La primera bioimpresora 3D totalmente desarrollada y fabricada en Argentina, capaz de imprimir tejidos humanos usando materiales biológicos, ya está funcionando en un laboratorio de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). Se trata del primer modelo comercial de una flamante familia de equipos biomédicos que promete en pocos años revolucionar el tratamiento de quemaduras, úlceras causadas por la diabetes y lesiones que hoy requieren de trasplantes de piel.
“Para reparar tejidos dañados los médicos deben recurrir a técnicas de trasplantes, provenientes del propio paciente, de un donante o de animales. Pero en estos dos últimos casos puede haber rechazo inmunológico por incompatibilidad”, explicó a PERFIL la doctora Elida Hermida, investigadora del Conicet y experta en ingeniería biomédica de la Unsam.
Hermida lidera el Lab3Bio (biomateriales, biomecánica y bioinstrumentación), donde se está poniendo a punto el equipo 3D. “Desde hace ya dos décadas se estudia cómo mejorar los mecanismos de regeneración de tejidos dañados”, agregó. Si la herida es pequeña, la piel se repara por sí misma. Pero si la lesión tiene más de cinco centímetros de diámetro, el cuerpo encuentra dificultades para “rellenar” un hueco tan grande. Para esos casos, hace algunos años se pensó en la posibilidad de “imprimir” piel recurriendo a bioimpresoras 3D con el fin de fabricar parches que se adapten en forma exacta a la lesión que se intenta curar.
Esta tecnología de impresión biológica está en pleno desarrollo en muchos laboratorios del mundo, y con esas opciones compite el equipo argentino. “A mediano plazo nuestro objetivo es fabricar membranas de tejidos a la medida de cada paciente para poder curar cortes, quemaduras, escaras o lesiones producidas, por ejemplo, por la diabetes”, explicó Hermida.
La impresión de tejidos funcionales en 3D, usando polímeros biocompatibles y células, “podría acelerar en forma significativa y hacer menos traumática y riesgosa la curación de, por ejemplo, quemaduras graves. Y también reducir la cantidad de veces que estos pacientes deben pasar por el quirófano a causa del tratamiento”, detalló la experta.
Futuro. “Diseñamos y fabricamos este primer modelo de impresora, la 3-Donor, desde cero, tanto el hardware como el software”, explicó a PERFIL Gastón Galanternik, uno de los cofundadores –junto al estudiante de medicina Adén Díaz Nocera– de LifeSi, compañía que está siendo incubada en el IIB-Intech de la Unsam.
El emprendedor explicó que la idea es ofrecer estos equipos a laboratorios de investigación de Argentina y otros países a un precio competitivo (alrededor de US$ 7 mil contra los US$ 10 mil que cuestan en el exterior).
El concepto de reproducir partes del cuerpo humano en tres dimensiones que sirvan para sustituir zonas dañadas nació hace 15 años, con las primeras impresoras 3D. “Se usa tecnología aditiva para ir agregando material capa a capa, lo que permite diseñar prótesis perfectamente adaptadas al tamaño de la lesión de cada paciente”, dijo a PERFIL Daniel Fiz, traumatólogo y director de Novax DMA. Esta compañía argentina especializada en el diseño de implantes ya proveyó prótesis fabricadas con impresoras 3D para más de 600 intervenciones quirúrgicas.
Según Fiz, junto con los nuevos equipos capaces de imprimir células y tejidos también se están ensayando otras opciones, como estructuras óseas de materiales biocerámicos y otros biopolímeros que podrían, en ciertos casos, reemplazar las prótesis de titanio.
Para Hermida, aunque por ahora en su laboratorio sólo se hacen pruebas para imprimir piel, más adelante sería posible pensar en órganos: “Ya hay, a nivel internacional, investigadores analizando cómo hacer tejidos funcionales de hígado o riñón. Aún es lejano, pero claramente ya no se trata de ciencia ficción”