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Tranquilos, el populismo desaparecerá pronto

La realidad económica es un factor poderoso en la política, y si se le da el tiempo suficiente, el fracaso de las políticas populistas no será una excepción a esta regla.

President Trump Says U.S. Spending Much Less Than Expected On Dorian
Donald Trump. | Bloomberg

El populismo se ha convertido en el aspecto definitorio de la vida pública. Adopta una narrativa de víctima quejumbrosa, con la que enfrenta al "pueblo" contra las "élites". El proteccionismo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su hostilidad contra los inmigrantes, son impulsados por la frustración populista de la derecha política. En la izquierda, el populismo toma forma de resentimiento contra los ricos, y las primarias presidenciales del Partido Demócrata están plagadas de propuestas para castigarlos. "Arreglo" se ha convertido en una mala palabra. El compromiso político con el otro bando está mal visto. Quedarse con la mitad de algo es peor que el fracaso: es una traición.

¿Cuánto durará todo esto? La economía puede ayudar a responder esa pregunta. En un artículo de 2016, los economistas alemanes Manuel Funke, Moritz Schularick y Christoph Trebesch estudiaron las ramificaciones políticas de las crisis financieras. Construyeron y analizaron un conjunto de datos que cubrían más de 800 elecciones en 20 economías avanzadas (incluida la estadounidense) entre 1870 y 2014.

¿Qué características tiene el populismo?

Descubrieron que los partidos de extrema derecha ven un incremento de 30% en sus votos en los cinco años posteriores a una crisis financiera. Los partidos ganadores se caracterizan por una oratoria nacionalista y xenófoba. La más reciente crisis financiera concuerda con ese patrón, puesto que la votación de los partidos populistas de extrema derecha ha crecido más del doble desde 2008 en Francia, el Reino Unido, Suecia, Finlandia, Países Bajos, Portugal y Japón.

Especialmente desde la Segunda Guerra Mundial, encontraron los economistas, las crisis dificultan el gobierno y están relacionadas con mayorías más pequeñas para el partido en el poder, un fortalecimiento de la oposición y una mayor fragmentación política. El número de partidos representados en los parlamentos aumenta. Desde 1950, más de un partido adicional, en promedio, ha entrado a la legislatura en el periodo de 5 años posterior a una crisis financiera. Las protestas callejeras, los disturbios y las huelgas son más frecuentes.

En contraste, esto no se ve tanto en las recesiones que no son causadas por crisis financieras. Los economistas sugieren que las desaceleraciones no financieras —como un choque por el precio del petróleo— pueden ser percibidas por los votantes como excusables, fuera del control de las élites. Las recesiones financieras, por su parte, pueden ser percibidas como el resultado de fallas de política y otras decisiones de la élite.

Además, las medidas utilizadas para luchar contra las recesiones financieras —la compra de activos a largo plazo por parte de los bancos centrales, por ejemplo— son inusuales y pueden reducir la confianza en el gobierno. Los rescates asociados con las crisis financieras también son una fuente de rabia populista, y las recesiones financieras pueden causar disputas feas entre deudores y acreedores que erosionan el tejido social.

La Argentina parece lista para volver al populismo

 

La buena noticia del artículo de estos economistas es que la agitación política causada por una crisis financiera es temporal. Diez años después de una crisis, casi todas las variables del estudio regresan a sus niveles previos a la crisis. EE.UU. salió de la crisis de 2008 hace poco más de una década. Si cumple con el patrón del último siglo y medio, su política ya debería estar de vuelta a la normalidad. Por supuesto, no es así. ¿Por qué? Es posible que la crisis de hace una década fuera tan severa que la normalización política necesite más tiempo.

De hecho, la Gran Recesión terminó antes para algunas personas que para otras. Tomó ocho años tras el inicio de la recesión para que la tasa de desempleo llegara a su nivel previo. En diciembre de 2012, más de tres años después del fin oficial de la recesión, 7,9% de los trabajadores seguían desempleados. Antes de 2008, EE.UU. no había tenido una tasa de desempleo tan alta desde mediados de la década de 1980. No fue sino hasta el año pasado que la tasa de desempleo cayó por debajo de 5%.

Cuando empezó la recesión, 1,3 millones de trabajadores habían estado buscando activamente trabajo por seis meses o más sin éxito. En su pico, había un impactante 6,8 millones de desempleados a largo plazo. Apenas en 2015, aún había el doble de desempleados a largo plazo que a principios de la recesión. Dada la lenta recuperación y el peso económico y psicológico continuo de la Gran Recesión, no debería sorprender que el populismo siga siendo una fuerza activa en EE.UU.

MM y el uso del antagonismo populista

No obstante, otro argumento para la resistencia del populismo es el fracaso de sus políticas para cumplirle a los estadounidenses. Un ejemplo es la guerra comercial de Trump contra China, la cual no ha generado un resurgimiento rápido de los trabajos de manufactura en EE.UU. Ni siquiera ha reducido el déficit comercial. Los déficits comerciales mensuales promedio fueron más altos en 2018 y 2019 que en los años previos. Y como predijeron sus críticos, la guerra comercial ha reducido los ingresos nacionales y ha aumentado los precios al consumidor. Si un demócrata llega a la Casa Blanca en 2020, es probable que se desarrolle una dinámica similar. Es difícil imaginar, por ejemplo, que la abolición de los seguros médicos privados logre las mejoras a la salud que prometen sus defensores.

La realidad económica es un factor poderoso en la política, y si se le da el tiempo suficiente, el fracaso de las políticas populistas no será una excepción a esta regla. De hecho, estas políticas ya son cada vez menos populares. En una encuesta de ABC News y el Washington Post, 56% de los participantes desaprobaron la manera como el presidente ha manejado las negociaciones comerciales con China. Solo 35% la aprobó. 43% creía que sus políticas comerciales y económicas incrementarían el riesgo de recesión, y menos de la mitad aprobó su gestión de la economía. 60% estaban preocupados de que la guerra comercial con China aumentara los precios.

Entonces, no nos preocupemos por el populismo. Y no exageremos. La izquierda no debería utilizar el código tributario como arma para castigar a los ricos. La derecha no debería retirarse de sus compromisos de larga data con el libre comercio, los mercados libres, la responsabilidad personal y la apertura al mundo. La amenaza populista solo requiere una respuesta mundana: paciencia.