alimentos que compite con Uber Eats. Ambos repartidores resaltaron que la demanda está aumentando debido a temores económicos. Algunas casas de cambio del mercado negro no están funcionando durante la cuarentena, lo que reduce la oferta de dólares y ejerce presión adicional sobre la tasa.
Legalmente, los argentinos solo pueden comprar US$200 por mes, y también deben pagar un impuesto de 30% sobre todas las compras legales en dólares. Ahorrar en pesos también garantiza una pérdida de dinero, ya que el banco central ha reducido las tasas de interés muy por debajo de la tasa de inflación de 48%.
“La mayoría de los impulsores del repunte de la tasa no oficial son las negociaciones de la deuda”, dijo Luis Schiumerini, profesor argentino de ciencia política en la Universidad de Notre Dame, quien fue coautor de una disertación sobre el tipo de cambio ilegal. “En parte, el contado con liquidación también subió porque se está imprimiendo dinero”.