La Trump Tower, otrora joya de la corona del imperio de propiedades de Donald Trump, ahora se ubica como uno de los edificios de lujo menos deseados de Manhattan. La torre de 36 años se convirtió en una fortaleza desde que Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos, rodeada de barreras de hormigón y con las dos entradas principales parcialmente bloqueadas. No es objeto de una modernización sustancial hace años y el apellido Trump genera gran rechazo en la liberal ciudad de Nueva York.
Para cualquiera que posea propiedad en la torre los últimos dos años han sido brutales. De acuerdo con registros de propiedad, la mayoría de las ventas de condominios han generado pérdidas tras ajustar por inflación. Varios se vendieron con una pérdida superior a 20%. Por el contrario, en todo Manhattan, solo el 0,23% de las viviendas se vendieron con pérdidas en los últimos dos años, según PropertyShark, proveedor de datos inmobiliarios.
Está muy lejos de aquellos días en los que atraía a famosos como Michael Jackson, Johnny Carson y Steven Spielberg. Actualmente la torre es mejor conocida por una reunión de la campaña de Trump con un abogado ruso documentada en el informe de Robert Mueller sobre la trama rusa.
Si bien algunos rincones del imperio de negocios de Trump han prosperado, como por ejemplo su hotel en Washington D.C., otros han sufrido a causa de su alta impopularidad. Las rondas de golf han disminuido en su campo público en Nueva York, un puñado de edificios que alguna vez llevaron la marca Trump han eliminado su apellido y un ambicioso plan para lanzar una nueva cadena de hoteles de nivel medio en todo el país fracasó.
Trump ofrecerá una actualización de su patrimonio neto esta semana. Los documentos no entrarán en detalles sobre los ingresos de la Trump Organization, pero está claro que la Trump Tower sufre de acuerdo con comunicados al regulador de valores, registros de propiedades, listados de bienes raíces y entrevistas con expertos de la industria. La parte comercial del edificio lucha durante meses a fin de encontrar inquilinos para más de 3.900 metros cuadrados de espacios de oficinas vacantes, pese a que las rentas publicitarias están muy por debajo del promedio del área, según muestran los listados y datos de corredores de bienes raíces.
Tasa de ocupación a la baja
La tasa de ocupación de la Trump Tower ha bajado en los últimos siete años, de 99% a 83%, lo que le da un porcentaje de vacantes que más o menos duplica el promedio de Manhattan. "Si estuviera buscando espacio de oficinas evitaría ese edificio", comentó Edward Son, hasta hace poco analista de mercado de CoStar Group. El ingreso neto aumentó ligeramente el año pasado, impulsado por la permanencia de su comité de campaña de 2020, que ha gastado más de US$890.000 en los últimos dos años para alquilar espacio en la torre, según registros de la Comisión Federal de Elecciones.
El ingreso neto del edificio sigue siendo cerca de un 26% más bajo de lo que esperaban banqueros al evaluar a Trump para un préstamo de US$100 millones en 2012. Aun así, la Trump Tower produce regularmente una ganancia anual para su homónimo. El año pasado, el edificio generó US$10 millones en flujo de efectivo neto, después de tomar en cuenta el pago anual de intereses por el préstamo de US$4,3 millones, según divulgaciones de la Trump Organization, que no respondió a una solicitud de comentarios.
Apellido problemático
Michael Sklar vendió la unidad del piso 57 de sus padres en US$1,83 millones en octubre, luego de que gastaran US$400.000 para remodelar la propiedad. Su familia la compró en US$1,4 millones en 2004, lo que se traduce en US$1,84 millones después de ajustar por inflación. "Nadie quiere estar en ese edificio", afirmó Sklar.
Después de la elección de Trump, vivir en su torre se convirtió en una molestia, indicó Sklar. Su madre, que luchaba contra el cáncer, tomaba taxis hasta el edificio desde el aeropuerto y solía ser dejada justo enfrente de la entrada. Tras los comicios, la seguridad comenzó a obligar a su taxista a dejarla a decenas de metros de la puerta principal, lo que demanda un largo y doloroso regreso a casa.
"El apellido en el edificio se convirtió en un problema", explicó Sklar. Al menos 13 condominios en la torre se han vendido desde la elección de Trump en 2016, según muestran registros de propiedades. De las nueve transacciones en las que los registros de Nueva York muestran lo que el vendedor pagó originalmente por la propiedad, ocho se vendieron con una pérdida ajustada por inflación.
En contraste, solo 57 casas en Manhattan se vendieron en los últimos dos años con pérdidas, de un total de 24,871 ventas de terceros, de acuerdo con PropertyShark, aunque la empresa no ajusta a la inflación. "El mercado de lujo se está debilitando", admitió Matthew D. Hughes, corredor con sede en Manhattan de Brown Harris Stevens. "Pero es raro que alguien sea dueño de un apartamento aquí durante 10 años registre una pérdida".