En un contexto de recesión del consumo y caída de exportaciones, el sector vitivinícola argentino enfrenta una presión fiscal asfixiante.
Para hablar sobre este tema, Canal E se comunicó con Carlos Fiocchetta, gerente de la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR), quien comentó que, “no estamos mal para poner un título”, al analizar el presente del sector. Pese al contexto económico adverso, destacó que el consumo interno, que representa entre el 70% y 75% de la producción nacional, se mantiene en niveles positivos durante los primeros meses del año.
“Hemos tenido una buena cosecha, hay disponibilidad de vino y los precios se han mantenido accesibles”, señaló. Esto permitió sostener el mercado local, a diferencia de las exportaciones, donde “los números son de caídas”, admitió.
Impuestos: el mayor desafío del sector
La preocupación central, sin embargo, radica en la elevada presión tributaria. Según un estudio de la Universidad Nacional de Cuyo, solicitado por COVIAR, entre “el 57% y el 62% del excedente de una bodega va a pagar impuestos”.
“El Estado es el socio mayoritario”, subrayó Fiocchetta, y remarcó que el análisis contempla tanto impuestos nacionales como provinciales. A esto se suman cargas municipales, difíciles de cuantificar por la extensión territorial del sector, presente hoy en 18 provincias argentinas.
“Lejos de disminuir, la presión impositiva ha ido creciendo año tras año”, explicó, y agregó que esta situación resta competitividad frente a otros países productores.
Chile, el espejo que preocupa
En el informe, COVIAR pidió incluir una comparación con Chile, principal competidor regional. “La presión impositiva en las bodegas chilenas es al menos 20 puntos menor que en las argentinas”, reveló el gerente.
Mientras en Argentina las bodegas enfrentan una carga promedio del 60%, en Chile ese número ronda el 40%. Esta diferencia, advirtió, “marca un claro problema de competitividad” para el vino argentino, sobre todo en el mercado internacional.
De la botella al Estado: cada eslabón tributa
La cadena de valor vitivinícola es amplia y diversa, desde el viñedo hasta la góndola. “Una botella de vino tiene envase, cápsulas, corchos, insumos enológicos, y todo eso tributa”, explicó.
Incluso los costos indirectos están alcanzados: “El combustible para hacer andar una maquinaria también paga impuestos”, ejemplificó, destacando el efecto acumulativo sobre los costos finales del producto.
¿Rebaja impositiva? Un beneficio para todos
Ante la pregunta sobre si una rebaja impositiva beneficiaría al consumidor o solo aumentaría la rentabilidad empresaria, Fiocchetta fue claro: “En este contexto, evidentemente eso se tendría que dar”.
Sostuvo que, en un mercado competitivo y atomizado como el del vino argentino, una reducción de impuestos “debería traducirse en una mejora del precio”. Además, propuso un enfoque de equilibrio fiscal: “Queremos que una rebaja de impuestos termine siendo neutra”, afirmó, aludiendo a un aumento en el consumo que compense la baja recaudación por unidad.
Diversidad de precios y oferta
Sobre el precio promedio del vino, indicó que “hoy ronda los 5.000 a 5.500 pesos”, aunque existen opciones desde 1.500 pesos o menos, hasta botellas que superan los 100 mil. La diversidad, destacó, es uno de los puntos fuertes del sector: “Hoy hay vinos de todo tipo y para todos los segmentos”.