En medio de una devastadora pandemia, el presidente Donald Trump está destruyendo la capacidad de los CDC de cumplir con su responsabilidad más vital: mantener una activa supervisión de las enfermedades mediante la recopilación, el análisis y la notificación de datos. Incluso para los bajos estándares de este presidente, esto es inconcebible.
En momentos en que el coronavirus aumenta sin control y, en muchos estados, los trabajadores de la salud enfrentan dificultades para mantener el ritmo de la carga de pacientes, el presidente autorizó al Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) a que exijan a los hospitales cambiar la forma en que reportan los datos al Gobierno Federal: que dejen de enviar estadísticas sobre la cantidad de pacientes, disponibilidad de camas, ventiladores y otros datos clave a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, señaló la agencia, y, en su lugar, dirijan la información a la sede del HHS en Washington. Ah, y que realice este cambio en un plazo de dos días.
No confunda esta nueva política con un ajuste burocrático sin gran importancia, o simplemente con otra medida más de la administración Trump para molestar a sus detractores. Es mucho peor que eso; este cambio es tan temerario —no se equivoquen: morirá gente como resultado de esto—, que raya en la criminalidad.
No es la primera vez que la administración del presidente Trump margina a los CDC, una institución de salud pública que ha sido un modelo para el mundo.
Autoridades de la administración cuestionaron las directrices de la agencia, incluso en cuanto al uso de mascarillas y la reapertura de las escuelas, y llegaron a acusarla de “perjudicar al presidente” cuando informaron a las embarazadas sobre los riesgos del covid-19.
Robert Redfield, el actual director de los CDC, no ha realizado el tipo de reuniones de prensa regulares que, en una administración normal, brindan al público información precisa sobre brotes de enfermedades. El viernes, el Gobierno impidió que los funcionarios de los CDC aparecieran en una audiencia del comité de la Cámara sobre la reapertura de las escuelas.
Pero este último cambio es el más perjudicial hasta ahora. La Red Nacional de Seguridad en la Salud (NHSN, por sus siglas en inglés) de los CDC, el sistema de larga data de seguimiento de casos de contagio más grande y utilizado en Estados Unidos, genera confianza por la precisión y amplitud de sus datos. Hasta hace poco, reunía las estadísticas hospitalarias sobre el covid-19, las analizaba e informaba a los estados dos veces por semana. Ahora, el HHS externalizó esa labor a una compañía de Pittsburgh, TeleTracking Technologies, a la que se le pagarán más de US$10 millones, sin garantía de que la información se haga pública.
Funcionarios del HHS han señalado de manera informal que compartirán los datos, al menos con los hospitales. Pero expertos en salud pública, autoridades estatales y administradores de hospitales tienen razón en preocuparse de que los datos no sean completamente accesibles. Esta administración ha demostrado que está más que dispuesta a retener y manipular información, incluso sobre cómo se ha gastado el dinero del estímulo para contener el coronavirus. Trump incluso ha pedido que se ralenticen pruebas de coronavirus como una forma de reducir el recuento de casos en EE.UU., un intento obscenamente descarado de enterrar datos que pueden salvar vidas.
La ridícula razón que han dado los funcionarios del HHS para justificar el abrupto cambio es que necesitan agilizar la recopilación de datos, y que necesitan que los datos lleguen más rápido para ayudarlos a asignar mejor los recursos a los hospitales, incluidos medicamentos y tratamientos nuevos que aún no se han desarrollado. Si esto fuera cierto, la respuesta sería mejorar la recopilación de datos dentro de los CDC, no cambiar el sistema de una manera que permita controlar y manipular los datos. No hay una lógica más allá de la política, y los intentos de la administración por explicarse solo agravan la falta. Redfield dice que “nadie está reteniendo datos o acceso a los CDC”. ¿En serio? Los hospitales han recibido instrucciones específicas de dejar de enviar información a la agencia.
Los demócratas del Congreso han exigido, con justa razón, que esta escandalosa maniobra se revierta. Esta pandemia está muy lejos de estar bajo control; de hecho, no ha hecho más que empeorar en muchas partes del país. Permitir que la administración se salga con la suya sería imperdonable.
MM CP